El arte no se improvisa

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Anim’Art y Centro Rompe


En medio de la vorágine del día a día, la capital angoleña acoge dos centros de promoción artística. En estos dos escenarios todo gira en torno a la creación y a su capacidad para elevar el espíritu humano y transformar la sociedad.



Armando, el chófer de nuestro utilitario de alquiler, vio que no podía seguir adelante por el bacheado camino de tierra y barro que nos llevaba hasta Anim’Art y nos vimos obligados a caminar varios centenares de metros, sorteando charcos, antes de llegar al enorme portón de acceso a este centro de promoción del arte para los niños y jóvenes del municipio de Cazenga, en Luanda.

Un espacio amplio se abrió ante nosotros cuando Beatriz Kinaguebeni, del área de Comunicación, nos abrió el portón y nos acompañó a visitar las diferentes dependencias. Anim’Art dispone de un anfiteatro con muy buena acústica y 300 butacas, un amplio salón multiusos, biblioteca, salas de formación, oficinas, cocina, estudio de música y siete dormitorios con capacidad para albergar a unas 42 personas. En el exterior también es posible organizar actividades y espectáculos en la llamada «arena», que dispone de un pequeño escenario.

Mientras esperábamos la llegada de Orlando Domingos, el antiguo director del centro, nos entretuvimos viendo bailar a dos jóvenes que practicaban show semba, una mezcla de danza tradicional angoleña y acrobacias espectaculares que necesita mucho entrenamiento y estar en muy buena forma física para ejecutarla con precisión. Él, Txinapo, tiene 25 años y su prima y compañera de baile, Jessica, solo 22. A pesar de su juventud llevan mucho tiempo bailando juntos. Bajo el nombre artístico de Os Txica son bastante conocidos en Angola. «Hace dos años llegamos a la final de un importante concurso televisivo, Bai, dança com Ritmo, y como durante esa época salimos mucho en televisión, ahora casi todos los fines de semana nos contratan para animar bodas y otras fiestas», dice Txinapo. Por interpretar dos piezas de baile piden 150.000 kuanzas (unos 136 euros), que es bastante dinero en Angola, pero, como se lamenta Txinapo, «a pesar de que entrenamos duro casi todos los días, en este país no se puede vivir solo de la danza».

Un joven interpreta una pieza de hiphop en el Festival Inclusivo de las Artes de octubre de 2023. Fotografía: Joao Carlos Domingos



Promocionar el arte

Los componentes de Os Txica forman parte de los artistas que aprovechan este espacio para sus entrenamientos y prácticas, pero aquí ocurren muchas más cosas. Fundado a finales de los años 90, el Centro de Animación Artística de Cazenga, conocido por Anim’Art, es el brazo cultural de la asociación de promoción juvenil Globo Dikulu, presente en 12 provincias angoleñas. «La promoción artística de los niños y jóvenes de nuestro municipio es el principal objetivo de Anim’Art. En Cazenga, muchos de ellos tienen potencialidades artísticas, pero no encuentra lugares para desarrollarlas, por eso organizamos sesiones de formación y talleres prácticos en diferentes áreas, desde la pintura al grabado o las artes gráficas», nos dice Orlando Domingos, cuando consigue unirse a nosotros.

Asociados al centro hay tres grupos de teatro, dos de danza y una banda de música. Todos ellos ensayan y practican allí regularmente. Una de las compañías teatrales ha hecho de la revalorización de la cultura tchokwe el objetivo de su actividad y las obras que representa son expresión de ese legado. Es, en opinión de Domingos, «la más intacta que se mantiene en Angola después de tantos siglos de colonización». En la misma línea de dar importancia al estudio y la conservación de los valores culturales, los grupos de baile recuperan danzas folclóricas y tradicionales que retratan la vida de los diferentes pueblos angoleños. Inevitablemente, dado que el público así lo quiere, también practican las danzas más populares, como la semba, la kizomba o el kuduro, que siguen los ritmos y músicas más escuchados en el país.


Un grupo de alumnos en un taller de pintura organizado en Anim’Art. Fotografía: Joao Carlos Domingos


Financiación

En Anim’Art existe un programa de actividades con representaciones de teatro, danza y conciertos de música, que están abiertos al público y a los que normalmente se accede de forma gratuita, aunque en ocasiones se paga una entrada simbólica para contribuir a los gastos de mantenimiento. Otra ayuda a la financiación es el alquiler del salón multiusos para la celebración de bodas tradicionales u otro tipo de eventos que no sean «vigilias funerarias, para las que la sala no está disponible», dice Orlando. Estas entradas económicas y las esporádicas aportaciones de personas simpatizantes con la causa no permiten asegurar el funcionamiento de Anim’Art, que necesita completar su presupuesto con las ayudas que recibe de asociaciones nacionales e internacionales.

En octubre del año pasado, la Unión Europea subvencionó el Festival Inclusivo de las Artes que, bajo el título «No meu mundo» (‘En mi mundo’), tuvo como objetivo crear empatía hacia las personas con discapacidad, protagonistas y actores del festival. Los dos eventos centrales fueron un musical de hiphop y la obra de teatro As Aventuras do Angosat, cuyo personaje principal es un astronauta con discapacidad que se prepara para una misión espacial. Antes de la celebración del evento, y para ser coherentes con el objetivo del mismo, las embajadas europeas financiaron la construcción de rampas de acceso al anfiteatro y para subir al escenario, un gesto concreto en favor de las personas con dificultades de movilidad.


Dos artistas en el salón multiusos del mismo espacio. Fotografía: Ruy Miguel



Festeca

Pero el evento más importante organizado por Anim’Art es el Festival Internacional de Teatro de Cazenga (Festeca), que se celebra anualmente durante el mes de julio y que en 2024 llegará a su decimonovena edición. En la convocatoria de 2023 participaron grupos teatrales de Brasil, Portugal, Cabo Verde, República Democrática de Congo y Angola. Durante 11 días representaron más de 30 obras teatrales y performances, alcanzando a unos 10.000 espectadores. Durante el festival, «de lunes a viernes se programan dos espectáculos, pero los dos fines de semana tenemos “maratones de teatro”, con una cascada continua de espectáculos. Algunos tienen lugar en la sede de Anim’Arto en otras salas convencionales, pero otros se representan en las calles del municipio para acercar el teatro a la gente», concluye el antiguo director del centro.

Centro Rompe

Al viejo Chevrolet conducido por Armando tampoco le resultó fácil entrar en el corazón del barrio de Chicala II, en Luanda, donde se encuentra el Centro Rompe, un lugar con objetivos similares a los de Anim’Art, donde también la creación y los artistas son protagonistas. Rompe fue fundado en agosto de 2022 por Pamina Sebastião y Jamil Parasol, dos artistas que querían ofrecer a sus colegas un lugar para encontrarse, intercambiar ideas y realizar sus actividades. Enseguida se unieron al proyecto otras personas, como Shandy Morais, que trabaja como animadora artística. El edificio, relativamente pequeño para el uso que se le da, fue residencia del Premio Nacional de Periodismo, en la categoría de Fotografía, Paulino Damião, conocido en Angola como Kota 50. «Era importante que el lugar elegido tuviera un cierto peso histórico, por eso escogimos la casa donde vivió un artista», dice Shandy Morais.

Shandy Morais, animadora artística en el Centro Rompe. Fotografía: José Luis Silván Sen


El centro abre gratuitamente sus puertas todos los días a artistas venidos de toda la ciudad y a jóvenes con inquietudes creativas, pero que no saben muy bien cómo desarrollarlas. También aquí el aspecto educativo es importante, por lo que existe un programa de charlas formativas, encuentros con artistas más consagrados que comparten sus experiencias y talleres de artes plásticas. En la biblioteca del centro, además de los recursos relacionados con el arte, hay fondos sobre legislación y derecho. Morais nos explica que otro objetivo de Rompe «es ayudar a los artistas emergentes a conocer sus derechos, porque muchos tienen dificultades para arreglar sus contratos con las galerías de arte, las ferias o los espacios que solicitan sus trabajos».

El colectivo de artistas que sostiene el Centro Rompe considera el arte como una herramienta para la acción social. Según la animadora artística, «cuando una persona descubre su vocación artística no puede guardársela para sí misma, sino que tiene que desarrollar sus potencialidades para transmitir y educar a otras personas a través de sus creaciones. En el caso de Pamina Sebastião, ella trabaja mucho con su cuerpo para cuestionar a la sociedad sobre la marginalización que sufren algunos cuerpos; otro ejemplo es AB, un artista que trabaja con restos de tejidos y que nos ayuda a ser conscientes de la importancia del reciclaje».

Antes de dejar el barrio de Chicala II, Shandy Morais responde a nuestra pregunta sobre la proporción entre talento y esfuerzo en el artista. Su respuesta es clara: «Sin disciplina, sin una actitud de búsqueda y de estudio sobre las prácticas artísticas que ejerces, el talento no es suficiente», y añade: «Esa es la razón por la que se fundó un centro como este».  


Fotografía: José Luis Silván Sen




Pionera del reciclaje

Edna Kioka

Su padre la llamaba Kioka, y ese es el nombre que Edna usa en Benguela, la ciudad donde vive desde que regresó a Angola hace más de 10 años. Nació en la provincia de Lunda Norte, al noreste del país, pero creció en Portugal, donde se inició en la creación de artesanías a partir de materiales reciclados. Cuando sus dos gemelos cumplieron seis años, Kioka decidió venirse a vivir a Angola porque «quería que mis hijos conocieran otra realidad distinta a Portugal», pero también para «transmitir mi experiencia de trabajo con materiales reciclados y crear un proyecto de educación ambiental».

Comenzó a vender sus creaciones en un local que alguien le cedió gratuitamente. Enseguida conoció a otros artistas y les abrió sus puertas para enseñarles a utilizar materiales reciclados. «En aquellos años no se oía hablar del reciclaje y era considerada una especie de “loca”, pero el proyecto se fue ampliando y empezamos a dar clases prácticas sobre reciclaje en algunas escuelas de Benguela y Lobito, todo de manera voluntaria, sin cobrar, solo por amor a esto».

Kioka formó equipo con otras personas, como Roberta, Nancy, Liliana… y juntas crean la asociación Era uma vez…, desde la que llevan a cabo múltiples proyectos con artistas, grupos de jóvenes y escuelas que conjugan el arte a partir de materiales reciclados, la formación y la educación ambiental. Con la Covid-19 «perdimos todo, me quedé sola y terminé por agarrarme a la máquina de coser para hacer mascarillas».

En la actualidad, Kioka está trabajando en un proyecto de educación ambiental en las zonas costeras de Benguela. «Si las personas dan valor a la basura como hago yo y miran una botella de plástico como materia prima, entonces conseguiré dos cosas: que no ensucien tanto las playas y que ganen dinero vendiendo sus creaciones».

También ha reabierto la tienda de artesanía en un centro comercial de Benguela, donde más de 40 artistas venden sus obras. La mayoría utilizan materiales reciclados como sacos y botellas de plásticos, botes de dentífrico o latas viejas, pero otros trabajan la madera, la mateba –una fibra extraída de las palmeras– o samakaka, el tejido tradicional angoleño. De forma habitual, los artistas cobran cuando se venden sus productos, pero si lo están pasando mal se les adelanta el dinero.

La tienda no es un negocio para Kioka porque «si quisiera ganar dinero me iría a Luanda, que es donde están las personas que compran». Esta iniciativa responde a una vocación y se ha convertido en un proyecto para ayudar a los artistas, por eso intenta que no haya competencia entre ellos. «Si tenemos a alguien que, por ejemplo, hace cestos y los hace bien, y otro artista viene a ofrecernos lo mismo, le decimos que piense en otra técnica, que haga otra cosa diferente». Y además, que lo haga bien, porque Kioka tiene fama de ser muy exigente: «Me pasa a veces con algunos artistas que vienen con cestos con hilos que sobresalen. Les digo: “Siéntate, coge las tijeras y acaba bien tu trabajo para que lo podamos poner a la venta”».

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