Jartum

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EDITORIAL DEL NÚMERO DE JUNIO

Muchos lectores habrán visto la superproducción británica de cine histórico Kartum, protagonizada por Charlton Heston y Laurence Olivier y que rememora la caída de la capital sudanesa, defendida por el general Gordon, a manos de las tropas de Mohamed Ahmed Al Mahdi. La revolución mahdista significó la destrucción de todas las misiones católicas de Sudán y el comienzo de un sufrimiento indecible para un puñado de misioneros y misioneras combonianos que quedaron atrapados en aquella vorágine.

Tras la derrota del sucesor de Al Mahdi, el califa Abdullah, en 1898, los misioneros regresaron a Jartum para continuar su labor evangelizadora en una ciudad que, a pesar de múltiples conflictos, no había vuelto a conocer la guerra directamente hasta el pasado 15 de abril. Una parte de la población civil se ha visto obligada a abandonar la ciudad, como también lo ha hecho buena parte de la Iglesia. Por primera vez en 125 años no hay presencia comboniana en Jartum, sede episcopal inaugurada por san Daniel Comboni. Los combonianos salieron del Comboni College, centro educativo de excelencia que llevaba funcionando ininterrumpidamente desde su fundación en 1929, y de la parroquia de Santa María Mediadora, en Bahri. Las combonianas dejaron la prestigiosa Sisters’ School y la maternidad del St Mary’s Hospital. Ambos se refugiaron en el barrio de Masalma, en Omdurman, al otro lado del Nilo Azul. El avance del conflicto hizo que unas y otros salieran por carretera el 17 de mayo hasta Port Sudan, donde se encontraron con el arzobispo de Jartum, Mons. Michael Didi, a quien el estallido de la guerra sorprendió en esta ciudad a orillas del mar Rojo.

Otras congregaciones han vivido situaciones parecidas. Los Franciscanos, las Hijas de la Caridad y los Misioneros de África ya no están en Jartum, mientras que los Salesianos evacuaron su escuela de formación profesional,  pero mantienen una mínima presencia en su parroquia de Kalakla. Solo en unas pocas comunidades periféricas, menos afectadas por los combates y asistidas por sacerdotes diocesanos, siguen todavía celebrando la eucaristía.

Iglesias y comunidades religiosas han sufrido saqueos y daños materiales. Tres bombas han impactado en la catedral católica de Jartum, mientras que la catedral de la Iglesia episcopal y la sede de la diócesis copta-ortodoxa de -Jartum fueron tomadas por soldados de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) y reconvertidas en cuarteles militares. También fue saqueada la sede episcopal de la Iglesia copta-ortodoxa de Omdurman y algunos fieles han resultado heridos de bala.

Para la Familia Comboniana, Jartum tiene un valor simbólico enorme. Allí crecimos y nos fortalecimos como misioneros, por eso, al igual que nuestros predecesores hace 125 años, regresaremos a esta Iglesia pequeña, encajonada en un país mayoritariamente musulmán, pero preciosa a nuestros ojos.

Este número de MUNDO NEGRO, además de la guerra en Sudán, aborda cuestiones como el comercio de armas en África y el hambre y la sed que amenazan amplias zonas del continente. Guerra, comercio de armas y hambrunas, una triada vergonzosa para nuestra humanidad herida. ¡Morir de hambre en el tercer decenio del siglo XXI! ¿Cómo es posible? Solo nos queda pedir al lector que llene de aire sus pulmones, pase la página y lea la Palabra en el Baobab que Javier Fariñas firma este mes.





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