África pide el cese de la invasión de Ucrania

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El conflicto Rusia-Ucrania podría afectar a las relaciones en el sector agrícola con varios países del continente africano

«Sin duda, el conflicto armado dará como resultado el sufrimiento humano y la destrucción, cuyo efecto no afectará solo a Ucrania, sino que reverberará en el mundo. Ningún país es inmune a los efectos del conflicto», manifestó en un comunicado el Gobierno sudafricano tras el despliegue de las tropas rusas en Ucrania. Es la contundente reacción a la que se han unido otras grandes potencias del continente como Kenia y Nigeria.

Rusia y Sudáfrica mantienen una sólida relación económica porque ambos pertenecen a los BRICS (las economías emergentes del mundo), ascendiendo la inversión del país africano a 80.000 millones de rands (5.000 millones de dólares) en Rusia, y a 23.000 millones de rands en sentido inverso.

En el caso de Kenia, cuyo embajador ante la ONU, Martin Kimani, hizo un discurso que no dejó a nadie indiferente, se refirió a la carta de las Naciones Unidas para advertir de que la «integridad territorial y soberanía de Ucrania ha sido violada». Y argumentó Kimani: «Kenia y casi todos los países africanos nacieron con el fin del imperio. Nuestras fronteras no fueron trazadas por nosotros mismos (…). Si hubiéramos elegido buscar estados sobre la base de la homogeneidad étnica, racial o religiosa, todavía estaríamos librando guerras sangrientas muchas décadas después. En cambio, acordamos que nos conformaríamos con las fronteras que heredamos. Pero que buscaríamos la integración política, económica y legal continental. En lugar de formar naciones que miraran hacia atrás en la historia con una peligrosa nostalgia, elegimos mirar hacia adelante, a una grandeza que ninguna de nuestras muchas naciones y pueblos había conocido jamás». La diplomacia ucraniana también dedicó unas palabras al «amigo dedicado» que es Kenia ,y a través de su embajador en Nairobi, Andrii Pravednyk, aseguró que «aprecian el apoyo en estos tiempos difíciles» e instó a «una respuesta conjunta para aislar completamente a Rusia por todos los medios y formas, proporcionar a Ucrania armas y equipamiento, así como asistencia financiera y humanitaria».

Ghana y Gabón, ambos miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, condenaron la invasión, y durante la primera jornada de la recién estrenada guerra de Europa, ningún país africano mostró su apoyo a la intervención de Rusia, ni siquiera Malí o República Centrofricana, donde fuerzas militares rusas están colaborando con las autoridades para combatir a la insurgencia terrorista. Entre los pocos gestos que enturbiaron la sólida respuesta de los países africanos contra la invasión de Ucrania, aparece la visita del general sudanés Mohamed Hamdan Dagolo, conocido como Hemeti y jefe de las Fuerzas de Apoyo Rápido, que llegó a Moscú poco después de que comenzara la ofensiva para «estrechar lazos entre ambos países».

La Unión Africana  (UA) mostró su preocupación y pidió «el alto el fuego inmediato» para evitar «un conflicto planetario». En un comunicado Macky Sall, presidente de la UA, solicitó a Rusia que «respete la ley internacional, la integridad territorial y la soberanía nacional de Ucrania».

Estudiantes africanos en medio del conflicto

Nigeria y Ghana se han movilizado para proporcionar refugio a los estudiantes que se encontraban estudiando en la capital ucraniana, y sus testimonios están siendo recogidos por la prensa africana para trasladas la angustia que comparten con los ucranianos. «La mayor parte de la gente que conozco está intentando regresar a Nigeria, mientras que otros no tienen donde ir. La gente espera que la escalada de violencia no vaya a más», explicó a la BBC Olutobi Fatonade, que se graduó hace unos años en Kiev. También Fátima Halilu, que acababa de empezar la carrera de Medicina en la capital ucraniana, aseguró: «Todos mis amigos están todavía en Kiev. Se sienten atrapados o varados, perdidos y confundidos».

Y la Unión Nacional de Estudiantes de Ghana ha pedido a su gobierno que les evacúen (son alrededor de mil alumnos) usando un procedimiento similar al empleado durante el pico de la pandemia del covid-19 en China.

Hay miles de estudiantes africanos que, sobre todo para la carrera de Medicina, se matriculan en las universidades ucranianas. La mayoría son marroquíes (unos 8.000), seguidos por los nigerianos (4.000) y los egipcios (3.500); y en total representan al 20% del total de los estudiantes extranjeros matriculados en Ucrania.

Efectos económicos

En noviembre de 2018 en MUNDO NEGRO publicábamos un amplio reportaje sobre el espacio que Rusia pretendía recuperar tras el final de la Unión Soviética, estableciendo lazos económicos más solidos e incrementando la acción diplomática para llegar a codearse con China, EE.UU y la Unión Europea. Dábamos algunas claves de los pasos que se estaban dando que hoy son analizadas con preocupación: «Junto a los trabajos en Angola aparecen la bauxita guineana y el nombre de Rusal; el mismo que surge al buscar en los yacimientos nigerianos de aluminio. El conglomerado Vi Holding nos lleva hasta el platino zimbabuense. La petrolera Rosneft ubica su interés en el gas de la plataforma continental mozambiqueña. El oro de Burkina Faso y Guinea; el uranio de Níger, los fosfatos de Guinea-Bissau o el manganeso de Sudáfrica son también objeto del deseo de Moscú».

Tras las primeras horas de la invasión rusa, los analistas apuntaban al efecto directo que tendrá la guerra sobre los africanos por estar el precio del petróleo ya en su máximo desde 2014 (más de 100 dólares por barril). «Se convierte en un doble golpe de precios de los alimentos potencialmente más altos a nivel mundial y precios más altos de la energía que elevan la inflación. A lo que los bancos centrales responden subiendo las tasas de interés… es un triple golpe», declaró Charlie Robertson, economista de Renaissance Capital, en una entrevista con la BBC.

El efecto sobre los intercambios entre países africanos y los países en conflicto, Rusia y Ucrania, en el sector agrícola es uno de los que más preocupan a los expertos. «Los países africanos importaron en 2020 productos por un valor de 4.000 millones de dólares desde Rusia (el 90% trigo y 6% aceite de girasol), siendo Egipto (con la mitad de las importaciones) el que se sitúa en primera posición, seguido de Sudán, Nigeria, Argelia, Kenia y Sudáfrica», apunta Wandule Sihlobo en The Conversation. Y en sentido inverso: «Ucrania exportó 2.900 de dólares en productos agrícolas africanos; el 48% era trigo, el 31% maíz, y el resto incluía aceite de girasol, cebada y soja».

La principal preocupación, comenta Sihlobo es que el continente africano es un importador neto de trigo y aceite de girasol, productos de su dieta básica que dependen cada vez más del exterior por las sequías en algunas regiones. Además de los efectos directos sobre los agricultores del elevado precio de las semillas y los fertilizantes.

Gas: ¿solución africana?

Cuando ya estaban sonando los tambores de guerra en la frontera este de Ucrania;  Níger, Argelia y Nigeria anunciaban el desbloqueo del proyecto del gasoeducto transahariano que permitirá suministrar gas natural desde esos tres países a Europa.

La idea se remonta a 1970 pero no llegó a ver la luz por los problemas de inseguridad en la zona y las dificultades económicas para sacarlo adelante hasta mucho después. Pasadas las 24 primeras horas de la invasión de Ucrania ,el gas se había encarecido un 60% respecto al día anterior, a lo que hay que sumar las sanciones económicas que la UE y EEUU anunciaron que empezaban a aplicarse ahora que Moscú ha dado el paso de invadir Ucrania.

El acuerdo, alcanzado en el reciente Foro de Minería y Petróleo de Niamey, «será un proyecto transformador para todos porque traerá trabajos y nos ayudará a monetarizar nuestras reservas», explicó Timipre Sylva, ministro de Recursos Petroleros de Nigeria. Se estima que la infraestructura transportará 30.000 millones de metros cúbicos de gas al año a Europa a través de la costa mediterránea.

En el continente africano se vive con especial consternación el comienzo de una nueva guerra. Desde Bukavu (República Democrática de Congo), los jóvenes «de la generación de la guerra» hacían un llamamiento el 23 de febrero que no fue escuchado por Moscú: «Los que conocemos la guerra les pedimos, por favor: ¡no lo hagáis!». La misionera javeriana Teresina Caffi trasladó el mensaje de 60 niñas congoleñas desde la capital de Kivu del Sur, una zona que ha sufrido durante décadas conflictos cuyos efectos perduran en la actualidad: «Los estados que hacen la guerra, las multinacionales que producen armas y buscan a toda costa la riqueza de otro país no sufrirán, se enriquecerán, pero son los pobres los que van a sufrir; somos nosotros, los jóvenes, los que sufrimos. Quien quiera la guerra, que nos pregunte qué estamos viviendo hoy los congoleños, los que hemos conocido la guerra».



En la imagen, militares ucranianos bloquean una carretera en el llamado barrio gubernamental de Kiev el pasado 24 de febrero. Fotografía: Sergei Supinski /Getty


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