Los guardianes del cambio

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La juventud en Zambia ante el Gobierno de Hichilema

Sabían que era posible, se organizaron, usaron las redes sociales para comunicarse, actuar, y acudieron a las urnas para provocar el cambio en Zambia. Los jóvenes zambianos no han dado un cheque en blanco al presidente Hichilema, pero se permiten saborear el éxito de los que arriesgan y triunfan.

La tarea es inmensa, todo debe revisarse y ser objeto de nuevas decisiones que mejoren la situación. Desde el pasado mes de agosto, cuando Hakainde Hichilema ganó las elecciones con más de un millón de votos de diferencia y un 71% de participación, la actividad es frenética.

«Somos poderosos porque somos mayoría», sentencia Sailas Ahmed Kafunda, periodista y activista contra las -desigualdades –como se autodefine– al recordar un proverbio zambiano que hoy tiene un significado especial: «“El sueño de las semillas crea el bosque”. Mas del 70 % de la población tiene menos de 30 años en Zambia, los jóvenes somos las semillas que, al crecer, formamos el bosque. El tipo de bosque que habrá en el futuro dependerá de cómo se nos trate. Los políticos deben preocuparse por los jóvenes, porque nosotros también decidimos lo que ocurre».

Aprovechando que muchos jóvenes acuden a la parroquia de Lilanda, en Lusaka, el domingo temprano, así como la relación de absoluta confianza que tienen con su párroco, el misionero comboniano P. Chanda Isaac, convocamos a un grupo de jóvenes para que compartan sus impresiones unas semanas después de que se formase el nuevo Ejecutivo. Stephen, Sara, Joseph, Nicholas y Clement rondan los 23 años, casi ninguno ha podido acceder a la universidad y todos llevan años intentando ayudar en casa con pequeños trabajos mientras maduran las ideas de los negocios que les gustaría emprender. Intentan escucharse y dejar terminar las argumentaciones ajenas, pero las ansias por opinar y expresarse con absoluta libertad –un derecho que están ejerciendo por primera vez en su vida– hacen que sea difícil mantener el orden de palabra.

Stephen, Joseph, Sara y Clement. Fotografía: Carla Fibla García-Sala



«Estoy contento porque nada más llegar al poder han terminado con los caders (proviene de la palabra inglesa card, y se usa para referirse a los afiliados a un movimiento o partido, los que tienen el carné). Ya no cogen el dinero de la gente, y eso será bueno para nuestra economía», argumenta Stephen secundado por todos, excepto Sara: «Yo no estoy contenta con este nuevo Gobierno porque aunque todos queríamos un cambio en Zambia, aún no he visto que se haya producido. Desde que llegaron al poder no hay acción, ni dan soluciones a la gente desesperada». 

Lograr un estado de corrupción cero es uno de los principales desafíos del Gobierno de Hichilema. «Deben cambiar muchas cosas, han heredado una situación difícil y no podemos esperar resultados rápidos porque se cometerán errores. Me alegro de que se haya enfrentado a algo que preocupa a la ciudadanía como es el carderismo. Habrá cero tolerancia en las calles, mercados y estaciones de autobuses. Antes la gente vivía intimidada, no podíamos ejercer nuestros derechos, ni hablar, nos sentíamos acosados», añade -Joseph.

También destacan que por primera vez sea una mujer la portavoz del Parlamento, como reconocimiento de la labor que tienen derecho a ejercer las mujeres en política. «Es cierto que este presidente ha puesto en la agenda el tema del género. Pero el problema es que habla mucho y actúa poco. El anterior presidente (Edgard Chagwa Lungu) lo que decía lo hacía», apunta Sara ante las caras de desaprobación de sus compañeros de debate.

«Voté para el cambio porque necesitaba ver orden en el país, porque los que estaban conectados con el anterior régimen eran personas muy poderosas. Hay mucha expectación con el nuevo Gobierno, pero cuando anuncian algo no significa que vaya a ocurrir hoy mismo. Primero deben limpiar el sistema, traer orden y justicia, luego llegará el cambio. Hay que dar tiempo, al menos un año, para que implementen sus planes», explica Nicholas mientras Sara niega con la cabeza y le recuerda que la grave situación en la que está el país precisa de acciones urgentes: «Hay algunos temas que comenzó el Gobierno anterior, como las infraestructuras, que podrían estar acabando en lugar de hablar tanto. O la devaluación del dólar, porque nuestra moneda, el kwacha, no tiene valor y el coste de la vida es muy alto. También habló de educación gratuita diciendo que sería una acción inmediata. Tampoco entiendo por qué ha quitado el Ministerio de Asuntos Religiosos si vivimos en un país cristiano». 

Ann Holland, cofundadora de Sistah Sistah. Fotografía: Carla Fibla García-Sala



Van surgiendo los aspectos que les preocupan a la vez que destacan detalles que les llaman la atención, como que sea la primera vez que Zambia tiene un Gobierno con miembros de todas las provincias del país. «Es una decisión importante porque de esta forma el desarrollo se irá a todas las zonas, y se tendrán en cuenta las realidades de todos los ciudadanos», explica Clement aprovechando el turno de palabra para explicarle a Sara que la desaparición del Ministerio de Asuntos Religioso se debe a que «consideran que las Iglesias deben operar por sí mismas, al margen del Gobierno, para dejar que funcionen con libertad». A esto, -Joseph añade que es más interesante que se haya recuperado el Ministerio de Medio Ambiente, clave para combatir el cambio climático que ya sufre el país, o la creación de un ministerio para la promoción y gestión de las pequeñas y medianas empresas.

La conversación concluye compartiendo la preocupación por la violencia contra las mujeres que hay en Zambia. «Las mujeres son violadas, viven con miedo y no pueden ser productivas. Esto debe condenarse de forma rotunda, y empezar por cada uno de nosotros. Hay que crear programas, apoyar a organizaciones, dar información para que se entienda que no está bien. Es un gran problema para el país. Hay que reducirlo a cero, para que todo el mundo sea libre. Afecta a las mujeres y a los niños que ven lo que se les hace a sus madres. Son hogares rotos», argumenta Clement. 


Hakainde Hichilema. Fotografía: Spencer Platt / Getty


Ser feminista 

En medio del diálogo, comienzan a explicar diferentes circunstancias en las que se produce esa violencia estructural contra las mujeres y las niñas: «En las escuelas y universidades para aprobar deben tener sexo con los profesores, o para conseguir un trabajo. Está establecido en el sistema. El Gobierno debe proteger a nuestras mujeres», explica -Nicholas, que plantea una realidad en la que Sara se ve reconocida: «Es el sistema, el soborno para conseguir cosas. Y eso, como la corrupción, depende de nuestra acción. Debemos cambiar de mentalidad porque es algo que está en nosotros, y mientras sea así dará igual el presidente que venga, porque continuará. Está en nuestra naturaleza y lo perpetramos cuando pagamos para que algo vaya rápido.

Ann Holland, cofundadora del movimiento Sistah Sistah, fue una de las organizadoras de la marcha con la que, a principios de octubre, le recordaron al presidente Hichilema que cada tres horas una mujer o una niña es violada en Zambia. «Mi ropa no es mi consentimiento» o «No me digas cómo vestirme, diles que no violen» fueron algunas de las pancartas que se pudieron leer en la manifestación.

Al menos el 17 % de las mujeres en Zambia han sufrido algún tipo de violencia, según un estudio de Oxford Policy Management, a lo que Holland añade que «cada año se registran 18.000 casos de violencia contra las mujeres, pero es una cifra pequeña, porque el 80% ni siquiera llegan a ser denunciados».

«Cuando las mujeres son abusadas en Zambia no saben adónde acudir, hay un procedimiento en el que primero debes ir a la Policía de la zona en la que ocurrió, conseguir un informe que llevas al hospital y que el médico tiene que firmar tras el reconocimiento. Y con ese informe, de vuelta a la Policía, se abre el caso e investigan. Luego asignan un día para ir a juicio, un fiscal… », detalla Holland, para confirmar que la «cultura de la violación» en la que se rige el país, de más de 1.000 casos tratados en su organización desde 2018, solo dos llegaron a los tribunales.

«No puedes ir vestida como quieras sin ser asaltada, y cuando se denuncia, lo primero que preguntan a la víctima es qué ha hecho para haber sido violada. Lo peor es que la mayoría de los casos pasan en las familias. Los padres son los violadores y las madres no informan porque no saben qué hacer, adónde ir», explica Holland. «Pido al nuevo Gobierno que considere la violación como una crisis nacional, para que sea una prioridad. Que se cambie la ley y se creen centros one step en los que se integre todo el recorrido que debe hacer la víctima tras ser violada, desde la denuncia al reconocimiento médico. Es un asunto de vida o muerte, no podemos esperar más, y si Hichilema no reacciona, nos levantaremos y protestaremos».


Zambia registró violencia callejera después de las elecciones en las que resultó elegido Hakainde Hichilema. Fotografía: Patrick Meinhardt / Getty

La deuda que aprieta

«La mayoría de los desafíos de nuestra economía tienen que ver con lo fiscal. El Gobierno anterior gastó mucho, llegaron al poder cuando estábamos creciendo a un 9 % y ejecutaron un plan de infraestructuras muy ambicioso… Construir 8.000 kilómetros de carreteras, 600 centros de salud, renovar y hacer nuevos aeropuertos… Pero se hizo todo a la vez y el dinero se acabó», comenta el economista Felix Mwenge.

El déficit fiscal prolongado durante la última década ha generado una deuda en eurobonos de 12.000 millones de dólares, de la que un tercio deberá resolverse en una negociación paralela con China. «El punto de partida para el nuevo Gobierno es un gasto muy alto y gestionar que las infraestructuras se realicen poco a poco, teniendo en cuenta de lo que disponemos. Debemos tener estabilidad fiscal», añade Mwenge, quien se muestra muy reacio a volver a negociar con el FMI porque esto implicaría recortes en servicios sociales de los que el país no puede prescindir.

Más de la mitad de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, y el 40 % se encuentra en una situación extrema. «Son 10 millones de personas que se levantan cada mañana sin saber si comerán ese día. Hichilema es un hombre de negocios, sabe lo que tiene que hacer y tenemos confianza. Esperamos que este Gobierno cumpla lo que prometió en la campaña: restablecer la situación fiscal, bajar y controlar la inflación y terminar con la corrupción».

Para el economista, el único error grave que el nuevo Gobierno no se puede permitir es fallar a los jóvenes. «La solución para el desempleo pasa por la empresa privada, porque el Gobierno no tiene capacidad para garantizarlo. Por eso facilitarán las gestiones y disminuirá la burocracia, por ejemplo en las minas, porque hay que asegurar la actividad».

Recuperar y ampliar derechos

En la oficina de la Fundación One Chapter, su directora, Linda -Kasonde, cuenta con humildad cómo lograron en 24 horas terminar con el bloqueo de Internet por -parte del anterior Gobierno durante la campaña electoral. 

Inspirados en la Asociación de Abogados de Zimbabue por los -Derechos Humanos, la Fundación One Chapter es una referencia a la que recurren muchos activistas para dar solvencia a sus argumentos en defensa de los derechos civiles. Han intentado enmendar casi por completo la Constitución, denunciado la ley de ciberseguridad y desafiado al organismo que regula los fármacos por distribuir preservativos caducados. Entre los casos pendientes, han pedido que sean públicas las cuentas de los ministros y diputados. 

«El Gobierno ha hablado de reformar la Constitución y la sociedad civil quiere que se amplíe para incluir derechos económicos, sociales y culturales. Hay que aclarar temas como la permanencia en el poder, porque en los últimos años del anterior Gobierno, este cayó en un autoritarismo absoluto… No había libertad de reunión, la Policía abortaba las protestas, se cerraba el espacio digital, se censuraron voces críticas, hubo detenciones de líderes de la oposición o posibles disidentes… La situación se deterioró, pero ahora hay cierta esperanza de que con el nuevo Gobierno se restauren los derechos humanos mediante la aplicación de la ley. De hecho, la gente ya se siente liberada, en comparación con el anterior régimen».

Kasonde está convencida de que el camino que tuvo que recorrer Hichilema, siendo detenido y pasando varias veces por la cárcel cuando estaba en la oposición, le hará implementar cambios reales para terminar con el abuso del poder por parte del Estado.

Silas Kafunda ya no tiene que variar las VPN (siglas de «red privada virtual», en inglés. Se utilizan para evitar el rastreo de un terminal en Internet) de su teléfono móvil, por lo que ya se puede reunir online con libertad con activistas de otros países. «Ahora tenemos libertad de -expresión y la gente se manifiesta sin intimidación. Pero esperamos más. Hichilema debe realizar la promesa de una educación gratuita. Durante la campaña le apodamos Bali, que significa padre, porque usó nuestro lenguaje. Dijo que arreglaría este país, que los jóvenes tendríamos nuestra oportunidad, y ahora debe cumplirlo».   



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