El comboniano Christian Carlassare, consagrado obispo de Rumbek, en Sudán del Sur.

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No se trata de una consagración episcopal más. Es la consagración episcopal del único obispo extranjero de Sudán del Sur. Un hombre que fue tiroteado y herido de gravedad pocos días después de su nombramiento como obispo. Christian ha sufrido, ha perdonado y ha regresado porque «un verdadero pastor no abandona a sus ovejas en los momentos difíciles, sino que ofrece su vida por ellas».

Por P. Gregor Schmidt, mccj

El día 25 de marzo de 2022, fiesta de la Anunciación, el P. Christian Carlassare fue ordenado obispo en Rumbek por el cardenal emérito de Jartum, Zubeir Wako. El rito comenzó con la invocación al Espíritu Santo. Un precioso libro con los cuatro Evangelios fue colocado sobre la cabeza de Christian. Tras ser ungido con aceite, recibió una mitra, un anillo y un bastón. El bastón está hecho a mano con madera de un árbol de su región natal en la diócesis italiana de Padua. Fue una fiesta alegre con más de 10.000 personas procedentes de todas las parroquias de la diócesis. Las autoridades estuvieron representadas por el gobernador del Estado y por un ministro del Gobierno. El presidente Salva Kiir envió sus saludos. Varios invitados del extranjero asistieron a la consagración, entre ellos los padres y la hermana de Christian y el Superior General de los Misioneros Combonianos, el P. Tesfaye Tadesse.

La víspera de su ordenación era la memoria de San Óscar Romero. Ese día, el P. Christian prestó su juramento episcopal para ser fiel al Evangelio y servir al Pueblo de Dios siguiendo el ejemplo de San Óscar Romero, que fue asesinado por su solidaridad con los pobres y los privados de sus derechos. También Christian fue tiroteado tras su nombramiento y llevará las cicatrices en sus piernas toda su vida. El día de su consagración, volvió por primera vez a la habitación donde se produjo el atentado una noche del pasado mes de abril. Le acompañaron sus padres y un grupo de misioneros combonianos, entre los cuales estaba yo. Rezamos todos juntos del brazo en la habitación donde todavía pueden verse los agujeros que hicieron las balas, unos 15 entre las paredes y la puerta. Cuando Mons. Christian intentó decir una oración, sus palabras se convirtieron en lágrimas. Todos teníamos los ojos llenos de lágrimas. Fue un momento de bendición, al ser conscientes de que Dios había protegido a Christian para que haga del Evangelio una luz de esperanza en este país agobiado por la violencia. También recordamos las palabras de Jesús de que un verdadero pastor no abandona a sus ovejas en los momentos difíciles, sino que ofrece su vida por ellas. Christian confesó en la misa del domingo 27 de marzo que nunca tuvo dudas en volver y los católicos congregados en la iglesia aplaudieron espontáneamente.



La lectura del Evangelio de su primera misa como obispo (Cuarto domingo de Cuaresma) era la parábola del Padre misericordioso y sus dos hijos que leemos en Lucas 15. Curiosamente, Christian celebró su primera misa como sacerdote hace 18 años con este mismo Evangelio. Es una parábola para Sudán del Sur, donde nuestro Padre celestial anhela unir a las tribus en una sola familia de fe, donde la gente ha pecado como el hijo menor y donde la gente no quiere perdonar como el hijo mayor. Christian dijo que quiere ejercer su ministerio pastoral para reunir a la gente y reconciliarla con Dios por medio de Cristo. Su lema episcopal para construir la unidad de la fe está escogido de Gálatas 3,28: «Todos vosotros sois uno en Cristo Jesús».

Christian llegó a Sudán en 2005, el año del Acuerdo General de Paz (AGP) entre las regiones del sur y el gobierno de Jartum. Este acuerdo allanó el camino hacia la independencia de Sudán del Sur en 2011. Durante 10 años, vivió entre los nueres en la parroquia de la Santísima Trinidad, en Old Fangak, diócesis de Malakal. Me enviaron allí en 2012 y trabajé junto a Christian durante casi 5 años. Pasamos juntos un tiempo bendecido y alegre que se convirtió en amistad y profunda confianza. Christian vive su fe y su vocación de misionero comprometido que ama a las personas. Saca fuerzas de su relación con el Señor Jesús. Ha trabajado diligentemente como párroco, como formador de jóvenes misioneros combonianos y como vicario general de la diócesis de Malakal. A pesar de su seriedad tiene un humor sano, que no se manifiesta a costa de burlarse de los demás, sino que es un humor que ayuda a la gente a relajarse para reír juntos.

Sudán del Sur tiene siete diócesis. Christian es el único obispo extranjero y actualmente el segundo obispo comboniano junto a Mons. Matthew Remijio de la diócesis de Wau. Su nombramiento llega en un momento en el que la división en la sociedad y en la política se está ahondando de nuevo. Incluso los católicos y sus obispos se ven afectados. La visita del Papa a Juba, en julio de 2022, abre cierta esperanza, pero la situación sigue siendo frágil… existe el riesgo de que el país vuelva a caer en una guerra civil abierta.

Desgraciadamente, es difícil para la Iglesia de Sudán del Sur dar una respuesta unificada a un camino de reconciliación para esta sociedad multiétnica. Por ello, tengo esperanzas en el nuevo obispo de Rumbek, que fue pastor de los nueres en años anteriores y ahora se ha convertido en pastor de los dinkas, porque defiende con imparcialidad la dignidad, la libertad y el bienestar de cada ser humano. Nuestro fundador Daniel Comboni no fue el primer misionero en Sudán, pero fue el primero que regresó. Todos los demás misioneros de su tiempo que sobrevivieron a su servicio en Sudán no lo hicieron. Que el regreso de Christian Carlassare sea una señal de que Dios traerá bendiciones y sanación para los pueblos de Sudán del Sur.

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