La educación es la solución

Etiopía

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Con la guerra de Tigré todavía reciente, Etiopía enfrenta retos que van desde los conflictos violentos a los desastres naturales. La semana pasada, un grupo de obispos etíopes se reunieron en la sede de Manos Unidas, en Madrid, para compartir la situación y explicar cómo, a través de la educación, pretenden ser parte de la solución. Millones de personas necesitan ayuda humanitaria urgente.

En los últimos tiempos, la actualidad mediática etíope ha estado marcada por la guerra en la región de Tigré entre el Gobierno federal y el Frente Popular de Liberación de Tigré. Pero no es este el único enfrentamiento armado que ha sufrido Etiopía en los últimos años. De hecho, los conflictos violentos –a menudo con presencia de elementos étnicos– suponen uno de los principales problemas que afronta un país clave en el escenario africano –no en vano, alberga las principales instituciones de la Unión Africana–, que ha experimentado un fuerte crecimiento económico en los últimos tiempos y es el segundo más poblado del continente. Los desastres naturales y los factores ambientales ligados al cambio climático son otro de los elementos que hay que tener en cuenta a la hora de señalar los principales retos para Etiopía.

Souraphiel Berhaneyesus. Foto: Gonzalo Gómez

Para hablar de estos problemas y explicar algunas de las soluciones, la organización Manos Unidas organizó un encuentro con la presencia de cuatro obispos de la Iglesia católica del país del Cuerno de África, incluyendo al propio presidente de la Conferencia Episcopal Etíope y obispo de Adís Abeba, el cardenal Berhaneyesus Souraphiel.

«El conflicto nos ha traído mucho sufrimiento. Mucha gente ha muerto, muchos han tenido que desplazarse y muchos han sufrido abusos», dijo Souraphiel, que destacó la responsabilidad de la sociedad, y especialmente de la Iglesia católica para construir la paz y fomentar la reconciliación, «de manera que podamos continuar con el desarrollo normal del país». El cardenal explicó que, como institución, han decidido lograr un cambio a través de la educación, desde la infantil hasta la universitaria, pasando por la formación profesional. «La educación es importante, pero también la salud y el acceso a agua potable. Si los niños disponen de agua en buenas condiciones, habremos completado un 50 % de los requisitos de la buena salud», añadió.

El uso del factor étnico

Según el cardenal Berhaneyesus Souraphiel es importante que esta oferta educativa no haga énfasis en las diferencias étnicas, que están siendo utilizadas por los políticos para dividir a la sociedad desde hace décadas. «Etiopía es un gran país independiente que nunca fue colonizado. Es un país orgulloso y nos sentimos agradecidos, pero cuando se cambió a un sistema federal se estableció que los territorios federales se basarían en los lenguajes y las etnias. Solo la historia desvelará la razón por la que se hizo así, pero lo cierto es que nos ha afectado negativamente. Habíamos vivido como hermanos y hermanas, con matrimonios mixtos, y una vida pacífica durante siglos, y las diferencias se han usado y exacerbado para dividir en lugar de para unir. Por eso, pensamos que la Constitución necesita una reforma o, al menos, ciertas enmiendas de manera que el sistema federal sea algo beneficioso», explicó.

Un momento del encuentro en Manos Unidas. Foto: Gonzalo Gómez
Distintas zonas, parecidos problemas

Un aspecto interesante del encuentro fue la variedad geográfica de las voces, que permitió saber más de los problemas de la población etíope, conociendo además las peculiaridades de algunas de sus zonas. El cardenal Souraphiel destacó que los conflictos en distintas zonas del país han provocado la migración de muchas personas a Adís Abeba en busca de empleo y seguridad, trayendo como consecuencia retos de inseguridad, superpoblación y desempleo. «La pobreza urbana siempre es peor que la rural, porque en las aldeas la gente todavía se sigue ayudando». Muchos jóvenes que no encuentran trabajo, acaban emigrando a otras zonas como Sudáfrica, Europa –a través de Sudán y Libia– u Oriente Próximo, donde muchas jóvenes acaban como empleadas domésticas. Una situación compartida por otras regiones.

Poniendo énfasis en la necesidad de la educación y los problemas asociados a la migración, Markos Ghebremedhin, obispo de Jimma-Bonga, en el suroeste de Etiopía, dijo que muchos de los jóvenes, especialmente las chicas, no reciben apoyo para continuar la educación; a menudo, cuando vuelven a la zona rural, se quedan embarazadas y se ven obligadas a emigrar a Oriente Próximo donde acaban siendo empleadas domésticas, con pésimas condiciones laborales, o incluso prostitutas. En los pueblos, la falta de agua potable hace que tengan que recorrer 30 o 40 minutos diarios. «Queremos darles una educación y formarles en oficios para que no tengan que emigrar. La educación es la respuesta para eliminar la pobreza», dijo Ghebremedhin.

El obispo de Bahir Dar-Dessie, Lesane-Christos Matheos, –una diócesis muy grande que cruza de este a oeste haciendo frontera con Sudán, pero también con Eritrea y Yibuti– habló de la guerra de Tigré y la que enfrenta al Gobierno con el Ejército de Liberación de Oromia. «Son conflictos que han costado muchas vidas, han destruido hospitales… Pero además hay un daño dramático que es el psicológico, en la memoria de la gente. Tienen que recuperar la esperanza y ver que hay que ser capaces de vivir juntos. Así que lo primero son las soluciones políticas, pero luego hay que ayudar a los individuos», dijo Matheos; quien destacó también otro conflicto olvidado que afecta a los Gumuz: «Es una especie de guerra civil interna. Crece y decrece. Por un lado, están los Gumuz y, por otro, miembros de cinco etnias, los Amhara, Oromo, Agaw, Berta y Shinasha. No se habla mucho de ello». A nivel de Iglesia, uno de los problemas que destacó el obispo de Bahir Dar-Dessie fue que la gente no puede pagar, por culpa de la guerra, las mensualidades de las escuelas, poniendo en dificultades el mantenimiento de los proyectos.

Por último, el obispo Seyoum Fransua, de Hosanna, sin olvidar todos los aspectos mencionados –conflictos, migraciones, importancia de la educación…–, quiso destacar la importancia de los desastres naturales, que «afectan directa o indirectamente a todos» y, especialmente, la sequía. En algunas zonas, por ejemplo en la frontera con Kenia, se han sucedido cinco temporadas sin tener prácticamente lluvia. Y la situación es parecida en otras zonas del país. «Normalmente hay dos cosechas, que se arruinan si no hay lluvia, pero a veces el problema es el contrario; que de repente, antes de cosechar, caen fuertes lluvias que la destruyen. Todo esto provoca hambre. Actualmente, hay ocho millones de personas que necesitan ayuda humanitaria urgente».

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