Publicado por Jean Claude Kobo en |
Por Jean Claude Kobo, desde Kinshasa
Para el Congo y para África, el cardenal Monsengwo fue un baobab. Murió el domingo 11 de julio de 2021 por causas naturales debido a la enfermedad que padecía, más allá de las especulaciones que circulaban en el país. En un estado de extrema gravedad, fue evacuado a Francia, con carácter de urgencia, para recibir el tratamiento adecuado. Al pueblo congoleño le hubiera gustado que viviera mucho más de sus 81 años. Por desgracia, el destino decidió lo contrario y el Cardenal ya no está entre nosotros. Se fue tres meses después de su hermano mayor, el cardenal camerunés Christian Tumi. Descansen en paz.
Monsengwo fue un hombre de Iglesia entregado e infatigable. Guardián intrépido y vigilante de la verdad, trabajó incansablemente para construir una Iglesia auténticamente africana, en general, y congoleña en particular. Ordenado sacerdote en 1963, ascendió paso a paso los escalafones de responsabilidad en la Iglesia. Nombrado obispo auxiliar de Inongo en 1980, el primer africano que obtuvo un doctorado en Sagradas Escrituras será arzobispo de Kisangani hasta 2007. El 6 de enero de ese año fallece el cardenal Etsou y, en septiembre, Monsengwo lo sucederá como arzobispo de Kinshasa, siendo creado cardenal en 2010 por el papa Benedicto XVI.
Durante sus 41 años como obispo, el cardenal Monsengwo asumió tanto la presidencia de la poderosa conferencia de los prelados congoleños como la del Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SCEAM). A nivel de la Iglesia universal, el cardenal Laurent ha asumido innumerables e importantes responsabilidades. Por citar solo dos, el 9 de septiembre de 2014 fue nombrado por el papa Francisco, por tercera vez, Padre sinodal, en esta ocasión con motivo del Sínodo de los Obispos sobre la Familia que tuvo lugar del 5 al 19 de octubre. Además, fue elegido entre los ocho cardenales de todos los continentes encargados de apoyar al Papa en la reforma de la curia romana y la revisión de la constitución apostólica Pastor Bonus.
El Cardenal luchó toda su vida por la democracia en República Democrática del Congo y por el bienestar de su pueblo. Como tal, fue un profeta escuchado y temido por los políticos del país. En la década de los 90, cuando el viento de la democratización sacudió el continente africano, fue elegido presidente de la Conferencia Nacional Soberana para conducir al advenimiento del estado de derecho en República Democrática del Congo. A su término, se convirtió en el Presidente del Parlamento de transición. En este momento de gran agitación política, supo utilizar su inteligencia para encontrar el camino del consenso que debería haber promovido la cohesión nacional y social, pero que las circunstancias y el egoísmo de tantos no permitieron que llegara a buen término. Monsengwo regresó a sus actividades pastorales y desde la ciudad encrucijada de Kisangani fue testigo de todas las guerras modernas que acabaron destrozando el país.
A muchos les hubiera gustado que desempeñara un papel político de alto nivel y postulara a presidente de la República. Por el contrario, él nunca aspiró a un papel político distinto al que desempeñó, incluso cuando las circunstancias lo predispusieron a ello. Estimó siempre que su «poder eclesiástico es mil veces mayor que el poder político». Al final del «reinado» del presidente Kabila, el papel que jugó la Iglesia a través del cardenal Monsengwo no es desdeñable.
En 2015, cuando Joseph Kabila trató de desbloquear la Constitución para permitirse un tercer mandato, fue él quien endosó a la clase política una de sus célebres frases: «Que se vayan los mediocres». Su compromiso sin fallas animó a la gente a luchar, sin descanso, para conseguir la alternancia actual, por frágil que sea.
Algunos hablan de la muerte de un baobab cuya sucesión no está asegurada, sobre todo en el campo político. Están muy equivocados. Dios nunca abandona a su pueblo. La elección del cardenal Fridolin Ambongo para reemplazarlo al frente de la archidiócesis de Kinshasa no fue por azar. El actual prelado de Kinshasa es muy capaz, a su manera, de afrontar el desafío. El futuro lo aclarará pero Ambongo tiene los argumentos y la estatura para ser un digno sucesor del ilustre desaparecido.