Seguir caminando

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Editorial Cuaderno MN 8



Angola protagoniza la octava entrega de los Cuadernos MN. Como en monográficos anteriores, somos conscientes de haber dejado fuera muchos aspectos porque es imposible encerrar en 68 páginas la riqueza y variedad de este país del África austral. No obstante, confiamos en que los textos, gráficos y fotografías les ayudarán a conocer Angola un poco mejor.

Los desafíos y las incertidumbres que afronta el país son legión, pero la fuerza de su juventud y el carácter acogedor y abierto de sus gentes son dos razones, entre otras muchas, que dan margen para la esperanza.

Colaboradores sobre el terreno nos han ayudado a analizar la situación social, política y económica de una nación polarizada. La tensión entre el eterno partido en el Gobierno, el MPLA, y la oposición de siempre, la UNITA, es continua, y la disparidad de opiniones entre el embajador de Angola en España, Alfredo Dombe, y el diputado de UNITA Paulo Faria dan prueba de ello.

Las secuelas de las guerras sufridas de forma casi interrumpida por el país desde 1961 hasta 2002 siguen todavía presentes. Primero fue la de liberación contra el colonizador portugués, e inmediatamente la más trágica guerra civil. Con todo, se puede calificar de milagroso que el país lograra reconciliar a los contendientes apenas terminado el conflicto para crear un único ejército republicano. Este raro ejemplo es augurio de un futuro mejor para Angola.

A veces juzgamos demasiado rápido y con severidad las crisis que viven países africanos como Angola y olvidamos los progresos que han realizado partiendo de puntos de partida muy complicados. Tiene razón Mons. Zeferino Zeca cuando recuerda que Portugal no se preocupó de preparar a los angoleños para la gestión del país, que en 1975 apenas contaba con una cincuentena de licenciados. Tiene razón el embajador Dombe cuando apunta las enormes dificultades que supone crear estructuras en un país con tan altos niveles de crecimiento demográfico. De siete millones de habitantes en el momento de la independencia se ha pasado a más de 35. Pero no debemos olvidar, como denunciamos reiteradamente en estas páginas, la hipocresía de un sistema financiero y económico mundial que no quiere que países como Angola se desarrollen y hace todo lo posible para mantenerlos en su estatus actual.

A pesar de todo, Angola progresa y mejora en multitud de aspectos. Siguen existiendo niños y niñas sin escolarizar y personas desatendidas sanitariamente, pero se han construido buenos hospitales y miles de escuelas. Se circula por carreteras en penoso estado, pero se han asfaltado miles y miles de kilómetros. Se podría mejorar, cierto, porque también tiene razón Paulo Faria cuando habla de clientelismo y altísimos niveles de corrupción en Angola o de «absolutismo extremo» del partido que gobierna, lacras que hacen que los angoleños y angoleñas no vivan mejor. Hay que seguir caminando.

Este monográfico tampoco se olvida de la Iglesia y de los misioneros en un país mayoritariamente católico, con comunidades cristianas que están creciendo. Católicos como Domingo das Neves sugieren que la Iglesia debería ser menos clerical y más profética, pero también es cierto que está muy comprometida con los últimos con proyectos sociales de todo tipo. También como Iglesia hay que seguir caminando.




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