La derrota más esperada

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El CNA puede perder la mayoría absoluta en Sudáfrica 30 años después de la victoria de Mandela



Por Efrem Tresoldi desde Johannesburgo (Sudáfrica)



El próximo 29 de mayo, los sudafricanos irán a las urnas para elegir presidente. Después de una legislatura que ha tenido a la corrupción y a los continuos cortes de energía como protagonistas relevantes, el CNA de Ramaphosa se juega seguir gobernando.



Con 30 años de democracia a sus espaldas, Sudáfrica se prepara para celebrar sus séptimas elecciones generales el próximo 29 de mayo. El presidente Cyril Ramaphosa, de 71 años, aspira a un segundo mandato en una votación que puede resultar histórica, ya que todos los sondeos de opinión muestran que los partidos de la oposición ganan terreno al Congreso Nacional Africano (CNA). El partido, que ha dirigido el país desde 1994, está pasando apuros en las encuestas y muchos analistas predicen que este año obtendrá por primera vez menos del 50 % de los votos y que, por tanto, perderá la mayoría parlamentaria que obtuvo en las pasadas elecciones.

Varios factores pueden perjudicar al CNA el día de la votación. Entre ellos destacan la deficiente prestación de servicios, los cortes de agua y la crisis eléctrica, conocida en el país como load shedding, que provoca apagones diarios que afectan desde hace años a la ciudadanía, a las empresas locales y, por ende, a la economía del país. La tasa de desempleo ha alcanzado el 32,1 % –se encontraba en el 24 % cuando el presidente Ramaphosa asumió el poder en 2018–, y entre los jóvenes de 15 a 24 años afecta a seis de cada diez. La promesa que ha realizado el presidente en la precampaña electoral de crear dos millones y medio de nuevos empleos en los próximos cinco años parece una reiteración de anuncios similares que ya hizo antes y que nunca se tradujeron en resultados concretos.

El descenso de popularidad tiene que ver también con la percepción de una creciente corrupción sistémica dentro del partido y entre los funcionarios del Gobierno. Los obispos católicos de Sudáfrica, en su carta pastoral para las elecciones de este año, recogen el sentir de mucha gente cuando afirman que «estamos asqueados por lo que hemos visto y experimentado, viendo cómo muchos de nuestros líderes se alimentan a sí mismos, traicionando los sueños legítimos de nuestro pueblo». 

Refiriéndose a la parábola evangélica del rico Epulón y el pobre Lázaro, los obispos denuncian que «muchos de nuestros dirigentes se dan suntuosos banquetes utilizando fondos estatales, mientras que los pobres, legítimos beneficiarios de esos fondos, quedan hambrientos en la puerta, a merced de los perros».

Fotografía: Per Anders Pettersson / Getty. En la imagen superior, el presidente Cyril Ramaphosa en un acto de precampaña el pasado 10 de marzo. Fotografía: Olympia De Maismont / Getty


Votos condicionados

Las estadísticas muestran que unos 18,2 millones de sudafricanos viven en la pobreza extrema, con 1,90 dólares al día. En 2023, 162.859 personas más cayeron en la pobreza en comparación con 2022. Más de 26 millones de sudafricanos, de una población de 62 millones, siguen recibiendo cada mes ayudas sociales estatales, y unos 9 millones de desempleados perciben mensualmente el subsidio social especial de emergencia, equivalente a 18 euros. Irónicamente, es muy posible que los habitantes de las zonas rurales más empobrecidas sigan apoyando al CNA cuando depositen su voto por miedo a dejar de recibir las ayudas sociales y las pensiones si el partido gobernante es desalojado del poder. 

El 29 de mayo, los sudafricanos votarán a los representantes de la nueva Asamblea Nacional –que luego elegirá al presidente– y los gobiernos de las nueve provincias del país. Parece evidente que el CNA será el principal partido, pero probablemente sin mayoría absoluta, por lo que se verá obligado a propiciar alguna coalición de gobierno. Será un cambio drástico que requerirá adaptarse al reparto de poder. Por primera vez desde 1994, un gobierno multipartidista podría dirigir el país.  

Es poco probable que la Alianza Democrática (AD), principal partido de la oposición, se coaligue con el CNA debido, entre otros factores, a sus posiciones divergentes sobre el conflicto entre Israel y Palestina. La AD, liderada por John Steenhuisen, que según los sondeos podría atraer entre un cuarto y un tercio del electorado, ha suscrito con seis partidos, en su mayoría pequeños, una alianza denominada Carta Multipartidista por Sudáfrica. 

El CNA también se enfrenta al desafío del partido Combatientes por la Libertad Económica (EFF, por sus siglas en inglés), liderado por Julius Malema, antiguo líder de la Liga Juvenil del CNA. El EFF aboga por políticas populistas en relación a la vivienda pública, la nacionalización de las minas y otros sectores estratégicos de la economía, o la redistribución de la tierra. Las encuestas sugieren que el EFF atrae aproximadamente al 10 % del electorado.

El expresidente Jacob Zuma, apartado del CNA en enero, ha dado su apoyo a un nuevo partido, Umkhonto we Sizwe (Lanza de la Nación). Conocido en Sudáfrica por las siglas MK, la formación toma su nombre del brazo armado del CNA durante la lucha contra el apartheid. Aunque no tendrá un impacto significativo a escala nacional, según algunos analistas políticos el MK podría restar apoyo al CNA y al EFF en la disputada provincia de KwaZulu-Natal, lo que ayudaría también a que no alcanzara la mitad de los sufragios. Esto supondría la pérdida de la mayoría absoluta. 

Tras su expulsión del partido gobernante por mala conducta, el antiguo secretario general del CNA, Ace Magashule, creó un nuevo partido, el Congreso Africano para la Transformación. Mientras tanto, han surgido otras dos formaciones: Build One South Africa (BOSA), encabezado por el exlíder de la AD, Mmusi Maimane, y Arise Mzansi, liderado por Songezo Zibi, exeditor de Business Day. Ninguna de estas formaciones se ha asociado con ningún otro partido. 

Un operario repara el tendido eléctrico en Umlazi, al sur de Durban. Fotografía: Rajesh Jantilal / Getty




¿Y los seguidores del CNA?

En lugar de decantarse por cualquier otra formación, los partidarios descontentos del CNA podrían no acudir a las urnas. Este previsible descenso de votos añade incertidumbre al desarrollo de estas elecciones.

La Comisión Electoral Independiente ha registrado más de 300 partidos, el mayor número de la historia, aunque todavía tiene que determinar cuáles de ellos reúnen los requisitos para concurrir. Los comicios de 2024 serán también la primera prueba de una nueva ley electoral que permite a los candidatos independientes concurrir a las elecciones a la Asamblea Nacional y a las asambleas provinciales.

Por primera vez, Sudáfrica podría estar dirigida por un gobierno de coalición a nivel nacional, una experiencia que no es completamente nueva en la política nacional. Desde las elecciones locales de 2016, muchas de las áreas metropolitanas más importantes del país están gobernadas por coaliciones. Algunas de estas, efímeras y promotoras del clientelismo político, se han visto como un fracaso. Esta experiencia ha aumentado la percepción de que una coalición nacional será volátil.  

En mayo, los partidos de la oposición competirán con más fuerza por las zonas urbanas del país, que representan alrededor del 60 % de la población. Su éxito dependerá de su capacidad para superar las divisiones de raza y clase que tradicionalmente han definido el apoyo a los partidos políticos, y también por movilizar a los born frees, los votantes nacidos después de 1994 que no guardan lealtad al CNA. Pero es posible que el éxito en los centros urbanos no logre desbancar al partido gobernante.  




Para saber más


Por Óscar Mateos



Hablar de Sudáfrica sigue siendo sinónimo de hablar de apartheid y de Nelson Mandela. Justo a finales del mes de abril de este año se cumplen tres décadas de aquellas primeras elecciones en las que el Congreso Nacional Africano (CNA) liderado por Madiba obtuvo dos de cada tres votos depositados. La nación del arcoíris, como la denominó el difunto arzobispo anglicano Desmond Tutu para hacer referencia a ese nuevo país multirracial que aspiraba a escribir un futuro diferente después de décadas de segregación, daba sus primeros pasos en medio de un clima esperanzador y, a la vez, enormemente desafiante. Para entender el legado de tan funesto pasado hay que seguir recurriendo a películas como Grita Libertad (Richard Attenborough, 1987), que narra de forma descarnada el papel de activistas que, como Steve Biko, se jugaron la vida hasta perderla para denunciar un régimen que negaba la condición de personas y ciudadanos a la gran mayoría del país. A su vez, para seguir ahondando en la extraordinaria figura de Mandela, además de los libros de John Carlin, ya citados en anteriores números, es siempre parada obligatoria su autobiografía, El largo camino hacia la libertad (­Aguilar, 2013). Mandela es una de las grandes figuras de la segunda mitad del siglo XX, pero seguirá siendo un testimonio político y humano de referencia para las futuras generaciones.  

Desde aquellos lejanos comicios de 1994, Sudáfrica, sin embargo, continúa enfrentando numerosos desafíos, sobre todo en los planos social y económico. El país continúa siendo uno de los lugares del mundo con mayor desigualdad social según multitud de indicadores. Una realidad que, más allá del fin del «apartheid político», mantiene dividida a la sociedad en dos, con una mayoría social que sigue enfrentándose de forma cotidiana a la pobreza, la exclusión social y a la falta de oportunidades. La obra de la joven escritora sudafricana Kopano Matlwa es una de las mejores herramientas desde donde acercarse a esa realidad caracterizada por la fractura social y las enormes contradicciones de la era posterior alapartheid. De entre todas sus obras, Nuez de coco (Alpha Decay, 2020), su ópera prima, es, sin duda, la historia desde la que navegar esa Sudáfrica con aroma a decepción y frustración por un presente que no ha cambiado sustancialmente la vida de muchas personas, al menos en el plano socioeconómico. En una línea similar, y con voluntad de hacer balance de lo que representa la Sudáfrica actual, la obra Los herederos (­Península, 2023), de la escritora estadounidense Eve ­Fairbanks, está recibiendo críticas muy positivas. Yéndonos al terreno cinematográfico, y desde ese plano, es ineludible hacer referencia a la oscarizada Tsotsi (Gavin Hood, 2005) para recorrer, de la mano de su protagonista, la crudeza de la exclusión y de la injusticia social en una ciudad como Johannesburgo. 

En el género del ensayo político, valgan dos recomendaciones para finalizar. La primera, Understanding South Africa (Hurst, 2019), de los periodistas sudafricanos Carien du Plessis y Martin Plaut, ofrece una buena panorámica de los retos políticos del país y del controvertido papel del Congreso Nacional Africano y de su actual líder, Cyril Ramaphosa. Por otra parte, la obra de Amanda Gouws, profesora de Ciencias Políticas y experta en políticas de género de la Universidad de Stellenbosch, analiza, en particular, el papel de las mujeres en la política sudafricana (véase «Las mujeres en la política sudafricana», en el monográfico de la Revista Idees de abril de 2022). Para quien desee profundizar en el papel de Sudáfrica en el escenario internacional, son de obligada lectura los análisis realizados por los expertos del laboratorio de ideas sudafricano South African Institute of International Affairs (SAIIA) (saiia.org.za/). 


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