Publicado por Javier Fariñas Martín en |
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Al P. Antonio Molina le gustaba la radio. Le gustaba la fotografía. Y le gustaba la gente. Atravesó el desierto del Sahara un par de veces, una en un Citroën 3CV y otra en un Renault 4L –un Cuatro Latas de toda la vida–, para llevar esos vehículos hasta la misión que tenían en Burkina Faso. Además, circunnavegó el continente desde Lisboa hasta Mozambique para llegar a su misión. Se dedicó durante toda su vida a escuchar.
La Hna. María Eugenia, misionera de San José de Gerona a la que quiero tanto, me llevó casi literalmente de la mano hasta la historia de dos de sus compañeras, Nati y Basilia, aquellas dos monjas que en el arrebato del genocidio se bajaron casi literalmente de la escalerilla del avión que las iba a traer de vuelta a España, y a las que pedí en Butare (Ruanda) que me contaran su historia. Hacía poco más de un año que había aterrizado en estas páginas. Era mi primer viaje al continente africano.
El P. Miguel Ángel Ruiz, misionero salesiano en Lahore (Pakistán) hace años, cuando le conocí, no desfalleció en su compromiso de hacer presente a Jesús en un país en el que no eran infrecuentes las lapidaciones ni hostilidades varias contra aquellos que no profesaban la misma fe que la mayoría de los mortales de aquellas tierras. Por aquello de la huella indeleble, supongo que seguirá siendo del Atlético de Madrid.
La Hna. Pilar Justo, zamorana por nacimiento y misionera comboniana de ejercicio, está en Chad, un país con una climatología y una situación política inhóspitas. A cual peor. Con 80 años y más chinchetas en el mapamundi que cromos en el álbum de La Liga de un chaval de 8 o 10 años, Pilar dice que está «sin terminar». Así, como suena. Que no se trata de nada físico, sino del proceso personal. Del crecimiento. De la capacidad de aprendizaje. De la creatividad.
El P. Germán Arconada, al que derribó el coronavirus pero no la guerra, me dibujó Burundi mientras atravesábamos el Retiro. Y luego me recibió en el aeropuerto de Buyumbura.
Son tantas.
Son tantos.
No nombrar a todos es una injusticia. No nombrar a estos también. El DOMUND, su día, no sería lo mismo sin ponerles rostro. Aunque solo sea a unos pocos. Gracias.
En la imagen, Nati y Basilia, misioneras de San José de Genora. Fotografía: Javier Fariñas Martín
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