Las sudanesas ya pisan el césped

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«Hoy es imposible elegir. Voy con los dos equipos, con Al Difa (que en árabe significa defensa) y con Al Thadi (que significa desafío). Es un día demasiado importante, hoy ganamos todas», explica Martina entusiasmada, sin dejar de hacer fotografías con su móvil mientras anima a las primeras jugadoras de fútbol de la historia de Sudán que participan en una competición profesional nacional.

Las gradas se llenan poco a poco en este partido gratuito, como todos los de la Liga de Fútbol Femenino, para que la población empiece a incluir entre sus aficiones la de entrar en los estadios cuando estén jugando las mujeres. Son 20 equipos que se dividen en cuatro grupos, procedentes de Jartum (la capital), Kaduqli (estado de Kordofán Sur, en las montañas Nuba), Wad Madani (estado de Gezira, en el centro-este del país) y El Obeid (estado de Kordofán Norte), que irán eliminándose hasta quedar ocho equipos que jugarán los cuartos de final, las semifinales y la final en Jartum.

A las 15:50 de la tarde del 30 de septiembre de 2019, 22 jugadoras y tres árbitras, vestidas con pantalones cortos y medias, la mayoría con la cabeza descubierta, empezaron a jugar al fútbol delante de unas 6.000 personas. Nerviosas, orgullosas, satisfechas y sobre todo felices, empezaron a coordinarse en las primeras jugadas, calibrando el tamaño del campo y cogiendo confianza. Poco antes, Aissa Mousa, una de las dos mujeres del Consejo Soberano que preside el país desde la caída de Omar el Bashir, junto a Wala’a Essam al-Boushi, ministra de Juventud y Deportes, saludaban una a una a las jugadoras y realizaban el saque de honor para inaugurar una reivindicación que, como muestra Marwa Zein en el documental Khartoum Offside (Jartum fuera de juego), ha sido un anhelo de décadas. Se ha practicado en secreto, con muchas dificultades, no solo financieras, y sin apoyo social y moral. Pero, como se observa en el estadio, es un deporte que cuenta con una nutrida afición femenina.

Un momento del partido que inauguró en Jartum la inédita Liga de Fútbol Femenino enfrentando a los equipos Al Difa y Al Thadi. Fotografía: Carla Fibla García-Sala

«Son mujeres valientes a pesar de todos los obstáculos con los que se cruzan y a las que intentan impedir jugar al fútbol. No dejan de luchar por lo que creen y eso las convierte en personas muy abiertas de mente», explicó la documentalista durante la presentación de su película en la última edición del Festival de Cine Africano de Tarifa (FCAT).

Nidal Fadallah, más conocida como Hinda y capitana de Al Thadi, es una de las protagonistas de la cinta de Zein. Pocos días después del primer partido de la Liga explicó a MUNDO NEGRO que cuando pisó el cesped el 30 de septiembre, por fin delante de un público que las apoyaba y animaba, se sintió «extremadamente feliz por estar jugando a plena luz del día en Jartum junto a otras mujeres. Fue muy emocionante escuchar cómo nos animaban por nuestros nombres cuando teníamos el balón. Por fin formábamos parte de este deporte que nos encanta». A pesar de todo, Hinda reconoce que le gusta más jugar con hombres que con mujeres porque tienen más práctica, pero asegura que «el compañerismo, cómo se apoyan entre ellas y se echa una mano a las más jóvenes para que se sientan orgullosas de jugar al fútbol» lo vive solo entre las mujeres.

La rápida organización del campeonato, apenas cinco meses después de que Al Bashir dejara el poder, cuestiona el rígido régimen islamista impuesto durante 30 años de dictadura, lo que provocó insultos y declaraciones de los partidarios de que se mantenga la sharía hacia la ministra de Juventud y Deportes. Una reacción que culminó con manifestaciones de apoyo al clérigo Abdel Hay Youssef, quien alega que «el Islam prohíbe a las mujeres jugar al fútbol» y hace referencias en los sermones del viernes a la vestimenta que emplean.

Las jugadoras de ambos conjuntos se saludan. Fotografía: Carla Fibla García-Sala

Pero el grito «Madaniya» (que en árabe significa «ciudadanía»), tan característico de la revolución que comenzó en diciembre de 2018, resuena con fuerza en todos los estadios durante los partidos de la Liga femenina. Algunas incrédulas, otras convencidas de que no habrá marcha atrás, en las gradas se mezclan mujeres y hombres de todas las edades, familias enteras disfrutando de un nuevo estatus de libertad relativa.

Hafsa observa impaciente los movimientos de dos de sus hijas que juegan por primera vez en el estadio de El Obeid. Esperamos al descanso, para que no pierda un segundo de juego, y entusiasmada nos comenta: «Esto es algo bonito. Yo apoyo al equipo Estrellas de la Paz porque es el de mis hijas y también el de las chicas de mi barrio. Estoy con ellas. Antes no podíamos ni ver el fútbol y ahora estamos aquí, en directo». Junto a ella, Abbas asiente y añade que «esto es libertad para las mujeres», y Hassan describe el momento como «perfecto, un paso adelante. Esto es progreso y desarrollo».

Es probable que los expertos y puristas del fútbol encuentren muchos defectos y una calidad limitada en el juego de estas pioneras del fútbol profesional sudanés, pero quizás ahora que pueden entrenar lleguen a ser ­imparables.

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