Publicado por Gonzalo Vitón en |
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El 25 de junio de 2025 Mozambique celebrará las bodas de oro de su independencia. 50 años en los que ha vivido una guerra civil y un conflicto entre FRELIMO y RENAMO (2012-2019), ha visto cómo se rubricaban dos acuerdos de paz (1992 y 2019) y, desde hace unos años, ha sido testigo del surgimiento de la violencia en la región de Cabo Delgado. Este cúmulo de acontecimientos han marcado las profundas transformaciones económicas, sociales, culturales y políticas definidas por el paso de un régimen colonial a uno independiente en un territorio que, en la actualidad, suma más de 30 millones de habitantes. El Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO), constituido el 25 de junio de 1962 en el marco de la guerra colonial contra Portugal, fue quien se hizo cargo del país tras la independencia –otro 25 de junio, pero de 1975–, y su permanencia en el Gobierno se ha traducido en una superposición de las estructuras del partido con las del Estado, lo que el abogado mozambiqueño Adriano Nuvunga denomina como «Estado frelimizado». Pero, previo a los festejos de celebración de las cinco décadas de independencia, el país pasará por las urnas el próximo 9 de octubre, en unas elecciones generales que incluyen presidenciales, a la Asamblea Legislativa, a las asambleas provinciales y a gobernadores provinciales. Serán las séptimas desde que, en 1994, tras la firma de los Acuerdos de Paz de Roma (1992), se celebrasen los primeros comicios multipartidistas, ganados todos ellos por el FRELIMO.
Durante las últimas dos legislaturas ha sido Filipe Nyusi (2014-2024) quien ha estado al frente del país. Eva Trindade, periodista mozambiqueña y colaboradora de MUNDO NEGRO, titulaba como «un ciclo de carencias» estos diez años (ver MN 703, p. 10). Hay dos datos que reflejan lo que han supuesto el quinto y sexto gobierno del FRELIMO. Durante la década de Nyusi, en la que en Mozambique se ha comenzado con la explotación de una de las mayores reservas de gas del mundo, el índice de pobreza ha aumentado de un 46 % hasta un 65 %, y el índice de desnutrición crónica en los menores de cinco años se sitúa en el 37 %. Son datos que muestran las dificultades y el estado en el que se encuentra el país. El caso de las deudas ocultas –que llevó a la suspensión de ayudas y préstamos por parte de actores occidentales durante varios años–, el inicio de la violencia terrorista en Cabo Delgado, los ciclones Idai y Kenneth –pasaron por el país entre marzo y abril de 2019–, así como la pandemia, son solo algunos de los elementos que, en parte, explican estas cifras. Según el Índice de Desarrollo Humano (IDH), elaborado por el PNUD, Mozambique ocupa en 2024 el puesto 183 de 193 países, poniendo de manifiesto que las medidas de liberalización económica definidas por el FMI y el BM desde finales de los años 80 no han tenido los efectos esperados.
Nyusi, en línea con Joaquim Chissano y Armando Guebuza, sus antecesores, ha respetado el límite de dos mandatos presidenciales. Sin embargo, aún sigue cuestionándose la salud democrática de Mozambique. El instituto sueco Variedades de la Democracia (V-Dem), en su informe anual, califica a Mozambique como una «autocracia electoral», término que alude a aquellos regímenes en los que, a pesar de existir elecciones multipartidistas, ciertas libertades y derechos se sitúan en unos niveles insuficientes. De hecho, V-Dem ubica a Mozambique en el 30-40 % inferior del índice global, en el que desciende algunos puestos con respecto a 2023, e indica que se encuentra en un proceso de autocratización, es decir, en una tendencia negativa. Según la encuesta del Afrobarómetro llevada a cabo a finales de 2022 en Mozambique, y publicada en enero de 2024, para el 41% de sus nacionales el país va en mala dirección, y entre sus preocupaciones principales se encuentran el suministro de agua, el desempleo, el acceso a electricidad, el estado de las infraestructuras, la escasez de alimentos y las hambrunas.
En este contexto tendrán lugar las elecciones y el cambio de presidente. El cabeza de cartel del FRELIMO, nombrado el pasado 5 de mayo, es Daniel Chapo, abogado de 47 años que se convierte en el primer candidato en la historia de la democracia mozambiqueña que ha nacido después de la independencia. Su figura, bastante desconocida para gran parte de la población, suscita bastantes dudas a pesar de su buen recorrido como gobernador de la provincia sureña de Inhambane. Marco, mozambiqueño que vive hace más de 25 años en Portugal, considera que alguien «que es parte de la organización y que, por tanto, también es responsable del estado de la nación, tiene la responsabilidad de esclarecer en esta campaña de qué modo se va a “trabajar” –tal y como repite el candidato– para que se reconcilie ese matrimonio [FRELIMO y Mozambique] que presenta señales flagrantes de desgaste». Marco se refiere así, en declaraciones a MN, a las posibilidades de que Daniel Chapo traiga una nueva etapa al partido. Isabel Casimiro, profesora emérita de la Universidad Eduardo Mondlane, aseguró a MN que, aunque pueda haber una alteración en el estilo de liderazgo, «la máquina partidaria por detrás es la misma y, por el momento, ni cambió ni va a cambiar tan rápido».
El analista político mozambiqueño José Malaire afirmó en una entrevista al portal digital DW que «es muy difícil trazar un perfil personalizado de cada uno de los candidatos porque no tenemos elementos que sustancien un proyecto, un sueño, una visión nacionalista de cada uno, salvo en la estela de lo que podemos imaginar que hay detrás de los partidos políticos». Junto a Daniel Chapo se presentan, en primer lugar, Ossufo Momade, líder de la Resistencia Nacional Mozambiqueña (RENAMO), que tomó el liderazgo del principal partido de la oposición en 2019, tras la muerte de su histórico líder Afonso Dhlakama. En segundo lugar, Lutero Simango, a la cabeza del Movimiento Democrático de Mozambique (MDM), creado en 2009 como escisión de la RENAMO por el también fallecido Daviz Simango hermano del actual líder y antiguo alcalde de Beira, la segunda ciudad más importante del país–. Por último, destaca Venâncio Mondlane quien, tras pasar por las filas del FRELIMO y la RENAMO, se ha convertido en la figura destacada de la Coalición Alianza Democrática (CAD), que agrupa a varios partidos. Sin embargo, poco antes del inicio de la campaña, la Comisión Nacional de Elecciones, en una decisión ratificada por el Consejo Constitucional (CC) el 1 de agosto, inhabilitó a la CAD para los comicios. Esto implica que la coalición no puede presentar diputados a la Asamblea ni candidatos para gobernadores ni para las asambleas provinciales. Si bien su exclusión no supone la retirada de Mondlane –las candidaturas presidenciales siguen otro proceso–, Trindade afirmó a MN que «aunque dispone del apoyo popular, la decisión del CC ha debilitado su candidatura a la presidencia de la república». En opinión de la periodista, Mondlane «debería crear un partido y organizarse para los próximos cinco años y, así, tener más posibilidades. En política es necesario tener paciencia». El antiguo miembro de FRELIMO y RENAMO, sin embargo, afirmó el pasado 4 de agosto que «ellos [el Consejo Constitucional] me dieron el privilegio de pasar de candidato de la CAD a candidato del pueblo mozambiqueño».
Tras las elecciones en Sudáfrica, varios analistas políticos señalaron el proceso de desgaste que están sufriendo en la región los antiguos movimientos de liberación nacional reconvertidos a partidos políticos tras las independencias. El FRELIMO no es una excepción a este proceso, y Trindade sostiene que «se dieron cuenta y están reorganizándose. Me parece que el nombramiento de Daniel Chapo es resultado de eso». Para la colaboradora de MN, los cambios que se perciben en el país forman parte de «un proceso de concienciación política y ciudadana que ya está en curso en Mozambique y que fue notorio en las últimas elecciones autárquicas», y añade que «en esa toma de conciencia se siente también, y hace mucho, esa ruptura con los libertadores de la patria». A pesar de este contexto, todo indica que Daniel Chapo será el vencedor de las elecciones de octubre, en gran medida por la situación del principal partido de oposición, la RENAMO que, para Casimiro «está bastante debilitada con este presidente [Ossufo Momade], con muy poco carisma y que no ha sabido lidiar con las divisiones internas». Un partido que, según Trindade, ha desaprovechado la inercia creada por sus simpatizantes durante las municipales de 2023 en Quelimane –capital de la provincia de Zambezia–, así como por la negativa a nombrar a Mondlane como su candidato para estas presidenciales. Todo hace indicar que el cambio, por lo tanto, tendrá que esperar en Mozambique.
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