Publicado por Javier Sánchez Salcedo en |
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Desde los 14 años tenía muy claro que quería estudiar Educación Física. Entrenaba en un equipo de atletismo y desde siempre me ha interesado la danza. La expresión corporal me ha llamado la atención durante toda la vida. El cuerpo es una herramienta a través de la cual podemos transmitir ideas, sentimientos, emociones, que junto al movimiento pueden adquirir diferentes significados: liberación, comunicación o autoconocimiento, entre otros. Bailar, por ejemplo, me apasiona, me libera mucho, me hace sentirme yo misma y desconectar de los problemas de la vida.
En el colegio, en el instituto y en la universidad era la única persona negra. Me he criado siempre en un contexto blanco. Lógicamente, en casa eres una persona más, pero fuera del contexto familiar, recibes determinados comentarios que hacen que te sientas diferente. En muchas ocasiones, por ejemplo, cuestionan tu origen o te dicen que hablas muy bien español, aunque hayas nacido en España. Estos comentarios están presentes a lo largo de toda la vida, y pueden ser más o menos acertados. Y a veces que son realmente ofensivos.
«Bailas muy bien porque eres negra» o «para ser negra eres muy guapa». Si no lo analizas detenidamente, puedes pensar que son positivos. En algún momento a mí misma me parecieron halagos. Pero luego eres consciente de que detrás hay una discriminación social generalizada y que esos comentarios, que están normalizados, se apoyan en estereotipos respecto a las personas negras. Y eso ya es negativo, porque pueden afectar a tu autoestima y hacer que te sientas inferior. Algunos estudios así lo demuestran. Es muy importante que los educadores sean conscientes de que esto ocurre. A veces se dejan pasar ciertos comentarios con la idea de que «son cosas de niños», pero detrás puede haber consecuencias muy negativas.
Entre los chavales los insultos están muy presentes y, a menudo, tienen que ver con la diversidad, como el color de la piel. Por parte del profesorado hacia el alumnado no se producen, pero sí hay una discriminación más sutil, lo que podemos llamar racismos cotidianos, que no se hacen con mala intención, pero están normalizados. Por ejemplo, el hecho de tocar el pelo a una persona afro para ver lo diferente que es. No tiene importancia cuando la persona que tiene ese pelo es quien decide si se lo tocan o no. Pero muchas veces no es así. A mí me sigue pasando como adulta, que alguien invada tu cuerpo para tocarte el pelo por lo diferente y exótico que les parece que es. Cuando a lo largo de toda tu vida recibes ese tipo de conductas, adoptas una actitud hacia ello que pasa por diferentes etapas y en algunas puede tener mayor implicación emocional. Para que mi alumnado reflexione, les planteo la situación inversa. Si yo entro en clase un día y le toco el pelo a una persona por tenerlo liso, ¿qué provocaría? Cuando interpreto esa situación el alumnado se suele reír, porque no es lo habitual. ¿Por qué entonces es normal hacerlo con una persona negra?
El objetivo del proyecto es ofrecer estrategias para que en el futuro incorporen la perspectiva étnica en las aulas de Educación Infantil, Primaria y Secundaria, haciendo unas clases más inclusivas. Y además, sensibilizar sobre todas estas discriminaciones más o menos sutiles. Las agresiones racistas físicas o verbales todo el mundo sabe identificarlas claramente, pero aquí trabajamos sobre lo que no se ve. La herramienta principal que utilizamos es la expresión corporal. A través del cuerpo se pueden vivenciar las emociones que pueden sentir las personas racializadas cuando se les hacen este tipo de comentarios. A través de actividades en grupo como dramatizaciones o movimientos expresivo corporales, se generan emociones reales. Una de ellas, por ejemplo, consiste en colocar pegatinas de diferentes colores a los alumnos y aplicar una serie de consignas: «hay que seguir e imitar los movimientos de los que llevan pegatina verde», o «cuando nos crucemos con los que llevan pegatina roja, les evitamos». Después pasamos a un momento de reflexión donde conectamos los sentimientos que han vivido con lo que pueden sentir otras personas socialmente etiquetadas, en este caso por los rasgos físicos racializados.
Hay experiencias que se han realizado, pero debería estar más presente en el currículum, desde todas las asignaturas. En la formación inicial del profesorado es fundamental que se aborden estas realidades, que sean conscientes y lo puedan trasladar cuando ejerzan su profesión. Es trascendental, porque acabará reflejándose en el alumnado de Primaria y en el de Secundaria.
En ella se habla de una forma muy sencilla sobre las discriminaciones raciales desde la perspectiva afrodescendiente. La hacemos un grupo de trabajo formado por profesores, estudiantes y la asociación Kwanza, en la Universidad Complutense. Buscamos sensibilizar a la población universitaria y al público en general. La guía estará disponible en internet y será útil para toda la sociedad.
Me siento afortunada por poder generar conciencia en el profesorado en formación inicial sobre estas cuestiones. Desde el ámbito educativo se pueden impulsar muchas mejoras sociales. Y luchar por una causa como esta, que he vivido en primera persona, me parece muy importante porque la sociedad es cada vez más diversa y deben también visibilizarse estas realidades.
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