Publicado por Carla Fibla García-Sala en |
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El emplazamiento de una de las celebraciones en Johannesburgo lo dice todo. La sección destinada a las presas negras de la antigua cárcel de mujeres acoge hoy unos cuidados jardines con mesas circulares de madera, salpicados por los dibujos que la escritora y activista antiapartheid Fátima Meer realizó de forma clandestina y que narraron las inhumanas condiciones en las que eran obligadas a cumplir su condena.
En uno de los modernos edificios que flanquean el lugar, espacios en los que ahora se lucha contra la violencia de género y por los derechos de las mujeres en el país, ubicaron la celebración dedicada a los jóvenes emprendedores. La radio online Sounds of Azania, con sede en el céntrico y recuperado barrio de Maboneng fue fundada bajo los principios del ubuntu (una filosofía basada en la lealtad entre las personas) y el africanismo, instaló en un improvisado estudio abierto y amenizó los inevitables retrasos del programa. Iban calentando motores con animadas entrevistas a los entusiastas jóvenes sudafricanos, y de otros lugares del continente, que compartieron tanto las dificultades como los alicientes que conlleva montar tu propio negocio.
La propia radio Sounds of Azania se autodefine como «incubadora cultural y creativa con música 100% sudafricana», y ese mensaje de autenticidad y orgullo identitario es lo que destacaba en cada una de las entrevistas. Que cada persona que se lance a crear un negocio se convierta en una plataforma para que otros le sigan, le copien o sencillamente crean que es posible, parece ser el objetivo. Así es como, tras más de un año de pandemia, cuyo efecto laboral en Sudáfrica también ha sido devastador –con una pérdida inicial de tres millones de puestos de trabajo por el encierro obligatorio, y un desequilibrio social histórico que se ha acentuado con la crisis actual–, los jóvenes empresarios reunidos decidieron poner en valor lo aprendido. «En lugar de quejarnos por lo que la COVID-19 ha significado, deberíamos centrarnos en ese tiempo auténtico y único que hemos tenido para crear y plantar las semillas que necesitábamos», explicaba una enérgica locutora que a cada invitado pide que comparta su nombre en redes sociales, porque la clave del éxito es la «interconexión».
El acto empieza con un homenaje a la ciudad, Johannesburgo, tierra de oportunidades, que es lo que provoca que los jóvenes, en su mayoría nacidos en townships o municipios pobres, con escasos recursos, y con el afán por alcanzar una vida mejor, desarrollen su ingenio para mejorar la situación familiar. «África, ahora es tu momento», rezaba un cartel bajo el micrófono del moderador de un panel con cinco jóvenes empresarios con ganas de compartir y, como les incita el conductor, de «dar herramientas prácticas» para los que ya han montado su proyecto o se lo están pensando. Dos restauradores cuyos orígenes están en Soweto, la barriada en la vivió Nelson Mandela y el arzobispo emérito Desmond Tutu, que esta semana ha recibido la vacuna contra la COVID-19, dos artesanos y una agencia de desarrollo empresarial. «Todos podemos tener muchas ideas pero la iniciativa está en ti mismo, la ejecución está solo en tu cabeza. Hay que pensar en lo que podemos ofrecernos a nuestro entorno, crear conexiones con la gente y ofrecer valor a lo que nos importaba cuando estábamos creciendo», explicó Sakhumzi Maqubela, fundador del restaurante que lleva su nombre.
«La pandemia hizo que nos olvidásemos del mercado exterior y que nuestros nuevos clientes fueran los de la puerta de al lado. Las redes sociales han sido fundamentales, igual que no esperar a que llegue el Día de África para celebrar lo que somos», añadió Sphelele Chikowi, propietaria de la marca de accesorios Ntozinhle que empezó mostrando sus productos en el maletero de un coche y hoy tiene 168.000 seguidores en Instagram.
La conversación se va animando, mientras el moderador se esfuerza por concretar los factores que permitieron triunfar a los que están relatando sus experiencias. Katlego Mokgethhi explica cómo en Botsuana se han inventado la figura de los «jugadores del mercado», una iniciativa social para «reducir la tasa de fracaso de las empresas privadas a través de programas de incubación». El mercado en su país es limitado, porque como comenta, provocando una carcajada general, la población de Botsuana es similar a la de Soweto, unos dos millones de personas.
Miles Kubheka, fundador del también exitoso restaurante Vuyo´s, está convencido de que el hecho de haber tenido que pasar todo el mundo a la vez por la pandemia, «ha derribado barreras y potenciado la accesibilidad». Y ante el gesto de afirmación de sus compañeros de mesa, apunta que mientras que en EE.UU. una persona crea el producto y otra su infraestructura, en África todo lo hace la misma persona. «El coronavirus, al margen de la tragedia de las muertes, ha sido un catalizador para los que estábamos buscando oportunidades, nos ha igualado».
Asociarse, comunicar, intercambiar contactos, compartir gastos y sobre todo centrarse en lo cercano, lo local, como la base de cualquier negocio son algunas de las conclusiones que se apuntan. La conversación con el público continúa durante horas… se animan entre ellos, lanzan gritos de alegría para reconocer los logros, y se repiten los discursos en los que se autoreivindican como un continente rico, con una capacidad de desarrollo y creación infinita. Y no son pocos los que apuntan a los líderes y dirigentes como el verdadero lastre para que los países de África evolucionen.
Sin signos de una celebración especial en las calles de Johannesburgo debido a la tercera ola de Covid-19 que ya se ha extendido por al menos tres provincias del país, con los alumnos saliendo a su hora de las escuelas y los trabajadores acelerando el paso para llegar a casa tras la jornada, el Día de África sí que ocupó espacio en las redes sociales y su felicitación se añadió al ritual de saludos de obligado cumplimiento en esta tierra al encontrarse con alguien, le conozcas o no.
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