Rubén H. Bermúdez: «Hay un gran déficit de nuestras historias»

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Rubén H. Bermúdez, fotógrafo


«Tengo 39 años. Soy de Móstoles y me dedico a la fotografía, al vídeo y al diseño gráfico. Soy autor del fotolibro Y tú, ¿por qué eres negro? y director de la película A todos nos gusta el plátano. También soy uno de los creadores del espacio y el festival Afroconciencia en Matadero Madrid».





¿Por qué te dedicaste al mundo de la imagen? 

Uno de los grandes recuerdos que tengo es cuando de pequeñito iba al videoclub con mi padre. Recuerdo el olor y el ritual de mirar las carátulas de las películas, que ya te llevaban a otro mundo. Luego las veía en casa y flipaba. Creo que eso tiene mucho que ver con que me guste todo esto. Después me apunté a unos cursos y vi que se me daba bien el diseño gráfico, intuitivamente, de manera natural, y mi carrera tiró por ahí. 

También das clases.

Ahora mismo es lo que más me gusta. Hago unos talleres en los que intento transmitir una serie de ideas en torno a la creación, a ser fotógrafo, artista, a esa necesidad de contar. Trato de dar herramientas para poder hacer un libro, un disco o lo que quieran hacer.

Háblame de tu libro Y tú, ¿por qué eres negro?

Es un proyecto fotográfico que nace en 2014 a partir de la necesidad de tener respuestas. Yo crecí en Móstoles en los 80, en un contexto muy blanco. A mi alrededor no había personas racializadas. Había otro chico en el colegio, que llegó más tarde que yo, y no recuerdo a nadie más con el que hablara de manera regular. Mi familia era blanca, mis amigos, la gente que veía en televisión… En todos los lugares eran blancos. Y a mí nadie me había explicado mi matiz, mi diferencia. En el colegio los niños me preguntaban: «Pero, ¿tú de dónde eres, Rubén?». «Pues soy español. Vivo ahí, en Pintor Miró». «Pero, ¿y tus padres?». «Son españoles». «Y tú, ¿por qué eres negro?». Esa secuencia de preguntas me ha acompañado toda la vida y nunca he tenido una respuesta muy clara ni hacia mi interlocutor ni hacia mí. La pregunta me dejaba bloqueado. Y he acabado haciendo un fotolibro. Lo he hecho con la esperanza de que quien lo viera se sintiera identificado o disfrutara al leerlo. Y ha sido un éxito.


Rubén H. Bermúdez el día de la entrevista. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo


¿Qué cuenta?

Cuenta partes de mi historia. Mi relación con mi negritud. Pero, realmente, no sé del todo qué es lo que cuenta. Siempre que me hacen esta pregunta me rebelo un poco, me voy por los laureles e intento evitar acordonarlo, porque hay muchas interpretaciones. Está bien así, que el libro tenga su propia vida.

¿Qué imágenes aparecen?

Hay básicamente tres tipos de imágenes. Imágenes de mi álbum familiar, de mí mismo, o imágenes que de alguna manera han afectado a mi vida, algún selfi y fotos que he tomado con la cámara. También hay imágenes de archivo de representación de las personas negras en el contexto occidental: en la publicidad, en la televisión, en el cine… Y también imágenes en el contexto histórico de la relación de España con la negritud. He acudido a diferentes archivos donde he ido rescatando imágenes que luego me han servido para el relato. 

¿Te ha sorprendido la repercusión del libro?

Sí. El proyecto lo empecé abriendo un pequeño blog para responder a unas inquietudes vitales y en ningún momento pensé que le iba a interesar a nadie. Cuando publiqué el libro, con mucho miedo, funcionó bien. La gente lo leía y me mandaba mensajes preciosos diciéndome que les impactaba emocionalmente. Había, con matices, dos respuestas. La gente de colectivos minorizados que me decían que se sentían identificados, que cuento su vida. Y luego la gente blanca heterosexual hegemónica, la que habitualmente es protagonista de las películas y los libros, que me decían que les hacía ver algo que antes no veían. 

¿A qué achacas este éxito? 

Principalmente a que hay un gran déficit de nuestras historias. El título Y tú, ¿por qué eres negro? es potente y en España llama la atención. Quizá si el libro se hubiera sacado en Reino Unido, no habría tenido ninguna trascendencia, pero aquí era una historia contada pocas veces. Intenté hacerlo de una forma que molara. Creo que, al final, el fotolibro que hicimos es un objeto bonito y barato.


Rubén H. Bermúdez el día de la entrevista. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo



Hablemos de cine ¿Qué es A todos nos gusta el plátano? ¿Qué tiene que ver con el libro?

Que el libro funcionara tan bien me dio un cierto reconocimiento dentro del mundo cultural español. Me pidieron que hiciera de curador de un ciclo de cine en el CA2M (Centro de Arte 2 de Mayo), y eso me obligó a indagar en ese mundo. Un día, visitando una exposición, entré en una sala y vi un vídeo del artista Arthur Jafa. No le conocía y me senté a verlo sin expectativas. Fue increíble. Duraba ocho minutos y fue súper emocionante. Me hizo llorar, y no lloro en un museo fácilmente. Utilizaba imágenes de archivo, era emocional y tenía mucha relación con mi libro.

¿Cuál era su mensaje?

No sé. Yo creo que habla de la historia de un pueblo, de sus emociones, de sus personas, de su lucha, de sus miedos… Pero no lo hace de manera literal, es más como poesía. Y me dije que yo podía intentar hacer algo así. Había unas becas en Matadero para artistas visuales de Madrid y me la dieron. Tenía un año por delante para hacer una película. Yo pasaba mucho tiempo en Matadero, donde está situado Afroconciencia, y venía gente afro a verme, amigos y personas que no conocía. Yo les contaba que iba a hacer una película y les preguntaba qué querían ver en ella, y me decían «Pues a mí me gustaría reírme», «Me gustaría ver gente negra que es feliz». «¿Y qué no te gustaría?» «No me gustaría ver otra historia de sufrimiento», «No me gustaría ver otra historia en la que el racismo es el protagonista principal». Se repetían mucho esas respuestas. Y eso influyó en lo que iba a hacer. En paralelo, la cineasta Claudia Claremi me trajo un disco duro con películas divididas en carpetas, y en una ponía «voz colectiva». Las películas estaban construidas sin que hubiera un director muy marcado. Era algo más democrático, la autoría se diluía y hablaba de un colectivo. Entendí que por ahí tenía que ir yo. 

¿Qué cuenta tu película?

Es una especie de experiencia visual. La sinopsis es: «Siete personas negras protagonizan el intento de hacer una película en España». Eso es lo que es. 

¿Qué repercusión te gustaría que tuviera?

El libro ha tenido más éxito de lo esperado. La película siempre he querido que fuese más pequeñita, más íntima. A los que la hemos hecho nos ha gustado. Estamos felices con ella. Eso ya es un éxito. Hemos acordado que la vamos a mandar a festivales a ver si tiene un recorrido más allá de nosotros mismos. Queremos algo pequeño, algo que podamos manejar.

¿Consideras que tus obras forman parte de la lucha antirracista?

Yo creo que sería un poco naif pensar que haciendo un libro o una película, del tamaño que sea, vas a poder cambiar el mundo. Ni Almodóvar puede. Sí que creo que es una expresión cultural de un tiempo. De eso sí soy consciente, y sí que intento que lo que hago envejezca bien, que hable del tiempo que yo viví. Pero no creo que este trabajo se deba limitar a una lucha. Cuando pasaron la película en Valencia la primera vez, en la librería United Minds, después hubo un debate. Una chica que tomó la palabra dijo: «Me ha gustado mucho. Da ganas de vivir». Me pareció una fantasía que dijera eso. Es lo mejor que me pueden decir. Después otro chico dijo: «Yo me imaginaba que venía a ver un documental clásico de la lucha antirracista, pero no. He visto una cosa muy humana, calentita, muy cercana, como si te dieran una caricia, un abrazo». Y empezaron a debatir sobre si esto era lucha antirracista o no, si quizá una película como la mía era precisamente lo que ahora el antirracismo necesitaba. Creo que el libro y la película son unas herramientas más que sirven para pensarnos. 

Eres impulsor de Afroconciencia. ¿Cuál es tu balance? 

Ha crecido año a año. Matadero nos ha ido dando más espacio. Primero un taller mensual, luego el festival, que en su primer año fue catártico, juntó a mucha gente que necesitaba decir abier-tamente que era negra. Se trataba de un acto político-cultural en torno a nuestras negritudes. Estamos haciendo más cosas, varios proyectos que crecen a diferente ritmo: la revista Negrxs, el espacio de educación, el Espacio Afrofeminista, el servicio jurídico, un gabinete psicológico, una biblioteca, un espacio de sanación… Afroconciencia ha sido algo importante para la gente y hay que estar orgullosos de lo que hemos hecho. 

 


Fotografía: Rubén H. Bermúdez



CON ÉL

«Este cuaderno lo compré cuando me dieron la beca en el centro de residencias artísticas de Matadero. En él voy apuntando cosas que tienen relación con la película: referencias, cosas que me gustaría copiar, detalles de conversaciones…Un poco revuelto, pero lo tenía todo ahí». 



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