¿Un «nuevo amanecer» en Zambia?

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La victoria de Hakainde Hichilema en las elecciones del pasado 12 de agosto es un halo de esperanza asociado al cambio. La grave crisis económica en la que está sumida el país, con hasta un 40% de la población sin poder alimentarse adecuadamente, y el incremento del autoritarismo y la represión de los últimos seis años, son los principales caballos de batalla del nuevo presidente.

La primera medida de Hichilema nada más tomar posesión de su cargo –en la ceremonia, de forma inédita, estuvieron presentes las fuerzas de la oposición– fue nombrar como nuevo ministro de Finanzas a Situmbeko Musokotwane, un experimentado economista que ha trabajado en varias agencia internacionales. «Si no hacemos algo con el presupuesto­ –en menos de un mes deberá presentarse ante el Parlamento– se destinará básicamente a pagar los salarios y al servicio de la deuda, sin tener nada para invertir en el país», explicó en su primera intervención el nuevo responsable de la gestión de la economía del país.

Zambia ha sido el primer país en la pandemia que incumplió el pago de su deuda tras no abonar 42,5 millones de dólares de uno de sus eurobonos en noviembre de 2020. La COVID-19 acabó de ahogar una economía que en la última década ha aumentado sus prestamos, pasando de 1.900 a 12.000 millones de dólares su deuda pública, además de la caída de materias primas y la recesión en la que ya estaba sumida el país. El segundo productor de cobre del mundo tiene una ardua tarea de negociaciones por delante porque un cuarto de su deuda es con China y entidades de ese país, basadas en contratos con cláusulas estrictas y secretas que podrían dificultar la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Analistas en el sur de África como Sishuwa Sishuwa, del Instituto de Democracia, Ciudadanía y Política Pública en Africa de la Universidad de Ciudad del Cabo, aseguran que los zambianos han votado a favor de la reforma económica. «La lección más obvia de lo ocurrido en Zambia es que la crisis económica puede minar la permanencia en el poder de regímenes genuinamente represivos», apunta.

Un millón de votos más

La diferencia entre los votos obtenidos por Hichilema (2,8 millones) y los recibidos por Edgar Lungu, el presidente saliente, es de un millón. Esa cifra es significativa si tenemos en cuenta que se registraron para ir a las urnas siete millones de personas, de los que acudieron casi el 70%, y que un millón de personas votaron por primera vez. «El resultado obtenido por Hichilema es cuatro veces mayor al alcanzado por Michael Sata en 2011, la última vez que el partido de la oposición alcanzó el poder», explica Sishuwa.

De la incredulidad a la aceptación, Lungu empezó descalificando unas elecciones en las que su propio Gobierno permitió que se produjeran cortes de Internet para evitar la comunicación entre la coalición de ocho partidos que apoyaban al Partido Unidad para el Desarrollo Nacional (UPND, en sus siglas en inglés), y acabó asumiendo la derrota entre la euforia de una juventud que se echó a la calle para celebrar la victoria tras años de las llamadas “tácticas de melón” (llevando bajo la camiseta verde del partido en el poder por fuera y la roja que representa al UPND y con la que se identificaban debajo). «Cumpliré con lo previsto en la Constitución para una transición pacífica del poder, por lo que quiero felicitar a mi hermano, el presidente electo, su excelencia el señor Hakainde Hichilema», declaró Lungu permitiendo que por tercera vez el país haya cambiado de manos de forma pacífica desde la independencia de los británicos en 1964.

De KK a HH

Hichilema llega al poder apenas dos meses después de la muerte de Kenneth Kaunda, el primer presidente de la Zambia poscolonial, una figura clave de la independencia y del panafricanismo que murió a los 97 años en Lusaka, la capital. Más allá de la reducción a las primeras letras de su nombre con las que se les suelen denominar en Zambia, hay pocas coincidencias en la forma de gobernanza entre ambos mandatarios.

#ZambiaDecides2021 se hizo viral nada más conocerse los resultados y, como apunta Ibbo Mandaza, académico zambiano que en la actualidad ejerce en la Universidad Wits de Johannesburgo, «no puede volver a ser lo de siempre porque ahora los jóvenes votantes tienen el arma de las redes sociales y las mejores referencias respecto a los temas de gobernanza y procesos electorales (…). La era del Estado de un solo partido, por no mencionar la retórica que la acompaña de promesas posliberación, ha terminado».

Hichilema, empresario de 59 años, es un corredor de fondo y ha demostrado aguante para permanecer durante tres lustros en una carrera que, por fin, le ha permitido alcanzar el poder. Lo ha logrado en el sexto intento, después de haber pasado en numerosas ocasiones por la cárcel en las redadas a activistas y miembros de la oposición.

«Es un nuevo amanecer. El cuarto poder en Zambia, los medios, van a ser libres. Ha llegado el momento de que los zambianos sean verdaderamente libres», anunció el Hichilema al tomar posesión del cargo. Entre las primeras acciones como presidente reemplazó a los jefes del Ejército y la Policía, además de suspender a todos los comisarios jefe regionales, que serán sustituidos en las próximas semanas. «Los nuevos responsables de las Fuerzas Armadas y de seguridad del país deben tener el interés de las personas en su corazón y servirles con diligencia, a la vez que aseguran el respeto de los derechos humanos y las libertades», concretó.

«Peor de lo que esperábamos»

A principios de septiembre, Hichilema reconocía en una entrevista a la BBC que «la herencia es una situación muy difícil en lo social y en lo económico es mucho peor de lo que esperábamos». Aseguró que en estas primera semanas de mandato están valorando «el alcance del daño hecho al país», ya que se han producido importantes movimientos de dinero, incluso después de haberse celebrado las elecciones, que impiden saber con precisión la cuantía real de la deuda, y dio algunos detalles como el cobro de salarios por parte de personas que no están trabajando.

Al preguntarle por las dificultades que puede entramar la negociación con el FMI, por la parte que se deberá negociar por separado con China, el nuevo presidente explicó: «El nivel de autoexigencia va a ser tan alto que lo que se tenga que tratar con las instituciones extranjeras no me preocupa».

El gran potencial de Zambia, además de sus recursos naturales si son gestionados con transparencia, es la juventud. Lo han demostrado al participar de forma activa en el cambio y serán uno de los principales desafíos de Hichilema. «Son los dueños del país», afirmaba el presidente consciente de que el nivel de educación es bajo y abogando por una enseñanza gratuita en Primaria y Secundaria, así como un impulso a la formación profesional.

«Hichilema debería estar a la altura de su compromiso declarado con la libertad, el buen gobierno y el Estado de derecho, y llevar a Zambia por un nuevo camino de respeto de los derechos», concluye Dewa Mavhinga, director de África Austral para Human Rights Watch. Un propósito que pasa por reducir los índices de pobreza del país y por descentralizar la toma de decisiones sobre las prioridades de acción y los sectores a los que se destinan los fondos de los próximos presupuestos del Estado.

En la imagen: Los partidarios del presidente electo de Zambia por el partido de oposición Partido Unido para el Desarrollo Nacional (UPND), Hakainde Hichilema, hacen el gesto del ‘camino a seguir’ mientras marchan por un popular distrito de Lusaka el 16 de agosto de 2021. Foto: Marco Longari / Getty.

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