Este libro te hará daño

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Rosauro Varo Cobos

Lugar común

Mixtura Editorial. Barcelona 2022, 302 págs.

Entré a Lugar común sin más prejuicio que cierta admiración por las dotes ensayísticas del autor y alguna noticia de su desempeño como médico en rincones ásperos del mundo, como el querido Mozambique. Pero nadie me previno de que pese a su juventud (el pediatra, investigador y cooperante Rosauro Varo –Córdoba, 1982– había publicado un libro de cuentos y otra novela) iba a perderme en un libro sobrecogedor. Dividido en tres partes («Fanga», furia desatada; «Teranga», una suerte de hospitalidad, y «Banzo», la saudade incurable de los arrancados a la fuerza de su lugar), ¿cómo se atreve a mantener durante 60 páginas el secuestro y violación de una doctora francosenegalesa educada en Barcelona a manos de una manada de soldados de un innominado país africano que se parece pavorosamente a República Centroafricana? Ya en la segunda página nos habla sin subterfugios: «Espero que, si deciden hacerme algo parecido, me corten la mano izquierda. No me gustaría tener que aprender a escribir de nuevo. Ni a auscultar. Ni a cocinar. Ni a saludar. Ni a palpar. Ni a masturbar».

Este libro demuestra lo que dice. «Nadie crece con la muerte. Todo lo contrario». El descenso literal al infierno en la tierra, además de servirle a la protagonista para hacer un repaso irónico a las fascinaciones por autores y artistas que compartimos casi todos los que nos hemos dejado enamorar por África, es un formidable alegato contra el relativismo cultural. Y lo hace sin caer en ninguna forma de racismo o paternalismo. Permite que aflore la espantosa crueldad que también saben infligirse los africanos a sí mismos y a los que vienen a ayudarlos o a despojarlos de lo que tienen. No se justifica: «Me violaban como si la fanga que los poseía y el daño que infligían estuviesen dedicados a la imagen que yo representaba. Mujer, muzungu y cooperante». 

La belleza y el horror que he visto con mis ojos en África se dan la mano en este libro que dejará en todo el que lo lea una huella imborrable, con una prosa destilada por quien ha sabido leer bien desde Albert Camus a Chinua Achebe, y con el agravante de dominar la terminología médica que le permite dar cuenta con una precisión quirúrgica de todo lo que puede padecer un cuerpo humano antes de expirar, lo que hace el libro más angustioso, más salobre. Tras un primer disparo sostenido que leemos conmovidos y abrasados, preguntándonos qué demonios estamos leyendo, el libro da paso a un momento anterior en el tiempo, en tercera persona, en el que vemos el día a día de una médica desbordada por la enfermedad, el dolor y la desolación («Doctora, tienes que amar la muerte», le dicen). Se hacen preguntas que hieren y resuenan en la cabeza de Léa, la protagonista, y en nosotros: «¿Había algo más que cinismo y egolatría en su misión divina de muzungu-queriendo-salvar-el-mundo?». En la tercera parte vuelve la primera persona y asistimos a la preparación del viaje, a los antecedentes familiares y políticos, al fundamento filosófico de uno de los más hermosos y terribles libros publicados en España este año y que merece ser leído y compartido.

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