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Marruecos pretende el ingreso en la Unión Africana sin resolver el conflicto de la antigua colonia española
Por Ana Camacho
La solicitud de adhesión a la Unión Africana (UA) presentada en septiembre por Marruecos ha provocado una fuerte controversia en el seno de la organización panafricana. El conflicto de Sahara Occidental, que Marruecos invadió en 1975, ha vuelto a marcar el enfrentamiento entre países africanos aliados de la política anexionista del país magrebí y los que consideran que el contencioso debe resolverse con el reconocimiento marroquí del derecho a la independencia de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) que el Frente Polisario proclamó en 1976, en los llamados territorios liberados.
En el fragor de la nueva ofensiva diplomática de Marruecos, 28 de los 54 países que integran la UA han exigido que su regreso a la organización regional cumpla con una vieja aspiración del país magrebí: la expulsión de la RASD, que la Organización para la Unidad Africana (OUA) –antecesora de la UA– admitió como miembro de pleno derecho en 1984, provocando la airada reacción del reino alauita que, en señal de protesta, abandonó la institución. Gracias a ello, Marruecos asegura ahora contar con los votos necesarios para lograr el objetivo en la próxima cumbre que la UA celebrará en Adís Abeba los días 30 y 31 de enero. Varios indicios muestran, sin embargo, que importantes obstáculos se interponen en su camino. En las últimas semanas, incluso medios marroquíes defensores de la supuesta marroquinidad de Sahara han puesto de relieve que la diplomacia alauita ha rebajado llamativamente su tono triunfal sobre las circunstancias en las que podría llevarse a cabo este regreso a la familia panafricana.
Cuando este verano el rey Mohamed VI inició la campaña para ingresar en la UA, todo indicaba que no iba a cambiar la postura mantenida por Marruecos desde 1984, cuando el entonces rey y padre del actual monarca, Hassán II, decidió el abandono de la OUA hasta que la organización anulase el reconocimiento de la RASD, calificada por Rabat como el estado fantoche de Argelia, a la que acusan de apoyar la causa saharaui en el marco de una antigua rivalidad regional. El rechazo marroquí a coincidir de igual a igual en la OUA con la RASD fue lo que provocó que Marruecos fuese el único Estado africano al margen de la creación de la UA en 2002.
Por ello no sorprendió que en la carta que Mohamed VI dirigió este verano al presidente de turno de la UA, el chadiano Idriss Déby, solicitando el ingreso de su país en la organización, dejase clara su intención de lograr la expulsión de la RASD. En respuesta a esta petición, 28 miembros de la UA reaccionaron con una misiva dirigida a Déby en la que se mostraron partidarios de cumplir con la exigencia marroquí. Se trata de un bloque integrado por Benín, Burkina Faso, Burundi, Cabo Verde, Comoras, Congo, Costa de Marfil, Yibuti, Eritrea, Gabón, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea-Bissau, Guinea Ecuatorial, Liberia, Libia, RCA, RDC, Santo Tomé, Senegal, Seychelles, Sierra Leona, Somalia, Sudán, Suazilandia, Togo y Zambia.
El Frente Polisario respondió que la mayoría de las firmas eran adhesiones oportunistas incentivadas por la ofensiva económica con la que Marruecos está respaldando una campaña diplomática que ha incluido el envío de numerosos emisarios y giras del propio monarca a países africanos. Desde la perspectiva saharaui, resultó un gran avance para su causa que Túnez y Egipto, que durante buena parte de los 41 años que dura el conflicto fueron grandes amigos del anexionismo alauita, optaron por no firmar la carta. Se había roto con ello, dicen, una importante brecha entre los países de la Liga Árabe, tradicionalmente entusiastas promarroquíes.
Pese a ello, el apoyo de los 28 países a la estrategia marroquí fue aireado por la prensa oficialista del país como un golpe certero contra el frente prosaharaui africano. Se habló incluso de un inminente viaje del monarca a Kigali para asistir con todos los honores a la 27 Cumbre de la UA que se estaba celebrando en la capital ruandesa. Fue tal la confusión que crearon estas informaciones que, desde la organización panafricana, estimaron oportuno aclarar la situación con un comunicado que confirmó que Marruecos seguía sin formar parte de la UA, que no había asistido ni hecho ninguna declaración ningún representante suyo durante la Cumbre y que la citada carta al presidente chadiano ni siquiera había formado parte de la agenda de la reunión.
Condiciones para el ingreso
Pocos días después, la diplomacia marroquí recibió otro jarro de agua fría desde la UA que, con un nuevo comunicado, recordó que todo Estado que quiera adherirse a la organización debe cumplir con las disposiciones del Acta Constitutiva, especialmente los principios de la Unión tal como se definen en el artículo 4 de la Constitución que obliga a los Estados a la “igualdad soberana y la interdependencia de todos los Estados miembros de la Unión y existe el respeto de las fronteras existentes en el momento del acceso a la independencia”. De esta manera desde la UA se recuerda que lo que en Rabat llaman ‘regreso’ constituye en realidad la adhesión desde cero a una organización de la que Marruecos nunca ha formado parte.
Desde Rabat, se reconoció que la advertencia iba en su contra. La prensa oficialista la atribuyó a una conspiración de Argelia y sus aliados para sabotear los éxitos que han puesto a su alcance la recuperación de su asiento en la organización regional. En concreto, el Gobierno marroquí acusa de este revés al eje que se ha alineado con la causa saharaui y su rival argelino, a la poderosa Nigeria (en la página anterior el rey de Marruecos reza con el presidente nigeriano, Muhammadou Buhari en la Mezquita Nacional de Abuya, el pasado 2 de diciembre) y, sobre todo, a la muy influyente Sudáfrica.
El canciller marroquí, Saleheddine Mezouar, ha dirigido en especial sus denuncias contra la presidenta de la Comisión de la UA. Para los diplomáticos marroquíes Nkosazana Dlamini-Zuma es una pesadilla desde que en 2004, entonces ministra de Asuntos Exteriores de Sudáfrica, anunció el reconocimiento de su país a la RASD. Este giro, que acabó con diez años de aplazamientos a las promesas de reconocimiento del Estado saharaui realizadas en 1994 por Nelson Mandela, supuso una de las grandes derrotas de Marruecos en el tablero africano. De ser uno de los grandes aliados de Marruecos en tiempos del apartheid, Sudáfrica se convirtió en uno de los Estados africanos más combativos a favor de la causa saharaui en los foros internacionales.
El entonces presidente sudafricano, Tabo Mbeki, fundamentó su decisión en la intransigencia mostrada por Marruecos en la busca de una solución al conflicto, con el rechazo que acababa de dar al plan de paz del ex secretario de Estado norteamericano, James Baker, provocando su dimisión, tras años de trabajar para la resolución del contencioso como enviado personal del secretario general de la ONU. Más grave para Marruecos es la insistencia con la que Sudáfrica condena como contraria al derecho internacional la determinación de Rabat de imponer al pueblo saharaui su integración a territorio marroquí sin más concesión que la de un régimen de autonomía.
Apoyos africanos a Sahara
Los diplomáticos saharauis están muy agradecidos al apoyo sudafricano. Pero también suelen resaltar que la solidez de su posición en la UA se debe al firme respaldo de otros países como Angola, Mozambique o Etiopía –además de Nigeria–. Estos apoyos son para ellos los que han hecho posible las numerosas iniciativas con las que la UA viene exigiendo a la ONU la celebración cuanto antes del referéndum de autodeterminación que debía haber culminado, en 1991, el plan de paz aprobado con la ONU por el Frente Polisario y el propio Gobierno de Marruecos.
Desde la UA también se exige a Marruecos el respeto del derecho internacional que reconoció el derecho del pueblo saharaui a decidir libremente su futuro a través de una consulta organizada por Naciones Unidas. También han resultado muy dañinas para la diplomacia marroquí las condenas que la UA viene haciendo de la explotación de los recursos del territorio saharaui por parte de las fuerzas de ocupación.
La UA no pierde de vista ninguno de los incumplimientos marroquíes del plan de paz de la ONU que han causado el aplazamiento del referéndum: cuando este verano un movimiento de tropas marroquíes en El Guerguerat –en el sur de Sahara Occidental–, creó un alto riesgo de guerra en la zona, desde el organismo continental se denunció la violación marroquí del alto el fuego de la ONU. Las llamadas de atención de la UA ante la ONU han ido cobrando fuerza a medida que Marruecos ha logrado que el plan de paz languidezca ante la cómplice indiferencia de las potencias que ocupan de forma permanente el Consejo de Seguridad de la ONU.
Preocupación marroquí
Esta reactivación del papel de la UA en la cuestión saharaui resulta preocupante para Marruecos ya que existe una estrecha vinculación entre el organismo continental y la ONU (zanjada por resoluciones). De hecho, la OUA fue corresponsable del plan de paz que dio lugar a la puesta en marcha en 1991 de la MINURSO (Misión de Naciones Unidas para el Referéndum de Sahara Occidental) y la implantación del alto el fuego en la antigua provincia número 53 de España.
Muchos de los Gobiernos africanos que ahora más exigen el cumplimiento del plan de paz alegan que si la organización regional se mantuvo tras 1991 en un plano secundario fue para favorecer la solución negociada, evitando dar el pretexto a Marruecos de rechazar las gestiones onusianas, alegando la falta de parcialidad que desde Rabat se atribuye a la UA desde que reconoció la RASD. Pero, ante la falta de resultados y el fracaso de la ONU, añaden, se han visto obligados a adoptar un papel más activo que acabe con la vergüenza que supone que Sahara Occidental sea el único territorio africano pendiente de descolonizar.
Este cambio africano es lo que, según los analistas, ha forzado a Marruecos a emprender su campaña para adherirse a la UA. Aunque no logre de inmediato la expulsión de la RASD, su adhesión en la organización le permitiría al menos maniobrar con sus aliados para intentar contrarrestar la política prosaharaui panafricana.
La versión saharaui subraya que los cálculos que hace la diplomacia marroquí –asegurando que cuenta con los dos tercios de los votos de los miembros de la UA– son exagerados y sistemáticamente falseados con noticias como la que este verano anunció a bombo y platillo que Zambia había anulado su reconocimiento de la RASD. Más tarde se verificó que se trataba de un montaje marroquí en complicidad con un ex ministro de Exteriores acusado de apropiarse indebidamente de fondos públicos.
Según los diplomáticos del Frente Polisario, es la falta de confianza de Marruecos en la lealtad de muchos de sus supuestos aliados la que ha forzado el cambio de tono con el que, a partir de agosto, la diplomacia marroquí ha dejado de apostar públicamente por la expulsión de la RASD. En el viaje que el monarca alauí realizó en octubre a Ruanda, sus gestiones se centraron en que el regreso a la UA, que Rabat sigue dando por seguro, sea sin condiciones, es decir, sin que el Gobierno marroquí pueda hacer excepciones a la observancia del Acta Constitutiva.
El primer pulso marroquí resultó negativo. Con motivo de la IV Cumbre Árabe-Africana celebrada en Guinea Ecuatorial los días 23 y 24 de noviembre, Marruecos amenazó con abandonar la cita en protesta por la presencia de la RASD. A pesar del apoyo de varios países árabes, cuyas inversiones son cruciales para muchos países africanos, ningún representante africano abandonó la sala.
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