Identidad nacional

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La cultura ashanti


La tradición ashanti, originaria de Ghana, ocupa un importante espacio en la identidad del país y del resto de África occidental. Con su riqueza cultural e histórica, así como su arte y tradiciones, mantiene un legado que se celebra en toda la nación.

«Mi nombre es Osei-Bonsu Safo-Kantanka. Son cuatro nombres que significan ‘bombardero’, ‘ballena’, ‘soldado’, y ‘enorme’.No esta mal para una persona pequeña como yo». Nuestro interlocutor ríe. El profesor -Kantanka, historiador y antiguo editor de un desaparecido medio de comunicación ghanés, trabaja a las órdenes del rey ashanti en Kumasi como investigador y divulgador. Si comienza hablando de sus nombres no es por casualidad: «Entre los akanes –los ashantis son un subgrupo de estos–, al recién nacido se le da el nombre de alguien que ha hecho algo bueno en la familia y en la sociedad. Después de dos semanas, la familia de tu padre decide tu nombre porque el espíritu viene de parte del padre, mientras que la sangre, el cuerpo, viene de la madre. La persona de la que tomas tu nombre será tu padrino y te debe ayudar en la vida. Mi padre, Safo-Kantanka, me puso el nombre de su hermano, Osei-Bonsu. Si uno es un borracho o un ladrón, nadie heredará su nombre. Pero también tenemos otro nombre, el que nos da Dios. En mi caso es Kojo, porque nací en lunes. Ese nombre es recibido antes, porque depende del día en que naces».



Osei-Bonsu Safo-Kantanka mostrando una pieza de kente. En la imagen superior, taller de kente en el pueblo de Bonwire. Fotografías: Javier Sánchez Salcedo


El mundo ashanti

Cuando se habla de dioses entre los ashantis se dice que hay tres personas: el ser supremo o Nyame, la madre tierra y los ancestros. Solo los que han vivido una vida buena se ganan el derecho de ser considerados entre estos últimos. La religión está estrechamente relacionada con la política; consideraban sagrados a los reyes ashantis, que tenían un papel importante en la comunicación con los dioses. El reino ashanti se organizó como la suma de varios clanes en un sistema descentralizado con jefes y líderes locales que tenían poder autónomo. Sin embargo, el rey de todos ellos (-ashantihene) era el líder supremo y tenía un gran poder en la toma de decisiones. 

La herencia familiar es matrilineal, lo que significa que son los hijos de las mujeres los que pertenecen a la familia, mientras que los de los hombres nacen en otra –determinada por sus propias mujeres–. Por eso, los reyes actuales son hermano –Otumfuo Nana Osei Tutu II–, y hermana –Nana Ama Konadu Yiadom III–, esta última como sucesora de su madre. Que la filiación de la mujer determine la familia significa que los reyes pueden ser hermanos, madre e hijo, tío y sobrina, pero nunca marido y mujer o padre e hija. El reino pertenece a las mujeres, aunque la fuerza o el espíritu del reino se atribuyen a los varones. Es esta una de las curiosidades del pueblo -ashanti, cuya cultura e historia ha tenido una gran influencia en Ghana y África occidental y, a día de hoy, sigue siendo muy importante en la identidad ghanesa. Su legado trasciende a Kumasi, segunda ciudad más grande de Ghana y capital de la región ashanti, y se sigue celebrando en festivales y eventos culturales de todo el país.


Casa tradicional ashanti en Besease. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo


Historia

Los ashantis son un grupo de clanes akanes que se unieron en el siglo XVII tras luchar contra los denkyras, otra nación de la zona que, según algunos relatos, tiranizaba a los ashantis. De hecho, la expresión «Por la guerra», en twi –idioma que comparten varios grupos de origen akan– acabó originando el nombre ashanti. Algunos historiadores –y así se explica en el museo del palacio de Manhyia, hogar del rey ashanti–, llevan su origen mucho más lejos para explicar que los akanes de los que surgieron los ashantis migraron desde Mesopotomia, y los relacionan incluso con los israelitas. Sin embargo, no hay evidencias de que el pueblo ashanti tenga vínculos históricos con clanes mesopotámicos ni con otras zonas fuera de la región de África occidental. Lo seguro es que se expandieron en los siglos XVII y XVIII y llegaron a gobernar un amplio territorio que incluía partes de lo que hoy es Ghana, Togo y Costa de Marfil. 

Monumento al rey ashanti Otumfuo Osei Tutu II en la ciudad de Kumasi. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo



La idea de unidad ashanti se expresó en un objeto, el taburete de oro, o trono del rey, que todos los pueblos-estado juraron proteger y defender. El jefe del Estado de Kumasi se convirtió en el ashantihene, rey del imperio y custodio de dicho taburete. En el siglo XIX, los británicos se establecieron en la región e instalaron su protectorado reclamando el taburete. La reina del Estado de Ejisu, Yaa Asantewaa, una mujer que ha pasado a la historia por su coraje, usó una argucia encargando uno falso para conservar el verdadero. 

«Una de las cosas más interesantes de estudiar la cultura ashanti es que no fue destruida totalmente por los ingleses como en la zona de -Cape Coast. Los europeos sometieron mucho antes a los pueblos de la costa, pero solo estuvieron unas décadas dominando a los ashantis. Los británicos perdieron guerras contra ellos por la disposición geográfica y porque era un pueblo bien organizado con un ejército fuerte», explica el profesor Kantanka.

Adinkra y tambores

El término futunfunefudenkyemfunefu parece un trabalenguas, pero es una palabra twi que designa un símbolo: el de dos cocodrilos. Una de las características del legado ashanti es la presencia de símbolos tradicionales –conocidos con el nombre de adinkra– que comunican enseñanzas. Relacionados también con lo textil, el adinkra tiene presencia en piezas arquitectónicas y en todo tipo de objetos artísticos. Con sus diseños expresan ideas como la mencionada de los cocodrilos, cuyo significado profundo es «estemos de acuerdo en estar en desacuerdo porque, al final, somos uno»; pero también hay otros como «mirar hacia atrás y hacia delante» (un pájaro que mira hacia atrás; para tener en cuenta antes de emprender cualquier acción), o «sombrero de cocodrilo» (un águila, una cola de cocodrilo y una cola de pantera, que representan al animal más poderoso en cada medio con la idea de transmitir la importancia de ser fuerte en cualquier contexto). 

Otro ejemplo interesante de la cultura ashanti es el uso de tambores para enviar mensajes. Antiguamente se podían enviar mensajes a casi 10 kilómetros, desde donde otra persona podía replicarlos. Eran capaces de hacer llegar un mensaje de Kumasi a Costa de Marfil en 15 minutos. Los tambores eran dos, el de la izquierda hembra y el de la derecha varón. Cuando ocurría algo en el campo, con un tambor se podía transmitir el mensaje. «Los europeos nos hicieron entender que lo que hacíamos era diabólico, y la gente dejó de utilizarlos –se lamenta el historiador–, pero no hace mucho un obispo católico los defendió en Roma y ahora se vuelven a usar en las Iglesias».

 


Taller de tejido y venta de telas kente en Bonwire. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo

Kente

Un elemento notable de la cultura ­ashanti son las telas kente, de colores brillantes y con tejidos intrincados. No lejos de Kumasi está Bonwire, el pueblo en el que mejoraron las técnicas de los tejidos hasta llegar a algo que recordaba a una cesta; de ahí proviene el nombre del kente (‘cesta’ en twi). Los tejedores de la zona mostraron sus creaciones a su jefe hasta que llegaron al rey de Kumasi, que les dijo que, a partir de ese momento, se encargarían de su ropa, la de la reina y la de toda la corte. Durante 300 años, en ­Bonwire se ha tejido para la realeza, lo que desarrolló una fuerte industria textil. Cada pieza, compuesta por diferentes patrones, tiene su historia y su significado. Una de ellas tomó el nombre de su tejedor, Toku, hace más de 400 años. El artesano estaba tejiendo cuando alguien le vaticinó que moriría el día que dejara de hacerlo. Así que Toku tejió hasta los 90 años. Cuando empezó a sentir que su vida terminaba, hizo su último diseño, «la ropa del adiós», para despedir a una persona en funerales o cuando alguien deja una comunidad. 

Fotografía: Javier Sánchez Salcedo



El kente es conocido por su variedad de patrones y colores, pero no siempre fue así. Al principio todas las piezas eran en blanco y negro, pero las mujeres de la familia Oyoko compraron a los europeos en Cape Coast algunos pañuelos de colores que utilizaban para cubrirse la cabeza. De vuelta al pueblo, sus hermanos usaron los hilos y los introdujeron en los tejidos. Así surgió la primera pieza multicolor en el reino ashanti, que tomó el nombre de yokomaa en honor a las mujeres del clan Oyoko, que ya eran reconocidas por su habilidad para producir seda de alta calidad. Sin embargo, a las mujeres no se les permitió tejer hasta finales del siglo XX. Ahora sí están autorizadas, pero no suelen hacerlo en el exterior, sino dentro de las casas donde también se ocupan de los niños.


Fotografía: Marc Deville / Getty


El poder tradicional hoy

El poder tradicional y el poder político convencional conviven en Ghana. Los jefes tradicionales son aún dueños de la tierra y ejercen un liderazgo moral y social. Un jefe tradicional puede sancionar sin pasar por el juzgado, aunque el uso de la violencia o la cárcel se restringe al poder político. El nivel de los poderes depende de cada aldea. El rey ashanti, en Kumasi, controla cinco de 15 regiones en Ghana. «Esto se ve a veces con algo de reticencia en el resto del país –explica Kantanka–. Si viene una figura política extranjera, suele ir a ver al rey y mucha gente apoyará al político que sientan más cercano a este, que, eso sí, evitará pronunciar su preferencia en público».



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