Otro modo de mirar a los congoleños

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Entrevista a la fotógrafa María Primo

 

María Primo, fotógrafa nacida en Jerez de la Frontera hace 46 años y residente en Madrid, es la autora de la exposición Retratos de un nuevo Congo que, en colaboración con la embajada de España en la República Democrática de Congo, puede verse en el Museo Nacional de Antropología, en Madrid, hasta el próximo 15 de octubre. El proyecto está compuesto por 21 retratos en blanco y negro de mujeres y hombres del mundo de la cultura, la ciencia o la empresa, fotografiados en Kinshasa, cada uno en su propio entorno.

 

 

 

 

¿Cómo nace este proyecto?

Retratos de un nuevo Congo nace en 2012 con una invitación de Javier Hergueta, que en ese momento era embajador de la Embajada de España en Yemen. Él siempre ha sido un promotor y fiel creyente de la cultura como una gran herramienta para fomentar las relaciones humanas y creó en la embajada una galería de arte en la que invitaba, en meses alternos, a un artista yemení y a uno español. Me invitó a mí, le enseñé unos libros de retratos que había hecho y le encantó. Quiso que hiciéramos un proyecto de retratos con la gente local con la que él estaba trabajando. El año pasado, en 2016, volvimos a hacerlo en la República Democrática de Congo.

Patricia Nzolantinma, emprendedora / Fotografía: María Primo

¿En qué consiste la serie fotográfica?

La idea es poder hablar un poco de la cara más amable a través de toda esta gente que, como tú o como yo, están trabajando para sacar adelante sus vidas y también de alguna manera el país. Fue la propia embajada la que seleccionó a los personajes. Yo nunca había viajado al Congo, aunque sí había viajado a diferentes países en África, como Somalia, donde hice uno de mis primeros reportajes. Uno de los criterios de selección que decidimos fue que las personas tuvieran alguna relación con España. Algunos habían conseguido becas para estudiar fuera, a través de misioneros. Otros habían hecho alguna actividad con la embajada española. Es gente del mundo de la cultura, hay científicos, hay emprendedores, mujeres y hombres. Lo que no hay en este caso es políticos, porque en Congo la política está muy corrupta por todos lados y decidimos que había suficiente gente interesante que podía simbolizar esa energía que se está moviendo, la parte más moderna.  Intentamos que la lista fuera diversa, tanto en cuanto a la ocupación de cada uno como en cuanto a género, que hubiera tantos hombres como mujeres. Hay muchas mujeres emprendedoras.

¿Me hablas de alguna de ellas?

Patricia, por ejemplo. Es increíble lo que está haciendo. Es una empresaria que se ha formado en la Universidad de Kinshasa, ha conseguido crear una empresa de marketing, factura una barbaridad y además ha generado varios proyectos sociales, como uno de becas para que chicas que están en situación desfavorable puedan estudiar. O como otro proyecto que tiene de taxis para mujeres conducidos por mujeres en Kinshasa, los taxis rosas, y está funcionando. Cuando tú vas a estos países y ves el caos, la gente se asusta. Pero hay muchas cosas que se están moviendo. No están tan lejos de nosotros como creemos. Y hay también unos hombres fantásticos. Como el bailarín de danza contemporánea. Él mismo ha conseguido hacer un festival en Kinshasa, aunque luego tiene que buscarse la vida. Todos se buscan la vida como pueden, obviamente. Están sobreviviendo, no es un país fácil. Cada uno tiene muchas historias que contar, eso es lo apasionante. Aprendo mucho con estos trabajos.

 

Israel Tshipamba, director del Centro Cultural Tarmac es Auteurs / Fotografía: María Primo

¿Cómo fueron las sesiones?

Había que programarlo bien antes de mi viaje, porque yo iba con el tiempo justo. Una vez que teníamos seleccionados los personajes, y que ellos habían aceptado, se hizo un importante trabajo de coordinación. Yo siempre digo que lo mínimo es estar unas dos horas. Fui en febrero de 2016 y estuve una semana. Eran 20 personajes, aunque ahora son 21 aquí porque añadí uno más en el último viaje. Había que encajar a esos 20 personajes en una semana. Además, otro de los criterios que yo pedí para dar forma al proyecto fue hacer a cada personaje las fotos en su entorno, en su ambiente. Implicaba moverse mucho allí y hacía falta una agenda bien pensada para no perder el tiempo y yo pudiera estar suficiente tiempo con ellos para poderles conocer. Entonces intentaba tener una buena conversación, sobre mi vida y sobre la suya antes de hacer la foto.

 

¿Acogieron bien el proyecto los retratados?

Me han agradecido que hablara de una forma más digna y con tanta luz sobre ellos. Normalmente los extranjeros que llegan allí se interesan por el tema de la guerra y de la miseria, no suelen prestar tanta atención a toda esta gente que de alguna manera sí son un poco élite, pero que tiene bastante conciencia social. Normalmente se habla de otras realidades que son las que conocemos, que no se pueden negar porque están ahí, pero que hacen que crezca mucho el estigma que se tiene hacia el congoleño o hacia el africano. Todos ellos lo acogieron muy positivamente.

 

¿Crees que son necesarios más proyectos como este que tratan de transformar la imagen colectiva que tenemos de los países africanos?

Claro que son necesarios. Esto es una realidad. No estamos cogiendo a cuatro gatos. No es tanta la diferencia con nosotros. Hay diferencias, obviamente, pero estamos todos interrelacionados. Yo creo que es muy necesario seguir informando de todo lo que hay allí, también de las historias positivas que son motivación y motor tanto para ellos como para generar aquí curiosidad, que es difícil. Tengo la sensación de que aquí en Europa la gente cada vez tiene menos interés, que se está cerrando. Un ejemplo son ciertos líderes que muestran un rechazo frontal y absoluto, marcando las diferencias. ¿En qué se basan? ¿En qué nos diferenciamos? Poder viajar y conocer estas realidades te hace darte cuenta de que no estás aquí solo en un círculo. Tú eres tú, pero también tienes que conocer a los demás para saber quién eres. Todos somos humanos que vivimos en este planeta. No es ellos y nosotros. Es una barbaridad que se siga pensando así. Hay que cambiar la forma de hablar. Seguir alimentando el estigma te aleja más. Creo que también hay que contar las historias positivas de la gente, la parte más humana.

 

Valériane Ndena, responsable de proyecto del Programa Mundial de Alimentos / Fotografía: María Primo

¿Por qué en blanco y negro?

A veces me digo que si estoy hablando de la cara más moderna igual tenía que haberlo hecho en color. En Yemen tenía clarísimo que quería hacerlo en blanco y negro. La fotografía analógica en blanco y negro, así empecé a hacer retratos. De alguna manera es un homenaje. Para darle una unidad a todos los retratos decidí seguir la misma línea en Congo.

 

Junto a los retratos podemos ver unos textos.

Me parecía importante integrar sus voces de alguna manera. En Yemen lo hice pidiéndoles a ellos una frase inspiradora y aquí ha sido a través de la periodista Gema Parellada que tuvo la oportunidad de entrevistar a algunos de los personajes. La mayoría de los textos que acompañan a las fotos en la exposición son frases que ellos dijeron.

 

 

¿Qué te gustaría provocar en los que vean la exposición?

Creo que les va a generar curiosidad para acercarse más a esta gente e identificarse. Darse cuenta de que no es una región que está en la prehistoria. Quiero generar curiosidad para mirar otras realidades, porque normalmente nos ponemos muchas vendas en los ojos. Y es una pena, porque se pierden muchísimas cosas apasionantes que hacen que uno se conozca mejor.

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