Las «mujeres imposibles» de República Democrática de Congo

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IRREDUCTIBLES es una exposición fotográfica que puede visitarse por las mañanas hasta el 28 de febrero en la sala de conferencias de la sede del Museo Africano y de la revista MUNDO NEGRO, situada en Arturo Soria, 101 (Madrid).



El Museo Africano y la revista MUNDO NEGRO presentan una exposición fotográfica sobre la situación de las mujeres en el este de la R. D. de Congo, una región extremadamente convulsa que vive desde hace tres décadas intermitentes conflictos, más o menos reconocidos por la comunidad internacional.

La guerra continental que implicó a nueve países de la región estalló en 1998 fruto de la inestabilidad generada por países vecinos como Ruanda y Uganda. Invadieron esta región con la excusa de perseguir a los interhanawe (los hutus que habían huido tras el genocidio ruandés por miedo a la venganza). El conflicto continental acabó en 2003.

Sin embargo, 20 años después, aún se impone la ley de las balas, la extorsión y el estraperlo de recursos minerales con la presencia de más de 130 grupos armados, que provocan violaciones, desplazamientos forzosos, y atrocidades sin fin que sufren, principalmente, las mujeres.

Fotografía: Carla Fibla García-Sala



Las instantáneas son fruto del viaje de las reporteras Carla Fibla García-Sala y África González Gómez a esta región para documentar el trabajo de la red de asociaciones Sinergia por la Paz y la Reconciliación (SPR) en los Grandes Lagos, institución que recibió el pasado 4 de febrero el Premio Mundo Negro a la Fraternidad 2022, de la mano de su coordinadora, la jurista y activista Yvette Mushigo.

La muestra hace un recorrido gráfico por algunos de los lugares donde trabaja SPR, colaborando con más de 40 asociaciones comunitarias de mujeres en las localidades de Kamanyola, Kavumu, Nyabibwe, Minova, Mugogo y Goma, capital de Kivu Sur.

Transitar durante una semana los 100 kilómetros que separan Bukavu, en el Norte y Sur de los Kivus, vía terrestre de la mano de Yvette y su equipo fue para las autoras una experiencia profesional y personal irrepetible.


Fotografía: Carla Fibla García-Sala


Contexto de la región

La clave para entender el avispero que vive esta zona está en la riqueza de su subsuelo, que en su día fue calificado como un «escándalo geólogico», por la presencia de minerales tan preciados como diamantes, oro, casiterita y coltán, fundamental en la fabricación de móviles, ordenadores o tabletas. La explotación de dichos recursos se realiza de manera artesanal y está en manos de los grupos armados que controlan el acceso a las minas. Millones de toneladas cruzan las fronteras hacia Ruanda y Uganda que, paradójicamente, sin contar con cobalto o coltán en sus subsuelos, son «productores» de estos minerales tan codiciados por las grandes multinacionales del sector tecnológico.

Las autoras relatan su experiencia durante el viaje:

Intentamos, en el poblado fronterizo de Nyabibwe, visitar algunas de las minas, pero nos aseguraron que necesitábamos pedir permiso a las autoridades. Tras casi una hora de entrevistarse con el jefe local, que nos recibió en un despacho destartalado de difícil acceso, con rostro serio y mirada dura, leer una y otra vez la hoja de invitación a la zona, nos dijo que necesitábamos un permiso del Ministerio de Minas congoleño, y que la solicitud y el permiso tardaría días en llegar. Al final, desistimos del intento.

Dos visitantes en la exposición IRREDUCTIBLES



Sin embargo, para paliar nuestra «no visita» a alguna mina, nuestro amigo Stanis, de la red SPR, habló con algunos vecinos y nos invitaron a presenciar y fotografiar cómo en el patio familiar de una sencilla casita cribaban la casiterita, de una manera totalmente artesanal, instantánea que sí que pudimos inmortalizar y que aparece en la muestra.

Cada mujer entrevistada, y creo que entrevistamos a más de 150, se presentó, habló de su experiencia y de la aportación que le supuso participar en las formaciones de la SPR y accedió a ser fotografiada. Algunas contaron cosas tan íntimas como violaciones, o violencias domésticas, heridas que aún siguen abiertas, dolores que más allá de los dolores de parto –todas las mujeres que conocimos tenían entre 6 y 8 hijos– siguen vivos.  

Fotografía: África González Gómez

Jamás olvidaremos los ojos de tristeza y el rostro serio de dos adolescentes de 15 y 16 años violadas, una mientras vendía algunos productos en el mercado y otra en el campo. Cuando llegamos al lugar de la cita estaban serias, sentadas y dando el pecho a sus bebés, cada una en un sofá de la residencia de religiosas donde nos alojábamos en Minova.

Otras cuentan sus sufrimientos producto de discriminaciones por el peso de la tradición, que favorece al varón frente a la fémina, para su formación y acceder a estudios superiores. «Te dicen, ¿para qué vas a estudiar si ya tu novio estudia por ti?», afirma Yvette.

Así, en los talleres de formación, las mujeres que apoya la red SPR abren los ojos y se dan cuenta de su valía, que no son una simple sombra del varón, del padre de sus hijos, ni objetos al servicio de los caprichos masculinos, sino que son mujeres valiosas que pueden liderar cambios en sus propios hogares, en sus comunidades y también en los gobiernos locales.

A todas estas mujeres irreductibles y luchadoras, las llaman «mujeres imposibles», porque no se rinden ante el desaliento, porque una vez que descubren sus derechos y son conscientes de su valía generan cambios positivos en su comunidad.

Por ejemplo, en Mugogo, una de las comunidades que visitamos, las mujeres habían hablado con las autoridades locales para conseguir fondos y construir letrinas en los alrededores del mercado, algo que redundaba en la mejora de la salud de todos, teniendo en cuenta que el día de mercado pasan por allí unas 3.000 personas para intercambiar noticias y saludar a familiares, además de para comprar.

Mujeres que sufren la mayor de las injusticias: no tener lo suficiente para alimentarse y vivir con dignidad, vivir bajo el yugo de la inseguridad alimentaria, situación que comparten con el 73% de sus compatriotas que viven por debajo del umbral de la pobreza según el Banco Mundial.

Triste paradoja, vivir en uno de los países más pobres siendo uno de los más ricos del mundo.

A su situación de pobreza se suma el conflicto que se ha vuelto a avivar –¿o nunca se apagó y solo dejó de ser importante para los que marcan las agendas de “los que importan y los que no”?–.

Fotografía: África González Gómez


Los rostros del conflicto

Por eso, ponerle rostro al conflicto, y contextualizar lo que viven cada una de las mujeres fotografiadas es una manera de visibilizar su sufrimiento. También nuestra particular manera de aplaudir su lucha, de apoyar su causa, de agradecer su generosidad: por su tiempo, por ponerse sus mejores galas y lucir siempre elegantes, por sus sonrisas –el lenguaje universal a pesar de que nosotras no sabemos suajili–, por abrirnos sus corazones y hablarnos de cuestiones domésticas e íntimas, en una sociedad en la que, como nos aseguró Yvette, el sexo y lo que tiene que ver con las relaciones sexuales son tabú.



Y para no caer en el desaliento ante tanto sufrimiento visto y escuchado, unimos nuestra voz a la de Yvette: «A pesar de que sufren muchas violencias, hemos descubierto en ellas muchas potencialidades. Son mujeres que quieren dejar de ser víctimas para ser actoras de desarrollo y paz en su comunidad».



La valiente denuncia del papa Francisco

El pasado 4 de febrero, mientras se celebraba el Encuentro África, en donde Yvette Mushigo contó a todos los asistentes la situación que viven sus hermanas y hermanos congoleños, el papa Francisco visitaba su país. En Kinshasa había escuchado los testimonios de cuatro personas venidas del este que habían sufrido violaciones, torturas y atrocidades. Tras su atenta escucha, les dijo enérgicamente a los dirigentes: «Hagan callar las armas, pongan fin a la guerra. ¡Basta! ¡Basta de enriquecerse a costa de los más débiles, basta de enriquecerse con recursos y dinero manchado de sangre!». El Papa habló sin pelos en la lengua, señalando con el dedo el problema: «Dirijo un vehemente llamamiento a todas las personas, a todas las entidades, internas y externas, que manejan los hilos de la guerra en la República Democrática del Congo, depredándola, flagelándola y desestabilizándola. Ustedes se están enriqueciendo por medio de la explotación ilegal de los bienes de este país y el sacrificio cruento de víctimas inocentes».


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