«Mi país necesita a personas íntegras»

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Ivone Soares, diputada, periodista y escritora mozambiqueña


Con 14 años ya pegaba carteles electorales soñando que Mozambique podía ser un país mejor. Casi tres décadas después, la sobrina del histórico líder de la RENAMO Afonso Dhlakama es miembro del Consejo Nacional del partido –que lleva 40 años en la oposición– y una de las políticas más relevantes de la escena mozambiqueña. MUNDO NEGRO habló con ella durante su participación en el encuentro que la Fundación Mujeres por África celebró el pasado mayo.


Como una de las líderes de la RENAMO (Resistencia Nacional Mozambiqueña), el principal partido opositor, ¿cuáles son los principales retos de Mozambique en estos momentos?

Uno de los grandes problemas que tenemos es el terrorismo en Cabo Delgado, que está dejando a muchos niños huérfanos y a muchas personas refugiadas que han tenido que abandonar el lugar en el que nacieron. Somos conscientes de lo horrible que es dejar la casa propia, el lugar donde hemos crecido, donde jugábamos, dejar atrás lo que plantamos o plantaron nuestros abuelos. Todos los mozambiqueños tenemos que estar comprometidos en la lucha contra el terrorismo, y todo el apoyo que podamos tener –no solo de países africanos, sino de países hermanos de otros continentes– será bienvenido. Más allá del terrorismo, tenemos la corrupción, que en Mozambique es endémica. Y urge que el Gobierno se involucre en la lucha contra el crimen organizado porque tenemos una seguridad muy débil. Se están produciendo multitud de secuestros que afectan a empresarios y a familiares de personas que tienen cierto poder económico en nuestro país. Esto provoca un estado de inseguridad para los empresarios, para los que hacemos política y para el ciudadano común.

¿Hay unidad política ante estos problemas?

Son cuestiones que nos preocupan a todos, a los que están en el Gobierno, a los que estamos en la oposición, a la sociedad civil y al cuarto poder, la prensa. Cualquier mozambiqueño siente en su piel que tenemos que combatir el crimen organizado y la impunidad, que lamentablemente es mucha en Mozambique. El Estado debe ser fuerte para mostrar que Mozambique es un país donde vale la pena vivir y donde cualquiera puede venir a invertir. Tenemos muchos recursos, pero es necesario un ambiente favorable de paz y tranquilidad para los negocios. Si no hay paz y continuamos con un alto nivel de corrupción, obviamente vamos a espantar a los inversores.



Varias familias huyen, el pasado 14 de junio, de los insurgentes que atacaron su comunidad un par de días antes en la provincia de Cabo Delgado. Fotografía: Esimon Maina/GETTY


Su partido, la RENAMO, lleva más de 40 años en la oposición. ¿Qué tiene que ocurrir para que haya una alternancia en el Gobierno y el FRELIMO (Frente de Liberación de Mozambique) deje de ocupar el poder?

Para que la RENAMO finalmente esté en el Gobierno de Mozambique se tienen que acabar los fraudes electorales. Desde el año 94 hasta ahora hemos sufrido, contra la voluntad del pueblo, sucesivos fraudes electorales. Nuestro partido está ­implantado a nivel nacional, no hay ninguna provincia del país que no tenga una representación de RENAMO. Somos un partido fuerte y carismático que cree en la democracia y en las libertades fundamentales y que se sostiene por el apoyo que le da el pueblo. Necesitamos que haya equipos de observación internacional que estén en el terreno para supervisar lo que ocurre con los votos, porque los que hay a menudo están ligados al partido en el poder. A los demócratas de centro nos falta apoyo internacional, un apoyo concreto en términos técnicos, de capacitación de líderes y de observación durante las elecciones. No puede ser que sigamos celebrando elecciones en las que la Policía se lleva las urnas con los votos y luego se anuncia qué partido ha ganado sin que haya habido un control. Tenemos este problema cada vez que se celebran elecciones y esto mata la democracia y la esperanza del pueblo. FRELIMO ha fallado, por eso tenemos altos niveles de corrupción, malos índices de gobernanza, han caído nuestros índices de libertad de expresión, no tenemos una educación de calidad… Todos nuestros datos son muy malos. Un partido que lleva ya 46 años al frente del destino de la nación es como un disco rayado, no tiene capacidad de innovar. Hubo un momento en el que todos los mozambiqueños unidos luchamos por la independencia. Obtuvimos la libertad, pero ganamos nuevos colonos: FRELIMO y sus dirigentes.



¿Cree que la RENAMO gobernará Mozambique?

Con certeza. Espero no morirme antes de que eso ocurra. Va a ser un día maravilloso, no solo para mí, sino para cualquier mozambiqueño que desee ver cambios. La pobreza, la desnutrición crónica que padecen los niños de cero a cinco años, los embarazos prematuros, la violencia doméstica, el acceso precario a la justicia, la dificultad de las mujeres embarazadas para acceder a la sanidad… Todos estos problemas se pueden resolver, pero hace falta que haya transparencia en la gestión pública y en la gobernanza, y que el foco esté en las necesidades reales del pueblo y no en las de los dirigentes, que es lo que ocurre con el partido en el Gobierno. Si vamos ahora a un hospital de Mozambique, puede que no encontremos aspirinas, paracetamol o jeringuillas, lo más básico que debería tener un sistema de salud. Mozambique ha recibido fondos para combatir el coronavirus, pero hay indicios de que han sido desviados. No podemos continuar con una venda en los ojos que nos impida ver todos estos problemas.

Usted empezó a participar en política con tan solo 14 años, pegando carteles. ¿Qué la impulsó?

La discriminación que siempre he visto en mi país y que continúa hoy. Vengo de una familia de políticos: mi madre fue una antigua combatiente que luchó por la independencia nacional, mis abuelos y mis bisabuelos combatieron por las libertades, y lógicamente sus historias de lucha por el bienestar común me influyeron enormemente. Ahora tengo 42 años, estoy en mi tercera legislatura en el Parlamento, he sido la líder parlamentaria más joven del país en la historia del multipartidismo y siendo mujer, creo que debo continuar haciendo mi parte para empoderar a otras mujeres.




¿Cómo es su experiencia como política en un mundo dominado por hombres?

Es un mundo machista… No es fácil. He sido perseguida y he pasado por situaciones que me han marcado profundamente. En 2016 intentaron atentar contra mi vida y escapé de milagro. En 2018 mi casa fue asaltada por un grupo de policías que registraron todo buscando algo ilegal. Se llevaron nuestros ordenadores y nuestros teléfonos móviles, también los de mi marido, que no es político, no encontraron nada ilegal porque no hago nada ilegal, y nos los devolvieron destrozados dos meses después. Siempre he intentado hacer mi trabajo de la forma más limpia, por eso ando con la cabeza erguida y las manos abiertas. Pero estamos en un país donde hay abuso de poder y autoritarismo, donde hay personas que piensan que por tener poder pueden apropiarse de lo que no es suyo. El régimen quiso intimidarme y montó un circo con falsas acusaciones, pero yo no me dejo intimidar. Si algún día dejo la política será por voluntad propia, no por artimañas que alguien monte para desanimarme. Soy firme en mis objetivos, y uno de ellos es servir al pueblo.

Una mujer en la escuela para miembros desmoviliados de la RENAMO en la comunidad de Tazaronda. Fotografía: Alfredo Zuniga/GETTY


¿Cree que esos ataques tuvieron que ver con el hecho de ser mujer?

Sí, por ser una mujer que dice abiertamente lo que piensa, que no es corrupta y no acepta dinero ilegal. Ven a una adversaria política íntegra, religiosa, culta, que sabe lo que dice, que no es una ignorante… Eso amenaza al poder de los hombres y por eso intentan intimidarme, para que salga de la política. Pero no me dejo intimidar, todo eso me hace más fuerte.

¿Se ve gobernando el país?

Gobernando no, pero sí me gustaría estar al lado de quien lo estuviera haciendo y dar lo mejor de mí. Creo que puedo influir de la misma forma que lo he venido haciendo hasta ahora. A nivel nacional e internacional recibo muchos mensajes de mujeres que se sienten empoderadas al ver mi lucha, entrega y dedicación. Ese es el mejor reconocimiento que puedo recibir. Así que no voy a desistir. Mi país necesita a personas íntegras, que no son muchas en un mundo tan corrupto. Tengo un compromiso con los mozambiqueños, con las mozambiqueñas, con las jóvenes y con las niñas, porque se merecen vivir en un país bueno y saludable.




Usted tuvo un papel relevante en el proceso de pacificación del país. En 2014 hizo de puente entre el antiguo presidente de la ­RENAMO, Afonso Dhlakama, y el entonces presidente, Armando Guebuza. ¿Cómo recuerda aquello?

El país estaba en un conflicto armado entre las fuerzas de RENAMO y el Ejército que duraba ya dos años y medio. El grupo de negociadores que se había creado con personas de ambos bandos no llegaba a ningún entendimiento que llevara a un alto el fuego. Por fortuna, conseguí convencer a Afonso Dhlakama y al presidente Guebuza de que accedieran a que cinco embajadores garantizaran un corredor seguro para que ­Dhlakama se trasladara desde Gorongosa, donde estaba cercado por las fuerzas gubernamentales, hasta Maputo, donde se firmaría el acuerdo para el cese de las hostilidades. Los dos confiaron en mi acercamiento y fue un éxito para detener un conflicto militar que ya había provocado muchos muertos y la pérdida de muchos bienes en la zona central del país. Salvamos muchas vidas con aquella acción y vamos a continuar trabajando en este sentido siempre que el país lo necesite.

Además de líder histórico de la RENAMO, Dhlakama era su tío ¿Qué significó para usted y para el país?

Fue único. Un gran hombre y un gran luchador que no dejó de pelear hasta el último minuto de su vida. Desde donde esté, continúa inspirando a los mozambiqueños, y a mí en particular. Tenía una visión completamente avanzada de lo que es un país. A las personas como Afonso Dhlakama no se las puede imitar. Llegó con el propósito de liberarnos del escenario de monopartidismo en el que vivíamos y abrió las puertas del país para lograr un pluralismo de ideas y económico. Dhlakama vino al mundo a inspirarnos y a enseñarnos a andar con nuestras propias piernas. Hemos celebrado el cuarto año de su desaparición física y el dolor de su pérdida no se apagará nunca, pero tenemos que continuar su ­trabajo.


Un trabajador de una plantación de café posa delante de las cataratas de Murombodzi, en el Parque Nacional de Gorongosa (Mozambique). Fotografía: Alfredo Zuniga/GETTY


Dhlakama falleció en el Parque Nacional de Gorongosa. ¿Es un lugar emblemático para los mozambiqueños?

Debería ser un santuario de los aguerridos combatientes por las libertades fundamentales para los mozambiqueños. Allí murió nuestro primer comandante en jefe, ­André Matsangaissa, el 17 de octubre de 1979. Y el 3 de mayo de 2018 lo hizo el presidente Afonso Dhlakama. Es un lugar muy espiritual, muy profundo e intenso, donde mujeres, hombres y niños vivieron durante décadas los horrores de una guerra entre hermanos. Gorongosa es un santuario que debería servirnos para recordar que en aquella tierra murió mucha gente y que, de ahora en adelante, lo que construyamos debe ser tan bello como lo es la naturaleza de este parque, que tiene una variedad impresionante de fauna y flora al que vienen estudiosos de todo el mundo.

Para terminar, me gustaría preguntarle por su faceta como escritora, que mucha gente descubrió cuando publicó su libro Salpicos de Águas e Sóis – Meu Eu Poético. ¿De qué habla lo que escribe?

Mis poemas hablan de amor, de esperanza y de perseverancia. A pesar de estar en un país con tantos problemas, también es un país maravilloso y no podemos perder la esperanza de amar, de sonreír, de dar gracias a Dios todos los días por los seres maravillosos, por los animales, por el oxígeno. Quiero decirle a la gente que a pesar de las luchas que tenemos a diario, no podemos dejar de soñar y de creer confiados que las cosas un día van a ser mejores. Hablo de paz, de las bellezas que tenemos en Mozambique, de la mujer. Existía la idea de que ­Ivone Soares era una mujer dura y fría enfocada en la política y que solo se dedicaba a rebatir al Gobierno en el Parlamento. Quise desmitificar esa impresión mostrando este lado, que estaba algo escondido. Soy una mujer normal, que también ama y sueña.


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