Rabia contra la violencia

Youth of ENDSARS protesters display a placard in a crowd in support of the ongoing protest against the harassment, killings and brutality of The Nigerian Police Force Unit called Special Anti-Robbery Squad (SARS) in the Lagos State House of Assembly on October 13, 2020. (Photo by Olukayode Jaiyeola/NurPhoto via Getty Images)

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Una protesta contra los abusos policiales salta de las redes sociales y se extiende por las calles del país.

Cuando comenzaron las protestas contra los abusos policiales en Nigeria, protagonizadas por jóvenes en su mayoría y centradas en pedir la abolición de la Brigada Especial Antirrobo (SARS, por sus siglas en inglés), ni era la primera vez ni había nada que hiciera pensar que ahora sería diferente. Sin embargo, lo que comenzó con una campaña en las redes (#EndSars) creció en las calles y no se calmó con la orden del presidente ­Muhammadu Buhari de eliminar la unidad ni con el anuncio de «reformas» policiales de mayor calado. Tampoco cedió cuando la jefatura policial dijo que pondría en libertad a los manifestantes arrestados durante las protestas. El escepticismo y la rabia de una población que percibe a la Policía como un cuerpo represor dependiente de las élites había calado y las concentraciones servían también para clamar contra la corrupción y el desempleo. El detonante de esta ola fue un vídeo en el que miembros de la SARS asesinaban a un joven. Meses antes, Amnistía Internacional (AI) documentaba decenas de torturas y ejecuciones extrajudiciales desde 2017. La mayoría de las víctimas eran hombres jóvenes de entornos desfavorecidos.

«No se puede tirar al niño con el agua del barreño», dijo Simon Lalong, presidente del Foro de los Gobernadores del Norte, que pedía actuaciones exclusivas contra los agentes implicados en abusos y destacaba la relevancia de la SARS para la seguridad de su zona. Pero en las calles la protesta volaba y al anunciarse una unidad que absorbería a los miembros de la SARS tras «reconocimientos psicológicos y formación», exigieron también la disolución del nuevo cuerpo. La mecha prendía con fuerza en Lagos, Port Harcourt, Enugu, Benin City y Abuya. También hubo protestas en Londres, Berlín o Nueva York espoleadas por la diáspora y el apoyo de famosos en redes sociales.


Tinuke, costurera de profesión, elaboraba el 19 de octubre cintas para el pelo con la bandera de Nigeria en el aeropuerto Murtala Muhammed de Lagos, durante las protestas contra la violencia de la SARS.

Tras semanas de protestas, en su mayoría pacíficas, el gobernador de Lagos, Babajide Sanwo-Olu, decretó un toque de queda mientras decía que las manifestaciones habían degenerado en un «monstruo» que amenazaba a la sociedad. La misma noche del establecimiento del toque de queda se produjeron tiroteos con una veintena de muertos y decenas de heridos (creíble para AI). El Ejército negó su implicación, pero algunos testimonios hablaban de uniformados que dispararon contra manifestantes. Según testigos, las ambulancias no podían acceder a la zona porque los agresores habían construido una barricada que aislaba la zona. También se dijo que en el momento de los hechos estaban desconectadas las cámaras de vigilancia, mientras en redes sociales se compartían vídeos de manifestantes atendiendo a los heridos. Los incidentes se produjeron después de que días atrás se hubieran denunciado episodios de violencia en las protestas –incluyendo un ataque con machetes en Abuya– con una decena de muertos como resultado. Fuentes gubernamentales informaron de que 2.000 reclusos habían escapado tras el ataque a dos cárceles en Edo. No es fácil saber hasta qué punto el mensaje del Gobierno de que los violentos se apoderan de las protestas es una realidad o una manera de desacreditarlas para controlarlas.

Días después de lo sucedido en el área de Lekki, en Lagos, el Tribunal Penal Internacional ha abierto un examen preliminar de los presuntos crímenes cometidos por las autoridades. Mientras, el director de la empresa que gestiona las cámaras de seguridad de la zona ha confirmado que las grabaciones de la posible represión policial no estaban completas y habían sido manipuladas.

Imagen de portada: Olukayode Jaiyeola/NurPhoto Getty Images
Imagen en el contenido: Benson Ibeabuchi/AFP Getty Images

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