Por José Carlos Rodríguez Soto
Arnold tiene nueve años, y lleva cuatro meses sin apenas salir de casa. Ni a la escuela, ni a jugar con otros niños. Su barrio de Bangui nunca ha sido de los más conflictivos, pero cuando empezaron los íltimos enfrentamientos el pasado 26 de diciembre las bandas armadas descendieron a su calle y atacaron algunas casas donde pensaban que podían encontrar dinero, ademas de saquear oficinas de algunas ONG situadas en la zona. Arnold no está en una cárcel, pero su vida –como la de numerosos niños de la capital centroafricana- no se diferencia mucho de la de un prisionero.