El sistema discrimina a los refugiados africanos

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Texto: Gonzalo Gómez / Fotos: Javier Sánchez Salcedo

Tan poblado como Italia, Francia o Reino Unido. Bastante más poblado que España. Así sería un hipotético país habitado por los refugiados que hay en estos momentos en el mundo. Sin embargo, no es en el discurso de las cifras, por abultadas que estas sean, en lo que quieren incidir las obras sociales de los jesuitas en España que ayer convocaron a los medios en Casa Árabe. Quizá porque es de cifras –tan flexibles que lo mismo revelan que ocultan– de lo que se llenan los relatos gubernamentales, tan propensos a esconder víctimas como de llenar de números los escaparates.

“Queremos elaborar un relato justo”, dijo Cristina Manzanedo, una de las responsables de la Campaña Hospitalidad. Un relato que contrarreste, a través de testimonios en primera persona, los “no vengas”, “no eres legal”, o “no te conozco”, de los que solo hablan de oídas –aunque a veces griten.

 

 

ALGUNAS CIFRAS, PESE A TODO

Cifras, sí, porque interesado como es su uso, a menudo se oculta que de los 60 millones de refugiados que hay en el mundo –probablemente más que nunca– solo 20 millones traspasaron fronteras y entre ellos, apenas el 15% está en Europa. Líbano, que tiene por vecinos a Siria e Israel, acoge a dos millones de refugiados con una población de seis millones. Acoger es una palabra demasiado grande, por supuesto, cuando esas son las proporciones del reparto.

El año pasado en España, 15.000 personas fueron solicitantes de asilo y solo se resolvieron 3.000 casos. Dos de cada tres de esas personas  encontraron un no por respuesta, lo que automáticamente les sitúa en un limbo legal que cualquier día podría acabar con una expulsión en dirección a un país del que han huido poniendo, en algunos casos, en peligro su vida porque no tenían más remedio.

 

PERO SE TRATA DE PERSONAS

Es lo que vivieron Ana María y Natalia, que llegaron de un país americano perseguidas por un político asociado con las maras. El “pecado” de Ana María fue proponer en un consejo que fuera una mujer la candidata para un puesto político, lo que implicaba la no continuidad del hombre que ocupaba el cargo. El de Natalia fue más simple: ser hija de Ana María. Las amenazas directas, y la actividad e historial de las maras que las acosaban les hicieron tener razones fundadas para temer por sus vidas. Sin embargo, el Estado español no encontró que cumplieran los requisitos para aplicarles la protección que estipula la Convención de Ginebra. Por casos como este, el servicio jesuita a migrantes reivindica el término “refugiado de facto” que alude a aquellos que no entran en los supuestos de la Convención de Ginebra aunque estén necesitados de protección y a los que no son reconocidos como tales, aunque lo ameriten, por una interpretación cuestionable por parte de los Estados.

 

 

LOS AFRICANOS: DISCRIMINADOS DEL SISTEMA

Juan María, africano, lleva casi ocho años en España esperando que se resuelva su caso, cuando el plazo legal para responder a las solicitudes de asilo es –solo sobre el papel– de seis meses. Su caso es sangrante porque nunca recibió ningún tipo de ayuda estatal a lo largo de este tiempo y ha tenido que salir adelante por sus propios medios después de haber sido perseguido, encarcelado y torturado en su país por sus ideas políticas.

 

 

mundo negro foto refugiado

Juan María, solicitante de asilo africano en espera desde hace más de siete años.

Exagerado como es el tiempo que Juan María lleva esperando, sobreviviendo gracias a la comida que le da Cáritas y la ayuda de algunos de sus compatriotas, su ejemplo muestra una realidad que experimentan miles de solicitantes de asilo africanos. El Estado resuelve, en proporción, muchas menos peticiones de africanos que las realizadas por personas provenientes de otros continentes y lo hace, por lo general, de manera menos favorable. Nuestro Gobierno no considera a los africanos refugiados sino migrantes. Y con palabras –”refugiados”, “migrantes económicos”–, y no solo con las cifras, se oscurece a veces lo real dando de paso al traste con los derechos más básicos.

 

 

Cristina Manzanedo lo tiene claro: “El sistema de asilo es discriminatorio con los africanos, sin lugar a dudas. El conflicto Sirio, con grandes cifras y más mediático, oculta la situación de los refugiados africanos en España”.

 

acto entreculturas

Mohannad Doughem, solicitante de asilo palestino; Cristina Manzanedo y Amina Al Zein, refugiada Siria en Líbano.

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Desde promover la anulación del Acuerdo UE-Turquía que bendice las devoluciones automáticas, y la externalización de las fronteras, hasta mejorar la burocracia que regule los asilos y facilitar la integración: en este enlace puedes consultar el manifiesto con las peticiones de las organizaciones sociales de los jesuitas.


MANIFIESTO

 

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