Los golpistas marcan el paso

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Malí, Níger y Burkina Faso salen de la CEDEAO



«Vais a ver, si no nos comprenden somos capaces de dar un portazo a la CEDEAO (Comunidad Económica de los Estados de África Occidental, por sus siglas en francés)», declaró un diplomático de uno de los países concernidos poco después de anunciarse la decisión, el pasado 28 de enero, con efecto «inmediato».

En el comunicado oficial, hecho público al mismo tiempo en las capitales de Malí, Níger y Burkina Faso, explican las razones por las que los países de la Alianza de Estados del Sahel (AES) rompen relaciones con la CEDEAO. «Los valientes pueblos de Burkina, Níger y Malí constatan con muchos remordimientos, amargura y una gran decepción que la organización se ha alejado de sus padres fundadores y del panafricanismo», reza el documento en el que también se apunta a una «falta de apoyo en la lucha contra el terrorismo y la inseguridad», al haberse plegado a la «influencia de las potencias extranjeras, convirtiéndose en una amenaza para los Estados miembros». Y, por último, califica las sanciones de la CEDEAO como «injustas, instrumentalizadas y premeditadas» al haber «fragilizado a poblaciones ya dañadas por años de violencia impuestos por las hordas de terroristas».

En resumen, para las juntas militares que gobiernan desde los golpes de Estado en Malí (2020), Burkina Faso (2022) y Níger (2023), la CEDEAO ha fallado a sus poblaciones. Aunque los dirigentes de estos tres países son libres de tomar la decisión que consideren oportuna, según el reglamento de la organización –creada en 1975 para apoyar la cooperación económica y establecer fuerzas de mantenimiento de paz–, la salida entrará en vigor un año después.

Compuesta por 15 estados, los 11 que tienen salida al Atlántico han reaccionado de forma dispar, según sus relaciones bilaterales y la posición que ostentan en la CEDEAO. Nigeria, que ocupa la presidencia, ha sido una de las más contundentes. El presidente Bola Tinubu ha abogado por una «solución negociada» para que se replanteen su decisión. Por el momento, los tres países están suspendidos en los órganos de la organización y Tinubu fue el que, tras el golpe de Estado de Níger, amenazó con el envío de fuerzas armadas de la CEDEAO para restablecer al Gobierno civil. El anuncio fue interpretado como una amenaza que no solo no ha logrado que los golpistas cedan, sino que el expresidente Mohamed Bazoum permanece en arresto domiciliario seis meses después. Como señalaba el Consejo Nacional para la Salvaguarda de la Patria, a pesar de las sanciones –que incluyen la congelación de los activos de Níger en el Banco Central de los Estados de África del Oeste y el cierre de fronteras–, la economía del país sigue estable, con una inflación alimentaria del 7 %. Esto se explica, según los analistas nigerinos, por la porosidad de la frontera con Nigeria, lo que ha permitido mantener el mercado de ganado, cereales y productos frescos, aprovechando la caída de la naira (moneda nigeriana). Además, se espera una buena cosecha, los salarios de los nigerinos no se han visto afectados y los cortes de la electricidad –que provenía en un 70 % de Nigeria– son casi inexistentes porque la Junta militar usa la central fotovoltaica de Gorou-Banda, inaugurada pocos días antes del golpe de Estado.

Con la experiencia de lo ocurrido en Malí, Burkina Faso y Níger, la imposición de sanciones que golpean a la población, pero no afectan a los regímenes militares en el poder, ha generado un debate en la CEDEAO ante la posibilidad de aplicar sanciones a Senegal por el inesperado retraso de las elecciones presidenciales. La CEDEAO ha advertido al presidente Macky Sall de que su país no puede poner en peligro la «paz y estabilidad» de la región en estos tiempos convulsos para el occidente africano.

«Hay tiempo para dar marcha atrás…, podemos sentarnos en la mesa y negociar», declaró el ex primer ministro de Malí, Moussa Mara, a la televisión Al Yazeera después de que la CEDEAO mostrase su predisposición para las conversaciones con la mediación de la Unión Africana. En cambio, Rama Salla Dieng, profesora senegalesa de Estudios Africanos en la Universidad de Edimburgo, hizo un llamamiento para una consulta popular sobre el papel de la CEDEAO. «No puede seguir igual. Debemos ser muy pragmáticos. Si la gente cree que no hay necesidad de que la CEDEAO exista…, ¿la necesitamos?».

El presidente de Togo, Faure Gnassingbé, también se ha posicionado para contribuir como mediador tras viajar a Bamako, Niamey y Uagadugú. Las juntas militares consideran que la solución pasa por una mejora de las condiciones de vida de sus poblaciones, a la vez que recuerdan que hablan en nombre de 69 millones de personas y del control de una superficie de 2,7 millones de kilómetros cuadrados.

Manifestación de apoyo a la Alianza de Estados del Sahel (AES, en sus siglas en francés) con banderas de Malí, Burkina Faso y Níger el 1 de febrero en Bamako. Fotografía: Ousmane Makaveli / Getty. En la imagen superior, los líderes de la CEDEAO en una reunión celebrada en Abuya, la capital nigeriana, el pasado 10 de diciembre. Malí, Níger, Burkina Faso y Guinea están suspendidos. Fotografía: Getty


Aniversario en 2025

Antiguos dirigentes de países miembros de la CEDEAO, analistas y expertos apuntan desde principios de año que la situación actual debe ser encauzada lo antes posible, antes de que comiencen los preparativos de la celebración del 50 aniversario, en mayo de 2025.

Entre las consecuencias prácticas que la ruptura generaría está la libre circulación de personas y bienes, lo que obligaría a establecer un sistema de visados; o las reducciones de las tasas de aduana en productos como los cereales o el ganado. También la suerte de los burkineses, malienses o nigerinos instalados en Costa de Marfil, que deberán solicitar una tarjeta de residencia; o el fin de los acuerdos de UEMOA, relativos al ejercicio de algunas profesiones como la abogacía. «Estamos en la incertidumbre más absoluta», declaró a Radio France International el responsable de una gran agencia internacional. Mensajes que recuerdan a lo sucedido con Reino Unido al salirse de la Unión Europea, y que hacen que los medios africanos se refieran a lo que está pasando como el brexit africano.

Mauritania se retiró en 2000 de la CEDEAO, pero la salida de los tres países sería más grave al poner sobre la mesa la mala gestión de la tensión acumulada y del uso del poder en la institución. Si se consolida el enfrentamiento entre la AES –que ha exigido la salida de los soldados y diplomáticos franceses de sus territorios, abandonado la alianza antiterrorista G5 Sahel y acercándose a Rusia para sellar pactos bilaterales relacionados con la seguridad y explotación de recursos naturales– y la CEDEAO, perderá una región con graves problemas tanto económicos como políticos. Para el investigador del Instituto de Estudios de Seguridad de Dakar, Fahiraman Rodrigue Koné, «la retirada de estos países confirma la brecha geoestratégica que se está gestando en África occidental» y, como analizó en Le Monde, «la mayor competencia entre las grandes potencias de esta región». Sería la confirmación de una ruptura difícil de superar. 

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