«Nuestra fe se ha vuelto materialista»

en |



P. Paul Saa-Dade Ennin, superior provincial de la Sociedad de Misiones Africanas en Ghana


Miembro del pueblo akan y último de seis hermanos, el provincial de la Sociedad de Misiones Africanas y presidente de la Conferencia de Superiores Mayores de África occidental habla con MN de Ghana y del papel de la Iglesia en el país. 
Paul ­Saa-Dade Ennin el día de la entrevista. En la imagen superior, celebración en la parroquia comboniana Nuestra Señora de al Asunción, en Accra. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo


¿Cómo se encuentra el país en este momento? 

Podemos contemplar la situación en diferentes niveles. Desde 1992, Ghana ha practicado un régimen democrático que ha funcionado muy bien y que ha dado mucha esperanza. El cambio de gobierno en el 2000 ilusionó a la gente, y lo mismo sucedió en 2008 con otro cambio pacífico. Los ghaneses estábamos contentos de que la estabilidad permitiera el desarrollo del país y la mejora de su economía. Pero en 2020 llegó el COVID, y luego la guerra de Rusia, que ha empeorado una situación que ya era mala. La economía no va bien. La inflación es muy alta y la gente está desesperada. 

¿Han perdido la ilusión y la confianza en los políticos? 

Aunque la democracia nos ha traído desarrollo, la ciudadanía percibe que las personas a las que ha confiado el poder no están trabajando por el bien del pueblo, sino por el interés de sus bolsillos. Los ricos son cada vez más ricos y los pobres sufren mucho. Nuestro Gobierno ha pedido mucho dinero prestado y ahora no puede pagar una deuda que es demasiado grande. 

¿Cuál es el papel de la Iglesia ante esta crisis? 

La gente espera de la Iglesia que se pronuncie ante las cuestiones sociopolíticas. Cuando la Iglesia no dice nada, la gente sospecha que puede estar implicada en corrupción y deja de confiar en ella. La Iglesia tiene una voz fuerte en África que debe usar porque puede influir en la sociedad.

¿Es la corrupción un problema grave en el país?

Ghana es conocido por producir oro y cacao. Lamentablemente, el oro no ha beneficiado a la población local y hay gente que ha empezado a extraerlo por su cuenta, ilegalmente. Hay propietarios que venden sus tierras a estos extractores, algunos procedentes de China, que están devastando el medio ambiente. La gente acusa a políticos y a autoridades locales de estar involucradas en esta práctica, entre ellas algunos jefes tradicionales, que en nuestra cultura son los custodios de la tierra. La sociedad toma conciencia de este problema y en algunos lugares con minas ilegales la población se ha levantado para protestar. Es muy bueno que la gente luche para proteger su tierra. La destrucción de los bosques y de las plantaciones de cacao y de otros cultivos va a provocar que en un futuro cercano haya hambrunas. Ahora dependemos mucho de las importaciones. Esperemos que en las próximas elecciones elijamos a alguien en quien de verdad se pueda confiar. 

Coro de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, en Accra. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo


¿Cómo afrontan los jóvenes la situación que se está viviendo? 

Antes veía que la juventud ghanesa tenía mucha esperanza en el futuro: hacían planes para estudiar en la universidad y quienes salían al extranjero pensaban en volver y trabajar aquí. Ilusionaba pensar que las cosas irían a mejor, y los gobernantes contribuían a transmitir esa ilusión. Pero ese entusiasmo ha desaparecido. Ahora tienen prisa por conseguir dinero y marcharse a Europa o a EE. UU. El espíritu patriótico se ha perdido. Siguen siendo innovadores, creativos y trabajadores, pero el ambiente no les anima a prosperar y lo primero que piensan es en irse.

En medio de este contexto, ¿cuáles son los retos de la Iglesia?

Ghana es un país muy religioso. Alrededor del 71 % de la población es cristiana y el 19 % musulmana. Cerca del 1 % es no creyente y el resto pertenece a otras religiones. No se celebra ningún acto oficial sin que empiece y termine con una oración. Pero, al mismo tiempo, esta religiosidad no se traduce en la vida pública. No se explica que haya tanta corrupción y tanta violencia. ¿Qué tipo de fe estamos practicando? Hay quien dice que se ha trasladado la religiosidad tradicional africana a nuestras confesiones.


Mezquita en una localidad cercana a Kumasi. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo


¿En qué sentido?

La gente quiere una fe que le ponga comida en la mesa. El cristiano reza no para ir al cielo, sino para conseguir trabajo, salud y dinero. Nuestra fe se ha vuelto materialista y tenemos mucho trabajo para encaminar a la gente hacia otro tipo de espiritualidad, hacia una fe más madura. Las Iglesias pentecostales y carismáticas están en auge, tienen mucha influencia predicando su «evangelio de la prosperidad».

¿Evangelio de la prosperidad?

Estas Iglesias marcan qué pasos tiene uno que dar para hacerse rico, viajar a Europa o a EE. UU., tener mejor salud… Si haces lo que dicen, Dios te lo concederá. Sus mensajes calan mucho en la juventud, que se une hasta que se desilusionan cuando se dan cuenta de que no consiguen lo que quieren. Lamentablemente, es el tipo de cristianismo que la mayoría de la gente practica, el que te dice que resolverá tus problemas materiales. A esto nos enfrentamos las Iglesias tradicionales: la católica, la presbiteriana y la metodista. Nuestro reto es intentar educar a la gente y que vean el fraude que hay detrás. No hay cristianismo sin cruz. Si quieres ser rico, tienes que trabajar para lograrlo. Ser cristiano implica una ética y vivir una espiritualidad. Si aceptas este estilo de vida, recibirás beneficios espirituales, sin excluir los materiales, porque el cristianismo también te enseña a trabajar duro, con honestidad y esperanza. Lo que nuestra Iglesia tiene que ofrecer en este momento es integridad y credibilidad. Otra cuestión es que, comparada con las Iglesias pentecostales, la Iglesia católica no es tan visible. Hacemos cosas muy buenas por todas partes, pero poco ruido. No nos damos publicidad. Ellos están constantemente en la radio, en la televisión y en las redes sociales, así que estamos viendo cómo estar nosotros más presentes en estas plataformas. Si no contamos nuestras historias, el resto de historias ahogarán la verdad.

Cartel anunciando un evento de una iglesia pentecostal en Accra. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo


¿Cuál es el origen de estas Iglesias pentecostales?

Tienen relación con la religiosidad tradicional, a la que acudía la gente cuando tenía un problema. Si estabas enfermo o tus cultivos no iban bien, ibas a ver al sacerdote para que te diera una solución. A finales de los años 70, la economía ghanesa cayó en bancarrota y durante los 80 la situación económica fue muy mala. La gente luchaba por sobrevivir. Y fue en aquel momento cuando este «evangelio de la prosperidad» empezó a aparecer, copiado de los telepredicadores evangelistas estadounidenses, por medio de oradores motivacionales que te decían que si estabas deprimido o confuso, ellos harían que recuperaras la confianza y salieras adelante. Así comenzó y ahora está por todas partes, funcionando como negocios profesionales. Piden el diezmo a sus fieles, crean sus propios canales de televisión para venderse haciendo promesas y atraen a mucha gente joven, que serán sus futuros donantes. Organizan actividades atractivas y animados encuentros en los que bailan, cantan y no se preocupan por cuestiones teológicas. Se trata de ti, de Dios y de cómo tener éxito en la vida. Son Iglesias que al principio te ayudan para después beneficiarse de ti. Todo esto encaja con la mentalidad tradicional, y para mí el gran reto de la Iglesia hoy es transmitir a la juventud que nuestra espiritualidad y nuestra forma de vivir el cristianismo puede realmente ayudarles en sus vidas.


Jóvenes durante una celebración en la parroquia Nuestra Señora de la Asunción, en Accra. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo


Cada vez hay menos misioneros europeos y cada vez más africanos. ¿Cómo lo valora? 

La transición de misioneros expatriados a misioneros locales es algo que debe ocurrir. La persona local es quien conoce mejor su propio contexto. Por mucho que el extranjero abra los ojos, no verá la realidad al completo. Pero en esta transición hay dificultades. La primera viene del hecho de que los europeos reciben mucho apoyo de España, Irlanda o Alemania para construir infraestructuras, pero los locales no tienen ese apoyo. Tenemos que hacer un trabajo de educación para que la gente de Ghana contribuya a su Iglesia. Otro reto es que el misionero expatriado viene a evangelizar y llega con el impulso de recorrer nuevas áreas, ir de aldea en aldea construyendo iglesias y formando comunidades, con la intención de hacer crecer la misión, de expandirla. Pero los sacerdotes locales en muchas ocasiones no tienen ese impulso y tienden a permanecer en las parroquias sin esa mentalidad de salir a áreas nuevas. Por eso creo que es importante que continúe la presencia de misioneros expatriados. También me parece importante que en institutos como los Misioneros Combonianos o la Sociedad de Misiones Africanas haya personas locales con ese deseo misionero de salir a otros lugares.  



Colabora con Mundo Negro

Estamos comprometidos con la información sobre África

Si te gusta lo que hacemos, suscríbete a nuestra revista o colabora con nuestro proyecto