Una Misión entre noticias

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P. Francisco Carrera, director de Iglesia sin fronteras y Aguiluchos (Colombia)


El P. Francisco Carrera Augusto, director de MUNDO NEGRO en dos períodos y actual colaborador de la revista, nació en Esplús (Huesca) en 1953. Siendo seminarista de la diócesis de Lérida sintió la llamada a la misión africana e ingresó en la congregación de los Misioneros Combonianos. En aquellos tiempos no imaginó que iba a dirigir revistas misioneras en cuatro continentes. El P. Carrera nos habla de su particular itinerario misionero, dedicado casi exclusivamente al periodismo.


Pocos misioneros han tenido su movilidad geográfica.

Sí, y además sin pretenderlo. Hasta la fecha, los dos únicos misioneros combonianos que hemos sido destinados y trabajado en cuatro continentes somos el P. Romeo Ballan, italiano y primer director de Mundo Negro, y yo.

¿Cuándo comenzó a interesarse por el periodismo?

Nunca pensé ser periodista. Lo único que había escrito en mi vida era la tesis en Misionología al concluir mis estudios de Teología en Chicago. Yo quería ir a África para trabajar en la pastoral al concluir mi formación, pero estando todavía en Estados Unidos, el entonces provincial de España, P. Domingo Campdepadrós, me pidió que viniera a Mundo Negro y, como coletilla, me dijo que, ya de paso, estudiara Periodismo. Me ordené sacerdote el 7 de julio de 1980 y el día 25 de ese mismo mes estaba en mi mesa de trabajo de la redacción.

¿Cómo eran entonces las cosas en Mundo Negro?

No existía la actual sede de la revista. Trabajábamos en dos cuartos del sótano de la comunidad religiosa de Arturo Soria. En un despacho estaba el director, P. Julio Prado, y en otro el redactor jefe, Gerardo González, y yo. Mundo Negro era prácticamente la traducción al castellano de los contenidos de la revista comboniana italiana Nigrizia y pensamos que sería interesante comenzar a crear algunos contenidos propios para transformar un poquito la revista. Antes de iniciar mis estudios de Periodismo, sin ninguna preparación particular, me vi inmerso en la producción de textos y en un programa misionero radiofónico que se transmitía cada semana por la cadena COPE. Dos años después me recordaron que me había comprometido a estudiar Periodismo, así que por las mañanas trabajaba en la revista y por las tardes acudía a la universidad Complutense. Al concluir mis estudios en 1987, el entonces director, P. Antonio Villarino, fue destinado a Perú y me rogaron que asumiese la dirección de la revista. Así lo hice durante dos años, hasta la llegada del P. Juan Núñez.


Zambia y Malaui fueron los primeros destinos misioneros del P. Carrera. Arriba, una religiosa con un grupo de jóvenes zambianos. Fotografía: Julio Roldán


¿Y luego?

Luego, por fin, África y el trabajo pastoral, concretamente en la provincia comboniana de Malaui-­Zambia. Sin embargo, antes incluso de viajar, me hablaron del proyecto que tenía la provincia para poner en marcha una revista en chichewa, la lengua local, para la animación misionera de niños y jóvenes. Después de unos meses en el país aprendiendo la lengua, me destinaron a Malaui, donde fundamos la revista bimensual Zikomo. Me puse en contacto con algunos artistas locales y publicábamos ­cómics sobre la cultura y costumbres locales junto a textos más elaborados con mensajes sobre la solidaridad, la paz, la fraternidad, etc. No solo los más jóvenes, muchas otras personas, e incluso los obispos, me decían que se la leían de arriba abajo porque, que yo sepa, Zikomo era la única publicación, tanto civil como religiosa, en lengua chichewa que había en Malaui. Desde el Gobierno se potenciaba el uso del inglés para unificar el país.

¿Se sigue publicando Zikomo?

De repente hubo un problema en Filipinas, uno de esos «agujeros» a rellenar que tanto nos «gustan» a los combonianos, y me pidieron que fuera lo antes posible a Manila para hacerme cargo de la dirección de la revista World Mission. Dediqué unos meses a formar al P. Pino Gianini, que trabajaba en nuestro postulantado, y durante algunos años consiguió seguir publicando Zikomo, pero desgraciadamente terminó por ­desaparecer.

¿Cómo fue el salto al continente asiático?

Fue un cambio de mentalidad, pero no tanto como había creído. Filipinas es el «más occidental» de los países asiáticos. La gran mayoría de los filipinos son católicos y la Iglesia es una copia calcada de la mexicana, bastante ritualista y conservadora. Desde World Mission teníamos como objetivo despertar el sentido misionero de esta Iglesia, que de hecho ha dado bastantes misioneros a la Iglesia universal. La dificultad en Filipinas, algo que también veo en la actualidad en Colombia, es que las personas están muy apegadas a la familia y la idea de salir y dejar atrás a sus seres queridos les cuesta bastante.

Durante su época de director de MN, en un viaje de trabajo a Guayaquil (Ecuador). Fotografía: ARCHIVO MN


Seis años después regresó a Malaui.

Así fue, pero no estuve tanto tiempo como me hubiera gustado. Pensaba que ya «me habían utilizado» suficientemente en los medios y que podría finalmente dedicarme de lleno al trabajo pastoral. Había aprendido bien la lengua local y estaba encantado con la dinámica misionera de visitar los poblados, encontrarme con la gente y anunciar la palabra de Dios. Fueron años de verdadera misión… Bueno, no verdadera, porque todo aquello que hacemos, también  en las revistas, es misión. Pero, en definitiva, fue un tiempo precioso de trabajo pastoral con la gente. Un año y dos meses después de mi llegada a Malaui, el «agujero» lo tuvo Mundo Negro. Me pidieron que regresara y un mes después estaba en Madrid.

Se encontró con una situación diferente a la que había dejado en  1989.

Sí, había una redacción bien estructurada y profesional y me sentí muy a gusto en esta segunda etapa en la revista. Ciertamente, Mundo ­Negro tiene esa característica especial que ha sido una bendición a lo largo de su historia pero que tal vez hoy sea un límite. Me refiero al hecho de ser una revista exclusivamente focalizada en África y el mundo afro.

¿Qué quiere decir exactamente?

Cuando la revista nació en 1960, coincidiendo con la independencia de numerosos países africanos, en España nadie hablaba de África y la grandeza de Mundo Negro fue convertirse en la portavoz del mundo africano en nuestro país. Hoy la situación ha cambiado, porque la información sobre África llega a España a través de muchos otros medios y ese servicio de hacer conocer el continente ya no es tan importante. Una característica de la revista ha sido siempre abordar el continente desde perspectivas muy diversas: política, sociológica o cultural, porque ayudan a contextualizar y a comprender las situaciones, pero no se olvida que Mundo Negro es una revista misionera para el anuncio del Evangelio, y de manera concreta para la misión fuera de nuestras fronteras. Este aspecto específico, lo propio comboniano, otros medios no lo tratan, por eso lo hace Mundo Negro.

Es el fundador de MN Digital.

Dirigí Mundo Negro y Aguiluchos entre 2001 y 2007, año en que me sustituyó el P. Ismael Piñón. Como en aquel momento se veía la importancia que en el futuro iba a tener la información digital, me puse a trabajar para crear una página web y un boletín de noticias digital con la intención de seguir avanzando en esa línea, un proyecto que llamamos MN Digital. Era un proyecto ilusionante que tuve que dejar solo seis meses después, cuando me pidieron que asumiera urgentemente la dirección de New People, la revista comboniana para el África anglófona con sede en Nairobi.


El actual director de New People y colaborador de MUNDO NEGRO, P. Andrew Bwalya, con un grupo de colaboradores. Fotografía: Enrique Bayo / MN


Un nuevo salto de continente.

No me resultó complicado adaptarme al ambiente de Kenia y, además, había visitado la mayoría de los países donde enviamos New People, una revista que también tenía como objetivo despertar el espíritu misionero en las Iglesias africanas. Para los ejemplares enviados a Sudán y Egipto, donde la gente apenas habla inglés, introducíamos ocho páginas en árabe con textos que nos enviaban y que maquetábamos. Disponíamos, además, de un centro audiovisual donde preparábamos vídeos y programas misioneros para radio. Más tarde, creamos un centro de formación de diseño de páginas web.

¿Cómo se fraguó este proyecto?

Fue interesante. En el II Sínodo Africano que tuvo lugar en Roma en 2009, hablaron a los obispos africanos de la importancia de entrar en el mundo digital y crear webs diocesanas. Los obispos kenianos se preguntaron cómo se hacía eso. Nosotros éramos conocidos por nuestro centro audiovisual, por lo que una delegación del episcopado vino a New People para asesorarse. Yo les respondí: «En este momento no podemos, vengan dentro de un mes y ya les diremos sí o no». Comencé a buscar en Internet para saber cómo se hacía una página web, me hice con un pequeño esquema y conseguí los programas y aplicaciones que necesitaba. Cuando regresaron los obispos les dije que sí, les mostré algunas páginas sencillas que había hecho y les invité a enviar personas de sus diócesis para formarlas en este tipo de técnicas. Seis de ellos enviaron a sus candidatos y los instruimos. Después se corrió la voz y otros obispos hicieron lo mismo, al igual que algunas congregaciones y parroquias, que empezaron a enviar gente. Más tarde, llegamos incluso a montar un servidor en el Centro New People con un alojamiento web en el que teníamos una cuarentena de páginas de Kenia, Uganda o Etiopía.

Nos queda un cuarto continente, América, en el cual trabaja actualmente.

Mi destino a Colombia fue otra sorpresa inesperada. Cuando en 2014 me sustituyeron en Nairobi, el plan era regresar a España para relanzar MN Digital, pero mis superiores de Roma me pidieron asumir la dirección de las revistas Iglesia sin fronteras y Aguiluchos, con sede en Bogotá. Tampoco aquí he tenido grandes problemas de adaptación, además de que hablar español facilita mucho las cosas. En cualquier caso, en todos los lugares donde he trabajado siempre tengo a mi lado a alguna persona local que relee mis textos y las revistas enteras por si hay aspectos lingüísticos o culturales que se me escapan.

El P. Francisco Carrera en sus tiempos de director de MN. A la derecha de la imagen, el también comboniano P. Enrique Rosich. Fotografía: Archivo MN

El hecho de haber trabajado en cuatro continentes, ¿ha abierto su mentalidad?

No me gusta filosofar demasiado. A mí lo que me ha motivado siempre es el amor a la Misión y a la Familia Comboniana. Somos personas entregadas a la Misión y yo me propuse ir allí donde me enviaran, por eso jamás he dicho «no» a mis superiores. Les pregunto: «¿Creéis que puedo hacerlo?», y si me dicen que sí, vamos adelante. Me acaban de pedir que me quede en Colombia otros tres años y he aceptado. Por el bien de la revista me gustaría que alguien más joven me sustituyera, pero hasta que encuentren a esa persona seguiré trabajando.

¿Ejerciendo el periodismo se siente plenamente misionero?

Sin duda alguna. Por necesidades de la congregación me ha tocado trabajar en este campo de los medios y estoy contento. Pienso en otros compañeros que se pasan la vida en la formación o en la economía, pero yo al menos trabajo en un campo en el que puedo anunciar el Evangelio y llegar a muchas personas. Con las revistas, las páginas web y las redes sociales estoy anunciando a Cristo a muchas personas, sobre todo jóvenes, que de otra manera no recibirían este mensaje. El Papa está invitando a toda la Iglesia a evangelizar a través de los medios de comunicación y yo creo en ello. Cierto es que guardo mis años de servicio pastoral en Malaui como los mejores de mi vida misionera, pero no te haces misionero para hacer lo que a ti te gusta, sino para servir a la Misión. Yo estoy muy tranquilo y con mucha paz.   



Publicaciones combonianas

La animación misionera a través de los medios de comunicación forma parte de la misión comboniana desde los tiempos de su fundador, que en 1872 fundó la revista bimensual Annali della Associazione del Buon Pastore para dar a conocer en Italia la misión africana.

Los Misioneros Combonianos han aumentado su presencia en Internet y producen espacios para radio y televisión en algunos países, pero su mayor compromiso siguen siendo las publicaciones impresas: revistas, libros, calendarios y boletines informativos. Se editan actualmente 24 revistas: 10 en Europa, ocho en América, cinco en África y una en Asia.

Las revistas africanas son:

Afriquespoir: trimestral. Fundada en Kinshasa (RDC) en 1998. Tirada: 4.000 ejemplares.

New People: bimensual. Fundada en Nairobi (Kenia) en 1990. Tirada: 5.000 ejemplares.

Vida Nova: mensual. Fundada en Nampula (Mozambique) en 1960 por los Misioneros de la Boa Nova. Poco después pasará a estar administrada por los combonianos. Tirada: 14.000 ejemplares. Es la única revista católica impresa y distribuida a nivel nacional.

Worldwide: bimensual. Fundada en Pretoria (Sudáfrica) en 1990. Tirada: 3.000 ejemplares.

Leadership: bimensual. Fundada en Kampala (Uganda) en 1962. Tirada: 3.000 ejemplares.

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