Publicado por Carla Fibla García-Sala en |
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De forma muy natural y espontánea, un día revisando mi archivo fotográfico de los últimos años en Senegal y en África occidental me di cuenta de que tenía muchísimas fotos de mujeres con bebés en la espalda. Mi novio estaba al lado y se lo comenté. Me cansaba un poco esa imagen. Y dije: «¿Qué pasa con el padre? No lo lleva». Su reacción fue reírse y decirme que «claro que no». Pero yo le respondí: «¿Cómo que no? Si yo te he visto llevar al tuyo…». Y me dijo: «Sí, pero es que yo soy de Casamance, allí los llevamos, pero en Dakar no verás a ningún padre con el niño en la espalda». Fue categórico y me lo planteé como un reto, y empecé a preguntar.
Sí, pero no veía que estuviera tan marcado el papel del padre y la madre. Era una imagen que no había visto en una fotografía y empecé a preguntar. Las imágenes no solo muestran algo, sino que también inspiran. Di rienda suelta a la Marta creadora y me centré en imágenes que me parecen interesantes y pueden conducir o inspirar el cambio que queremos ver. Lo planteé desde el principio como un proyecto personal y artístico. Mi estilo es documental y periodístico, por eso la estética me ha ayudado a crear esa confusión entre la realidad y la ficción. La gente, cuando ve la fotos, dice: «Yo no lo he visto nunca, ¿dónde es esto? ¿Dónde te lo has encontrado?». Me da igual que piensen que lo he montado o no, porque lo que me interesa es que, con la expo, la gente se haga preguntas y se abra un debate necesario.
El papel de la mujer y el del hombre, si están -realmente definidos y por qué. ¿Cuál es el problema si esto, que en teoría está destinado a que lo haga una mujer, lo hace un hombre? Puede ser colgarse a un niño a la espalda o meterse en la cocina. Lo que me molestaba de las imágenes que hago es que reproduzco constantemente la instantánea de una realidad con la que no estoy del todo de acuerdo.
Sí, pero hay que invitar al juego para mostrar otra parte de África. Recuerdo cómo me llamó la atención cuando me fui a vivir a Senegal que los padres estén tan presentes: lo están en la educación de sus hijos, se ocupan de ellos… Pero como fotógrafa percibo que esas imágenes no se ven. Yo no veo en los reportajes a padres jugando con sus hijos, llevándoles al colegio, vistiéndolos, cambiándolos, cuidados que sé que hacen. En África, las imágenes que se reproducen y se publican cuando hay un niño o un bebé es siempre la de la madre junto a él, parece que es la única que existe.
Hacía un poco de trampa porque cuando me decían que eran padres les preguntaba cómo se repartían las tareas de la casa, y me aseguraban que lo hacían todo entre los dos. Solían defender la igualdad en el hogar, y luego pasaba a proponerles participar en una acción que mostrase esa igualdad que defendían, porque hay gestos que muestran mucho, que el padre está ahí para su hijo y para apoyar a su mujer. Les parecía perfecto. Primero sentaban al niño sobre sus piernas, pero les pedía que lo cogieran y lo hacían delante, con los brazos. Ahí les pedía que mejor se lo colgasen en la espalda, y no tenían mucho problema, incluso comentaban que lo hacen de vez en cuando. Pero luego les decía: «Mejor vamos a la calle». Normalmente se quedaban parados… Les preguntaba si les daba vergüenza y me decían que no, pero que es algo que no se ve. Nadie me dio una respuesta clara a por qué no se hace.
Es un proyecto vivo, en proceso. Para destruir un estereotipo como el de la mujer con un bebé en la espalda hay que hacer, por lo menos, la misma cantidad de imágenes que ya existen de ese tópico. He retratado a 63 padres y seleccionado a nueve para la serie definitiva. Pères (padres en francés) se realiza con una cámara de medio formato (negativo de 120 mm) Mamiya 7, lejos de las prisas y la instantaneidad del digital, a la vieja usanza.
Primero fueron los cercanos y luego fui tirando del hilo. También he -parado a gente por la calle que iba con su hijo. He preguntando en todas partes, en el mercado, en el supermercado, en las tiendas del barrio…
Les encantó. Una de las instalaciones estuvo en la calle, en un espacio público abierto llamado el Parcours sportive porque está lleno de máquinas de hacer deporte en las que los hombres de entre 20 a 35 años sacan testosterona y músculo. Quería provocar el efecto contrario, hombres portando un bebé en una posición asociada a la mujer.
El proyecto tiene un impacto directo, cercano, muy potente. Preguntaba a la gente y algunos dudaban de que fuera Dakar, aunque reconocían los barrios que aparecían en las imágenes. Un retrato de la nueva paternidad en África, y aprovechar para mostrar la diversidad que hay en la ciudad, terminar con esa idea de que en África solo hay negros. Dakar es una ciudad muy abierta, cosmopolita y mestiza, hay wolof, peúles, diolas, sereres, y cada uno tiene su cultura, su visión, y pueden combinarse. A las que les encantó fue a las mujeres. Que hubieran accedido a mostrarse así era lo más importante para ellas, porque es una manera de decir, «me implico y se lo voy a enseñar a los demás». Eso tiene mucho peso en una sociedad en la que prima lo que puedan pensar los demás.
Igual que la de una madre, el vínculo o la unión con ese niño o esa niña, cómo les ven crecer, cómo les han ido vistiendo, observado su evolución… Me contaban que tener un hijo o una hija ha sido lo más importante de sus vidas, que cuando los vieron nacer la emoción fue incomparable. Un padre se emociona de la misma manera, al mismo nivel, que una madre. En ese sentido, no hay diferencias.
Ya lo veía, pero no tenía imágenes que lo representaran, lo mostraran, porque la madre es tan omnipresente que parece que el padre no existe, por eso había que reivindicar un poco su espacio, que eso a ellos les encanta también. Aunque para promover esa igualdad en la que dicen creer, sus palabras se deben traducir en gestos, tienen que ser mostrados. Le estoy dando vueltas a una segunda serie: meter a los hombres en las cocinas.
La Organización Mundial de la Fotografía lo seleccionó como finalista en los Sony World Photo Awards en 2019 en la categoría de retrato, y eso le dio una visibilidad inmensa. Las fotos se expusieron en la Somerset House de Londres y hubo cientos de publicaciones. Pères también viajó a Kenia, a una galería en Mathare, donde realizaron talleres sobre feminismo y nuevas paternidades en el barrio. Ahora preparo varias exposiciones en otros países africanos, así como en Francia y España, aunque con la COVID-19 no tengo fechas. Mientras, sigo trabajando en ello. El proyecto está vivo porque la gente se ha apropiado de él.
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