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El medioambiente y la cultura local, claves para el desarrollo de Bijagós

Texto y fotografías: Sara Martín López desde Bijagós (Guinea-Bissau)



La riqueza de la biodiversidad en el archipiélago de Bijagós (Guinea-Bissau) contrasta con la falta de desarrollo que padece el país, situado entre los últimos del Índice de Desarrollo Humano. La población promueve el asociacionismo y la conciencia ambiental como elementos claves para el despegue de la zona.



Comienza la temporada de lluvias y con ella las actividades de recuento de tortugas en el Parque Nacional Marino João Vieria Poilão (PNMJVP). Este espacio pertenece al archipiélago de Bijagós, ubicado frente a las costas de Guinea-Bissau, en el occidente africano. Es la tercera colonia de tortugas marinas gigantes más importante del continente y cada año tanto la entidad que gestiona las áreas protegidas como la población reciben con la misma ilusión esta responsabilidad.

Bijagós es un conjunto de islas e islotes declarado reserva de la biosfera por la UNESCO en 1996. De las 88 islas están habitadas 22, con una población de 33.000 habitantes, aunque la población está concentrada mayoritariamente en solo cinco de ellas.

Las reservas de la biosfera se desarrollan bajo el Programa Hombre y Biosfera (MaB). Seleccionadas por su interés científico, se sustentan principalmente en tres criterios: la conservación y protección de la biodiversidad, el desarrollo económico y humano de manera sostenible, y el apoyo logístico para apoyar las actividades de investigación y educación.

Antonio Pérez, director del PNMJVP. Fotografía: Sara Marín López


El MaB es un programa intergubernamental que busca establecer una base científica para mejorar la relación global de las personas con su entorno. Puesto en marcha por la UNESCO en 1972, propone una agenda de investigación interdisciplinar y de fomento de la capacidad centrada en las dimensiones ecológicas, sociales y educacionales para mejorar los medios de subsistencia de los seres humanos. Esta propuesta debe contemplar planteamientos innovadores de desarrollo económico adecuados desde los puntos de vista social y cultural, y sostenibles desde la óptica ambiental.

En el caso de Guinea-Bissau, el compromiso con la conservación y protección de la diversidad supera el 15 % del territorio. En el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de 2023, el país ocupó el puesto 177, de un total de 191, situándose entre los más empobrecidos del mundo. Los indicadores en los que se basa este programa de Naciones Unidas para clasificar y establecer el IDH son tres: esperanza de vida, tasa de mortalidad e ingreso per cápita.


Un ciudadano marca las áreas protegidas entre las islas. Fotografía: Sara Martín López


El trabajo de protección

El Instituto bissauguineano de Biodiversidad de Áreas Protegidas (IBAP), creado en 2014, gestiona la protección de los espacios naturales bajo unos objetivos muy claros: promover la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad, además de apoyar la creación y gestión de áreas protegidas.

Los retos del PNMJVP son más específicos: la protección de la biodiversidad y los ecosistemas insulares, la conservación de las tortugas marinas y las aves acuáticas coloniales, la protección y puesta en valor del patrimonio cultural de Bijagós, la contribución a la regeneración de los recursos pesqueros y el desarrollo del ecoturismo.

Además de espesos palmerales, selva, manglares, playas paradisíacas de arena blanca y aguas cristalinas, el archipiélago de Bijagós no solo es, por su diversidad, el destino perfecto para unas vacaciones soñadas por los apasionados del ecoturismo, sino que para biólogos y científicos también es un laboratorio natural que proporciona un escenario para estudiar posibles curas para las enfermedades más mortales del planeta.

El bissauguineano Antonio Pérez es el director de este parque desde 2018. Aquí lidera y coordina actividades relacionadas con la conservación y la sensibilización. «La temporada de recuento de tortugas dura cuatro meses, de agosto a noviembre. El número de ejemplares que se reciben en el Parque varía mucho en función del estado de madurez de los individuos listos para desovar y tomando en cuenta diversos factores como amenazas ambientales y condiciones físicas. Las tortugas verdes y las embricadas [tortuga carey] son las más comunes en este archipiélago», explica Pérez, quien añade que «si bien no logramos llegar a los 100.000, el número es alto, casi cercano al de Costa Rica. En 2020 alcanzamos a contar 60.000 nidos en la isla de Poilão, lo que nos sitúa en el tercer lugar más importante de la costa atlántica».

Para cubrir este período de recepción, el IBAP y la población insular se encargan del proceso. Esta es una de las razones por las que se realizan reuniones de sensibilización en las distintas aldeas a las que se invita a participar a toda la población.

Estos encuentros son bidireccionales. Por un lado se exponen las distintas problemáticas a las que se enfrenta la población en su día a día, además de informar y sensibilizar a los isleños sobre las áreas protegidas para la pesca dentro del PNMJVP, o cómo pueden contribuir activamente a las tareas de conservación del mismo. Por otro, se les anima a la creación de asociaciones y a la presentación de iniciativas para participar en proyectos encabezados por organismos internacionales.


Un grupo de ancianos durante una reunión. Ellos son los principales responsables de la transmisión de la sabiduría local. Fotografía: Sara Martín López


La vida cotidiana

Los pueblos que habitan estas islas mantienen una economía de subsistencia en la que se extrae y se consume lo necesario de la naturaleza, lo que se traduce en un alto grado de conservación y de respeto hacia la misma. Los habitantes son los guardianes de su propio ecosistema.

Esta circunstancia hace que se plantee la posibilidad del desarrollo comunitario desde la sostenibilidad ambiental apoyando y favoreciendo proyectos que, eso sí, necesitan financiación internacional. Una de las tareas que asume y promueve la población local es el trabajo colectivo. A través de asociaciones, se reúnen periódicamente para tratar temas diversos. La tarea de sensibilización que realizan es sumamente importante, ya que el mantenimiento del equilibrio ambiental afectará directamente a la subsistencia de la población.

Como en todo encuentro formal, se sigue un orden del día, se anotan los nombres de los participantes y se termina por levantar acta como resumen de lo acontecido. En estas reuniones se plantean temas, se debate y se establecen próximas actividades acordes a un cronograma. Toda la población está invitada: jóvenes, ancianos, mujeres y niños.

La conciencia de la población respecto a la conservación de la biodiversidad es muy alta. Saben que su supervivencia depende del mantenimiento de sus recursos naturales. Toda su cultura gira en torno a la naturaleza, de ella extraen desde los alimentos a las medicinas. La población mayor es fundamental para la transmisión de esa sabiduría, diferente en cada isla, ya que cada una cuenta con su propio ecosistema y sus especies a proteger.

En algunas de estas islas y aldeas no hay incidencia occidental. No hay carreteras ni coches ni hoteles ni luz eléctrica ni agua corriente. En estos rincones de Bijagós entienden que el desarrollo económico partirá de proyectos ligados a la conservación del entorno, las especies, las energías renovables, el ecoturismo y sus valores culturales.  

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