La crisis de los 280 caracteres

Manifestación en el distrito de Ojota de Lagos (Nigeria) el pasado 12 de junio, Día de la Democracia, en la que los ciudadanos criticaron el mal gobierno, la inseguridad y el cierre de Twitter en el país. Fotografía: Olukayode Jaiyeola / Getty

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Nigeria cierra Twitter después de que la red social borrase un mensaje del presidente Buhari

El presidente nigeriano, Muhamadu Buhari, utilizó Twitter para hacer público el cierre de… Twitter en el país. La suspensión indefinida de esta red social ha abierto una crisis no esperada en el país más poblado del continente, cuando todavía estaban sin cicatrizar las heridas provocadas por las protestas ciudadanas que pedían, el pasado otoño, el final de la violencia policial. Sin embargo, al Ejecutivo no le ha temblado la mano a la hora de clausurar la que el propio Ministerio de Información ha denominado como «la plataforma elegida para desestabilizar a los nigerianos».

Con unas consecuencias sociales, políticas y económicas todavía sin determinar –el portal NetBlocks estima que cada día de cierre le supone a las arcas nigerianas unas pérdidas de seis millones de dólares–, lo que ha demostrado esta decisión es que todo en Nigeria está interrelacionado. De hecho la historia arranca, aunque parezca un déjà vu de difícil encaje, en la eterna crisis de Biafra. Después de una serie de ataques contra edificios gubernamentales cometidos presuntamente por el grupo rebelde Red de Seguridad del Este, Buhari afirmó en Twitter que el Gobierno de Abuya respondería con un lenguaje que los violentos comprenderían bien. Amenaza sibilina o bravuconería, la red social decidió borrar el tuit presidencial por una posible incitación a la violencia. Después, el 4 de junio, llegó el cierre temporal. El Ministerio de Información nigeriano advirtió que nadie, en referencia a la red social, podía decidir qué se puede o no se puede decir. Y decidió censurar al censor.

Pero desde Abuya tenían pendientes varias cuentas con el gigante norteamericano que se apuraron a cobrar en cuanto tuvieron la oportunidad de hacerlo. Por ejemplo, no olvidaban que la red social eligiera Ghana como sede de su primera oficina continental en detrimento de Nigeria. A pesar de las posibilidades que teóricamente podía brindar una de las potencias económicas del continente, el director ejecutivo de Twitter, Jack Dorsey prefirió Accra. Lo hizo, entre otros motivos, por el apoyo de Ghana a «la libertad de expresión, la libertad online y la apertura de Internet».

Además, con motivo de las citadas manifestaciones otoñales contra la violencia de la Brigada Especial Antirrobo (SARS, por sus siglas en inglés), el propio Dorsey permitió una campaña de donación de fondos a través de Twitter para sostener y apoyar a los ciudadanos que pedían el fin de ese cuerpo policial.

En este intrincado cruce de intereses, en el que los ciudadanos están utilizando las redes privadas virtuales (VPN) para burlar la censura y evitar ser localizados al tuitear, el expresidente del Senado, Bukola Saraki, dijo con motivo del Día de la Democracia que los 22 años de democracia ininterrumpida en Nigeria no han dado pie a un buen Gobierno, y que la democracia no se caracteriza solo por la ausencia de un Ejecutivo militar o la repetición de elecciones cada cierto tiempo. Quién sabe si también, entre líneas, se refería a la falta de tacto a la hora de cerrar Twitter. Porque todo en Nigeria está relacionado.

Imagen superior: Manifestación en el distrito de Ojota de Lagos (Nigeria) el pasado 12 de junio, Día de la Democracia, en la que los ciudadanos criticaron el mal gobierno, la inseguridad y el cierre de Twitter en el país. Fotografía: Olukayode Jaiyeola / Getty



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