Otra vez a esperar

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Sudán del Sur aplaza a 2026 sus primeras elecciones presidenciales 


Los sursudaneses siguen sin poder elegir a su presidente. Desde que lograron la independencia en 2011, la guerra civil y la inestabilidad política han imposibilitado los comicios. La próxima oportunidad será dentro de dos años.



Uno de los muchos momentos que dejaron para el recuerdo los Juegos Olímpicos de París 2024 fue el debut de la selección de baloncesto de Sudán del Sur. El equipo, que jugó su primer partido profesional en 2017, se estrenó con un triunfo ante Puerto Rico. Detrás de este éxito está la amistad que une al entrenador, Royal Ivey, con el presidente de la Federación de Baloncesto de Sudan del Sur, Luol Deng, a la que se añade el compromiso de un grupo de jugadores que han hecho realidad lo que, hasta hace muy poco, parecía una utopía por la falta de condiciones en un país que se encuentra entre los más empobrecidos del mundo.

Una utopía también parece, a día de hoy, la celebración de las primeras elecciones democráticas en la corta historia del país africano. En enero de 2005, en Kenia, se rubricó el acuerdo de paz entre Sudán y el Ejército de Liberación del Pueblo Sudanés. Esta firma ponía fin a décadas de guerra civil y abría las puertas a un referéndum de independencia. En dicho plebiscito, que se celebró seis años después, en enero de 2011, más del 98 % de la población convocada a las urnas votó por la independencia, que se hizo realidad el 9 de julio de ese mismo año. 13 años después, se ha pospuesto por tercera vez la celebración de unos comicios presidenciales. Si uno de los secretos del éxito de la selección de baloncesto es la amistad entre Ivey y Deng, una de las claves para desatascar la situación en Sudán del Sur es la relación entre el presidente, Salva Kiir, y el vicepresidente, Riek Machar. En un artículo para The Conversation, la profesora Abigail Kabandula, directora del Centro África, de la Universidad de Denver (EE. UU.), señala que los dos líderes «comparten una historia complicada y una arraigada desconfianza mutua que amenaza la integridad de todo el proceso electoral».

Un grupo de sursudaneses regresa a su país desde Sudán, en guerra desde abril de 2023. Fotografía: Sally Hayden / Getty.



De un aplazamiento a otro

Los dos políticos ocuparon sus cargos tras la independencia del país. Sin embargo, apenas dos años más tarde, las tensiones entre ambos derivaron en una primera guerra civil que terminó con la firma en 2015 del Acuerdo sobre la Resolución de Conflictos en Sudán del Sur (ARCSS). Pero el resurgimiento del conflicto en 2016 obligó a la búsqueda de un nuevo compromiso, el Acuerdo Revitalizado para la Resolución del Conflicto en Sudán del Sur (R-ARCSS), que se suscribió en 2018. Dos años después, Kiir y Machar resolvieron formar un Gobierno de unidad nacional. Se preveían las primeras elecciones en diciembre de 2022, pero en agosto de ese mismo año decidieron posponerlas hasta diciembre de 2024. El pasado mes de septiembre, decidieron retrasarlas otros 24 meses, hasta diciembre de 2026, por falta de preparación, según fuentes gubernamentales. Esta decisión, esperada tanto por analistas sursudaneses como por instituciones internacionales y Gobiernos extranjeros, fue un duro golpe para las aspiraciones de un pueblo que de forma mayoritaria apoya la celebración de los comicios. 

Waar Machour, director de la primera emisora sursudanesa independiente, Radio Tamazuj, fue uno de los que anunció, en una entrevista a Nigrizia el pasado mes de septiembre, que las votaciones de diciembre no iban a tener lugar, pero que no había que dejar de preparar a los ciudadanos sursudaneses para que el país siguiese madurando. A los pocos días de hacerse oficial el aplazamiento, ocho delegaciones diplomáticas en Sudán del Sur (Alemania, Canadá, EE. UU., Francia, Noruega, Países Bajos, Reino Unido y la UE) emitieron una declaración conjunta para expresar su decepción por esta nueva prórroga. Dos años más que, para el periodista sursudanés Koka Lo’Lado, supondrán la falta de representación y de opinión del pueblo, la proliferación de la violencia armada o la ausencia del Estado de derecho. En un artículo de opinión publicado en el portal de Radio Tamazuj, Lo’Lado apunta también a las dificultades que se experimentarán para abonar los salarios de los funcionarios. 

Entre los argumentos esgrimidos por el presidente para el nuevo aplazamiento destaca la cuestión económica. A la semana siguiente de anunciarse que las elecciones serían postergadas hasta diciembre de 2026, el ministro de Asuntos del Gabinete, Martin Elia Lomuro, reveló que el país necesita 433 millones de dólares para poder celebrar las votaciones. Con una economía lastrada por las sucesivas décadas de guerra, el presupuesto nacional depende casi en su totalidad de los ingresos derivados del petróleo. La profesora Kabandula eleva hasta el 98 % el porcentaje de fondos procedentes de la explotación del oro negro y reconoce las dificultades actuales para financiar procesos electorales «debido principalmente a una fuerte reducción de los ingresos del petróleo, agravada por las dificultades económicas y el desvío de recursos por parte de la élite gobernante». 

La guerra que se libra desde abril de 2023 en Sudán, país por el que sale el crudo sursudanés, ha provocado una merma significativa de los ingresos del Estado, lo que ha agravado aún más la situación. A ello se suma la llegada de refugiados que escapan del conflicto del país vecino, así como el regreso de muchos  sursudaneses que habían huido al norte debido a los enfrentamientos entre las tropas de Kiir y Machar durante la última década, lo que ha tensado aún más la situación económica y social del país. 

Pero el aplazamiento electoral no se debe únicamente a una cuestión estrictamente monetaria, pues los desafíos jurídicos y políticos son aún más profundos. De todos ellos conviene destacar dos. En primer lugar, la falta de un padrón actualizado, lo que impide elaborar un censo de votantes. Los cambios poblacionales, por ser una sociedad fundamentalmente joven, así como la vuelta de muchos refugiados sursudaneses, suponen un importante desafío a tener en cuenta de cara a la preparación de unas elecciones generales. En segundo lugar, Sudán del Sur aún no tiene una constitución definitiva. La Carta Magna vigente no es más que un documento transitorio aprobado tras la independencia.

El presidente sursudanés, Salva Kiir, durante la última cumbre China-África, celebrada en septiembre de 2024. Fotografía: Andy Wong / Getty



¿Será en 2026?

La pregunta que surge es, por lo tanto, si en tan solo dos años, en diciembre de 2026, Sudán del Sur estará preparado para sus primeras elecciones. Luka Biong Deng, economista y profesor de las universidades de Yuba (Sudán del Sur) y Nacional de la Defensa, de Washington (EE. UU.) se pregunta qué es lo que se puede hacer para evitar un nuevo aplazamiento. El investigador sursudanés aboga por la creación de una nueva infraestructura política en la que la Comisión Mixta de Seguimiento y Evaluación Reconstituida (RJMEC), órgano responsable de dar seguimiento a los acuerdos de paz de 2018, inicie una campaña para las elecciones con el fin de «impulsar una agenda nacional para poner fin a este ciclo de aplazamientos» así como para «preparar y apoyar la adopción de legislación para evitar el aplazamiento de las elecciones por parte del Gobierno Transicional de Unidad Nacional en 2026». Otra solución propuesta por Biong Deng es acudir a la Ley Electoral de 2012, según la cual, si las elecciones no tienen lugar en esa fecha, el presidente puede disolver todo el gobierno y reemplazarlo por un gobierno provisional de carácter tecnocrático cuya misión principal sea la de «garantizar la implementación de los acuerdos de paz de 2018 y la celebración de elecciones». Estas son, sin duda, dos de las posibles soluciones para evitar un nuevo aplazamiento. Pero será necesario el apoyo de la comunidad internacional a través de las agencias de Naciones Unidas y su misión en el país (UNMISS), «a las instituciones relacionadas con las elecciones, como la Comisión Electoral Nacional, la Comisión Nacional de Revisión de la Constitución, la Oficina Nacional de Estadística y el Consejo de Partidos Políticos», según apunta Biong Deng. 

Sudán del Sur es un país que enfrenta profundos y graves problemas. Según la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria (IPC), casi la mitad de la población del país se enfrenta a altos niveles de hambre. El pasado mes de octubre, un artículo de Florence Miettaux en Le Monde alertaba de cómo el sector de la salud se encontraba al borde del colapso. La celebración de elecciones en Sudán del Sur no será, de ninguna forma, la solución a estos y otros problemas del país. Pero garantizar las condiciones que permitan su celebración sí puede suponer un paso adelante para que esta nación africana se vaya dotando de mecanismos que le permitan afrontar sus propios desafíos.  


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