Una misionera en «tierra sagrada»

en |



Por Hna. Salome Wangari, desde Namugongo (Uganda)



La vida misionera te empuja a aceptar servicios muy diferentes, y desde 2019 soy la madre maestra del noviciado que las Misioneras Combonianas tenemos en Namugongo (Uganda). En la actualidad somos tres formadoras para 16 novicias, cinco de las cuales están en segundo año y el resto en el primero. Son chicas jóvenes y llenas de vida, todas africanas, originarias de Togo, Uganda, Malaui, Mozambique, República Democrática de Congo (RDC), Sudán del Sur, Chad y Zambia. Como yo soy keniana y otra de las hermanas del equipo formativo es italiana, llegamos a diez nacionalidades diferentes, lo que supone una enorme riqueza, aunque no siempre sea fácil la convivencia.

Vivo este servicio tratando de dar testimonio y compartiendo la belleza y la alegría de la Misión con estas jóvenes que desean ofrecer su vida como misioneras del Evangelio. Es cierto que solo se puede dar lo que se tiene, por lo que yo comparto con las novicias el capital espiritual y misionero que he ido adquiriendo en los diferentes lugares donde he estado. Mi primer destino fue Camerún, donde llegué con la emoción de una nueva experiencia y sufrí bastante con el aprendizaje del francés. Después fui enviada a RDC, en concreto a Kisangani, ciudad mártir por todo lo que habían sufrido sus habitantes durante las guerras de los años 90.

Mi experiencia allí fue hermosa y desafiante a la vez. A mi llegada, Kisangani estaba atravesando una época de sanación y reconciliación y yo pensaba que con mis estudios teológicos evangelizaría y cambiaría las cosas, pero tuve que «quitarme las sandalias» porque era «tierra sagrada». Necesité tiempo para interactuar con la gente y entender por qué se comportaban como lo hacían. Aprendí que ellos no necesitaban a una intelectual sino a una compañera en sus luchas diarias. Descubrí que en la escuela donde enseñaba tenía que salir de la comodidad y sentarme con los profesores en su hangar para conocer la vida real de la población.

Ahora en Uganda todo es diferente. La formación de estas jóvenes novicias es compleja. Las que vienen de países francófonos o lusófonos deben ir a Kenia antes de comenzar el noviciado para el aprendizaje del inglés, para que cuando lleguen a Namugongo la lengua no sea un problema. Aparte de los estudios que realizaron antes de llegar al noviciado, siguen una formación junto con novicios y novicias de otras congregaciones sobre la Biblia y nociones básicas de Teología. Mientras, nosotras en casa las ayudamos a conocer bien nuestra congregación y el sentido de la vida consagrada. Insistimos mucho en el conocimiento de sí mismas y en el valor del trabajo, del servicio y de la comunidad, tan importantes en la vida diaria de nuestras comunidades misioneras.

Las chicas realizan diversos trabajos prácticos y manuales, como el cultivo de un pequeño huerto. Al menos un día a la semana hacen deporte, y los viernes lo dedicamos al apostolado. Algunas novicias van a la cárcel de Kampala, otras dan catequesis en las escuelas, otras trabajan en un centro de acogida de niños y niñas en situación de calle y otras llevan la comunión a los enfermos y visitan a los ancianos. Yo suelo acompañar a este último grupo y, a pesar de que no he conseguido todavía aprender la lengua local, disfruto visitando a las personas mayores, que muestran mucha alegría al vernos. Algunas viven solas y nadie piensa en ellas. También hay gente que no termina de comprender lo que hacemos y nos preguntan por qué no estamos casadas y no tenemos hijos.

En este servicio como formadora, recuerdo con frecuencia la frase de Comboni: «Yo muero, pero mi obra no morirá», porque me ayuda a dar sentido a lo que hago preparando nuevas misioneras para ser enviadas al mundo. Esto me hace dormir tranquila cada noche.



En la imagen superior, la Hna. Salome Wangari, segunda por la izquierda, junto a otras tres misioneras combonianas. Fotografía del archivo personal de la autora.


Colabora con Mundo Negro

Estamos comprometidos con la información sobre África

Si te gusta lo que hacemos, suscríbete a nuestra revista o colabora con nuestro proyecto