Publicado por Gonzalo Gómez en |
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Los ciclones han dejado como secuela un brote de cólera con miles de casos registrados. En cuanto a la alimentación de los supervivientes, el Idai llegó en el peor momento posible: apenas un mes antes de la recogida del maíz. La cosecha no se puede realizar hasta que las inundaciones retrocedan, con la consiguiente pérdida de gran parte del cereal. El Gobierno importa 100.000 toneladas de maíz al año y, según algunos analistas, el impacto de los ciclones podría hacer que se duplique la cuenta. El FMI prevé un aumento en los precios, y calcula que el crecimiento económico en el país pasará del 3,8 % previsto al 1,8 %.
Un equipo multisectorial del Gobierno mozambiqueño, junto a expertos de Naciones Unidas, el Banco Mundial y la Unión Europea analizaron los efectos para definir las prioridades en la reconstrucción de las zonas afectadas, tarea para la que Mozambique necesitará 3.200 millones de dólares. La Unión Europea dijo que habría fondos para ello; mientras que Naciones Unidas y otros organismos hacen llamamientos a los donantes. La pasada semana se celebró ya una conferencia internacional en Beira de apoyo a las víctimas de los ciclones; en ella, la Comisión de la UE prometió 100 millones de euros para ayudar a la recuperación de Mozambique. Noura Hamladji, directora general de el Programa de Naciones Unidas de Desarrollo para África, dijo que el apoyo debe ser consistente pues la probabilidad de que estos desastres vuelvan a ocurrir es muy alta.
De hecho, expertos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), vinculada a Naciones Unidas, han advertido de que la devastación provocada por los ciclones Idai y Kenneth es una «llamada de atención« sobre el cambio climático y prevén que en el futuro se produzca un aumento en la cantidad de los ciclones tropicales más intensos. «Las inundaciones hacen que los mozambiqueños se refugien en los techos de los edificios, pero la ferocidad de los vientos del Idai arrasó los techos”, añadió Filipe Lucio, de la misión de la OMM en Mozambique.
También llueven las críticas internas. En el diario mozambiqueño O Pais, un miembro de Renamo, el principal partido de la oposición, criticó que desde algunos sectores del Gobierno se quiera hacer campaña electoral con el «sufrimiento» del pueblo. «Tener medios para llevar comida y ropa a los necesitados no les debería dar el privilegio de utilizarlo en campaña», dijo. Medios locales hablan de un clima de sospecha en relación al Instituto Nacional de Gestión de Calamidades. El Ejecutivo no concretó, ante una pregunta de la oposición, cuánto se había recibido para la asistencia de las víctimas. El primer ministro, Carlos Agostinho de Rosário, dijo que se trabaja en coordinación con el Programa Mundial de Alimentos y que las operaciones serían objeto de una auditoría externa.
Fuera de Mozambique, pero en clave africana, Tshitenge Lubabu, columnista de Jeune Afrique, ha criticado a la Unión Africana por no tener un plan para ayudar a uno de los países más pobres del continente, siempre a expensas, según Lubalu, de lo que haga la llamada comunidad internacional. Quizá el Gobierno nigeriano no se dé por aludido, ya que ha prometido 500.000 dólares, alimentos y medicamentos en apoyo de las víctimas. Angola también ha enviado a más de un centenar de médicos y personal sanitario.
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