Cuando la GenZ conectó TikTok con las calles 

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La movilización juvenil en Kenia cambia la forma de hacer política



Por Carlos Bajo Erro desde Barcelona



Lo que debía ser una manifestación para frenar una reforma fiscal se convirtió en un órdago al Gobierno de William Ruto y, por extensión, a la forma de hacer política. Las redes sociales y la inteligencia artificial abren nuevos caminos a la Generación Z.



El 25 de junio de 2024 fue el punto de inflexión de la última gran movilización ciudadana en Kenia. Aquel día, las protestas desencadenadas por el proyecto de ley fiscal del Gobierno de William Ruto terminaron de desvelar un cambio definitivo en la forma de manifestarse y organizarse de la juventud keniana. Los participantes en la marcha lanzaron un órdago: ser multitud y ocupar las calles de manera más masiva que en los días anteriores. Las autoridades decidieron responder con especial dureza. Pensaban que la violencia frenaría la ola que se estaba gestando. Al menos cinco personas murieron por disparos de la policía, según la agencia Reuters, aunque otras fuentes hablaban de 19 víctimas. Los manifestantes rompieron el perímetro del Parlamento e irrumpieron en el edificio, donde debía votarse un proyecto de ley que encarecía el precio de productos básicos, desde el pan hasta las compresas o los pañales. Y ese día se consolidó la energía de las que se han llamado protestas GenZ. 

En esta ocasión, los manifestantes han abrazado esta etiqueta, una abreviatura de Generación Z, porque se considera que los impulsores y participantes se encuentran entre los 18 y los 35 años. Sin embargo, no se trata solo de una franja de edad, sino de un contexto sociopolítico y unos hábitos de vida. Y esos son los que han trasladado a su forma de contestación. Pero estas no son solo las protestas de la juventud del momento, sino una forma de vivir y participar en política y también de acción colectiva, con unas características muy particulares. 

La desconexión de las formaciones políticas ­convencionales, incluidas las de la oposición, y el papel protagonista del entorno digital, que ha determinado, claramente, la forma de organizarse y de movilizarse de los participantes en las protestas son dos de las claves del fenómeno. Por la relevancia de estas diferencias con procesos anteriores, algunos analistas han hablado del principio de una nueva época, sabiendo que, a menudo, las novedades generan esta sensación de ruptura y comienzo. 

«Una de las diferencias de esta movilización –explica Nerima Wako– es que no está dirigida por políticos». Wako es la directora de Siasa Place, una organización juvenil keniana dedicada a promover la participación popular en los procesos democráticos. «Muchas veces, en protestas anteriores, la oposición ha estado al frente o en el centro de la movilización. Esta vez no había un líder de la oposición, ni un líder político concreto. Se trataba de jóvenes ciudadanos medios que decían ‘basta’ y querían un cambio», comenta esta experta y activista.

Un joven enarbola una bandera de Kenia durante las manifestaciones contra el Gobierno de Ruto el pasado 8 de agosto de 2024 en Nairobi. Fotografía: Kabir Dhanhi / Getty. En la imagen superior, un manifestante se hace un selfi el 23 de julio de 2024 durante una manifestación en la capital keniana, Nairobi, contra el Gobierno de William Ruto. Fotografía: Patrick Meinhardt / Getty



La exclusión de Odinga

La anterior gran ola de protestas en Kenia se produjo en 2023. Raila Odinga, el eterno candidato opositor del Orange Democratic Movement (ODM) y ex primer ministro, impulsó una movilización contra el encarecimiento de los productos básicos. En esta ocasión, sin embargo, las circunstancias eran muy diferentes, los manifestantes no querían siglas ni que se les relacionase con los partidos de la política institucional, lo que evidencia la pérdida de prestigio de esta forma de participación entre los jóvenes. De hecho, el 18 de junio, en los primeros compases de la movilización, el propio Odinga se vio empujado a declararse al margen del proceso. Un vídeo muy difundido de una joven creadora de contenido keniana le exhortaba de forma diplomática a no intentar instrumentalizar la movilización. «Por favor, ni siquiera salgas», le decía la tiktokera. 

El líder opositor se apresuró a responder a través de una publicación en X: «¡Hoy me siento un padre muy orgulloso! ¡Hongera sana (una fórmula de felicitación en suajili) para la joven y todos aquellos que valientemente defendieron sus derechos!». Los participantes en las movilizaciones no han desaprovechado ninguna ocasión para recordar su desapego de los partidos políticos formales. «Queremos declarar categóricamente que no estamos apoyados por ningún político, que no somos afiliados de ningún político», aseveraba en un vídeo de Citizen TV una joven manifestante antes de explicar su exigencia de retirada de la ley. Una muestra simbólica de la originalidad de la reivindicación emanaba de uno de los lemas: «Tribeless, Partyless, Fearless» (‘sin tribalismo, sin partidos, sin miedo’).



Internet, la herramienta

La importancia del entorno digital ha llamado también la atención, sobre todo de los medios del norte global. La respuesta de las autoridades respondía al patrón convencional, pero las manifestaciones eran distintas. Se alimentaban de reels (vídeos cortos) de Instagram, de spaces (conversaciones de audio en tiempo real) de X y de vídeos de TikTok, y hacían pedagogía a través de canciones de estilos populares o de chatbots alimentados por herramientas de inteligencia artificial. Tal vez, por ello, se produjo una interrupción de Internet durante las movilizaciones atribuida a las autoridades. La emersión de la plataforma de vídeos TikTok ha resultado llamativa

«Las herramientas digitales han sido fundamentales para las movilizaciones y han servido como plataformas de organización y amplificación. Redes sociales como X, Instagram y TikTok han permitido una rápida difusión de la información, la coordinación en tiempo real de las protestas y un mayor alcance a audiencias internacionales», explica Job Mwaura, un investigador keniano especializado en comunicación y tecnología que trabaja en la sudafricana Universidad de Witwatersrand. Nerima Wako añade su experiencia directa: «He estado en spaces de X donde la gente compartía ideas fenomenales de planificación sin ni siquiera conocerse entre sí». La activista señala, además, que la participación de la diáspora hacía que hubiese debates durante las 24 horas del día. Wako recuerda el interés que han tenido los políticos kenianos por estos espacios para transmitir su mensaje, lo que ha hecho que el país fuese pionero en ese aspecto. De manera sucesiva, etiquetas como #RejectFinanceBill2024 (‘rechaza la ley fiscal 2024’), #OccupyParliament (‘ocupa el Parlamento’) o #RutoMustGo (‘Ruto debe salir’) han canalizado esa conversación en todas las redes. 

«TikTok ha traído una forma divertida de participación en la que la gente está compartiendo la información de una manera distinta. Están traduciendo sus contenidos a los idiomas locales. Están utilizando el humor y los memes para transmitir un mensaje muy serio», advierte Nerima Wako, que considera que esos métodos ya se han incorporado a la cultura política del país. «Siguen apareciendo estas hilarantes sátiras políticas y memes de jóvenes que cuestionan las alianzas políticas o el modo en que se gestiona el Gobierno en la actualidad», concluye la activista. 

Las redes han alimentado también una imprescindible épica de la protesta. Con vídeos como el del manifestante con un pijama de Stich –un personaje de animación– que camina mientras inhala el humo de una de las granadas de gases lacrimógenos lanzadas por la policía; los de los creadores de contenidos lúdicos que, de pronto, compartían sus participaciones en las manifestaciones; o los de la manifestante que le sostiene la mirada desafiante a un policía incómodo mientras le grita: «Estoy aquí por Kenia, estoy aquí por mi pueblo, estoy aquí por tus derechos».

Manifestación en Kisumu el 25 de junio de 2024. Varios jóvenes portan un féretro simulado con el que piden acabar con el proyecto de ley fiscal y con el mandato del presidente keniano. Fotografía: Brian Ongoro / Getty



Otra organización

Esa dimensión digital no solo tiene que ver con las herramientas, sino también con la propia lógica organizativa. «La Generación Z –explica Job Mwaura–, más nativa digitalmente que cualquiera anterior, está aprovechando la tecnología de formas sin precedentes. Su enfoque es menos jerárquico, más descentralizado y depende en gran medida de los contenidos virales para concienciar y movilizar. A diferencia de las protestas tradicionales, que pueden haber dependido de estructuras organizativas o de liderazgos más antiguos, estos movimientos son orgánicos, surgen de debates en línea y se propagan a través de etiquetas y retos virales».

El estallido del 25 de junio de 2024 fue un punto de partida. El 26, un día después del asalto al Parlamento, el presidente William Ruto condenó la deriva de las movilizaciones, pero anunció la retirada de la propuesta de ley fiscal en su conjunto. Después vino la disolución de su gabinete para incluir a miembros de la oposición e incluso la destitución de cargos policiales, pero no era suficiente. La propuesta de ley fiscal había sido el desencadenante. Detrás de la movilización latía la elevada tasa de desempleo –que supera el 60 % en algunas franjas–, las desigualdades económicas o el mal gobierno, que se manifiesta en los casos de corrupción y la mala gestión de los recursos públicos. «Eso ha hecho que muchos jóvenes se sientan frustrados y desesperados», advierte Nerima Wako, quien también explica que las movilizaciones se hayan mantenido y extendido a diferentes ciudades.

Wako cree que esta movilización va a desencadenar una renovación en la vida política: «Si los jóvenes ven a otros jóvenes en primera línea implicándose en política y si hay sistemas transparentes, justos y creíbles, habrá muchos más jóvenes participando, porque quieren tener el poder de comprometerse. Es una de las mejores maneras de atacar la apatía». Mientras, Mwaura piensa en un ciclo de movilización más largo: «El uso sostenido de herramientas digitales y la descentralización de estas movilizaciones sugieren varias tendencias. Una, que el compromiso político entre los jóvenes siga siendo alto, orientado hacia la transparencia y la responsabilidad en la gobernanza. Otra, que el éxito del uso de herramientas digitales podría conducir a usos más estructurados de la tecnología en el compromiso cívico y a innovaciones en la democracia digital. Y, por último, que se refuerce el activismo digital, lo que influirá en la forma en que se organicen las futuras protestas y las conexiones globales de los movimientos sociales». 

TikTok o la inteligencia artificial han sido, tal vez, lo más llamativo, pero lo que hay detrás de las protestas de la GenZ en Kenia es una renovación de la movilización y la participación política.   

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