Publicado por Enrique Bayo en |
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La presencia de la Iglesia católica en Marruecos es reducida pero tiene unos brazos muy abiertos. El aumento progresivo de la población migrante en el norte del país llevó a monseñor Santiago Agrelo, entonces obispo de la diócesis de Tánger, a constituir en noviembre de 2011 la Delegación Diocesana de Migraciones (DDM), dedicada exclusivamente a la acogida de las personas migrantes, mientras que Cáritas seguía su labor en apoyo a la población local más vulnerable. Monseñor Agrelo concibió la DDM como un lugar de descanso para el inmigrante, según la imagen bíblica del pozo de Sicar donde la samaritana se encontró con Jesús. «No siempre tendremos los medios para ayudar, pero las personas migrantes tienen que tener siempre un espacio acogedor para encontrarse con nosotros, donde estén a gusto y sean escuchados», solía decir el ahora obispo emérito.
La Hna. Inmaculada Gala, de la congregación de las Carmelitas de la Caridad Vedruna, fue nombrada delegada de la DDM, cargo que sigue desempeñando hasta ahora, y su primera labor consistió en identificar los principales problemas que sufría la población migrante y elaborar un plan diocesano específico para abordar su atención. Los comienzos fueron muy humildes porque los recursos humanos eran limitados, tan solo cuatro personas iniciaron las actividades en la ciudad de Tánger con tres áreas de actuación: acción social, pastoral y sensibilización.
En 2013, Médicos Sin Fronteras dejó Marruecos y la DDM aceptó la oferta de esta organización para continuar el trabajo que realizaban con personas migrantes en Nador, ciudad situada junto al enclave español de Melilla. Al año siguiente comenzó en Tetuán, junto a la frontera con Ceuta, la gestión de un piso de acogida para personas migrantes y más tarde se hizo lo propio en Alhucemas. En la actualidad, el trabajo de la DDM se lleva a cabo en estas cuatro sedes, organizadas en dos zonas de actuación: la zona occidental con Tánger y Tetuán, y la zona oriental con Alhucemas y Nador.
El dinamismo de la Delegación pronto exigió más recursos humanos. El pequeño grupo de religiosos y religiosas apoyados por voluntarios se vio desbordado y hubo que buscar apoyos. Hoy, alrededor de 60 personas trabajan a tiempo completo en la DDM, entre ellas 11 religiosos, algunos voluntarios residentes en Marruecos, otros cuyos salarios abonan las organizaciones que los envían, más el personal contratado, marroquíes, europeos y subsaharianos. A pesar de su rápido crecimiento, la Hna. Gala subraya que se ha mantenido el espíritu de familia que quiso imprimir monseñor Agrelo. No solo en las fraternidades de religiosos, hombres y mujeres de diferentes congregaciones, que trabajan en equipo, sino también entre el personal contratado y los voluntarios, que consideran a la Delegación como su familia, creando lazos de amistad y sin que sea raro que algunos se comprometan en actividades de apoyo a las personas migrantes incluso fuera de los horarios laborales.
Respecto a las áreas de actuación, pronto se vio la necesidad, para evitar equívocos, de desvincular el área de pastoral de la DDM y centrarse en la acción humanitaria y social. Las personas que llegan con necesidades espirituales son enviadas a los sacerdotes en cualquiera de las siete parroquias de la diócesis de Tanger. Sin embargo, han ido apareciendo, según las zonas, otras áreas de actuación con matices diferentes. En la zona oriental predomina más la intervención medica y humanitaria en los campamentos y la gestión de espacios residenciales seguros para los enfermos, mientras que en la zona occidental es más fácil el alquiler de pisos para las personas migrantes y predominan las actuaciones de tipo social, formativo y de sensibilización e integración.
En las diferentes sedes existe un servicio de ropero, ducha y lavandería para personas en tránsito o aquellas que viven en lugares donde no les es posible cuidar adecuadamente la higiene. El área de mujer se centra en el acompañamiento integral y empoderamiento a mujeres que han sufrido violencia en el tránsito migratorio. Estas mujeres disponen de la posibilidad de tener encuentros personales con una psicóloga y de participar en diferentes talleres. Otra área importante de actuación es la sensibilización en colegios públicos con la colaboración de entidades marroquíes. El objetivo es romper estereotipos sobre las personas migrantes entre los niños y jóvenes, y se lleva a cabo a través de charlas y actos lúdicos, como danzas y música de países subsaharianos, que ayudan a conocerse mutuamente y crear lazos de amistad.
La DDM tiene claro que no debe suplir ningún derecho que esté garantizado por el Estado marroquí. Por ejemplo, en cuestiones de salud las personas migrantes tienen derecho a ser atendidos en los hospitales públicos, por eso los mediadores sanitarios de la Delegación acuden a ellos con las personas que tienen alguna necesidad sanitaria, salvo que se trate de problemas muy específicos por los que sea necesario acudir a un hospital privado. Algo parecido ocurre con las cuestiones jurídicas. Cuando los derechos de las personas migrantes no son respetados, la DDM deriva los casos a asociaciones marroquíes de derechos humanos.
Es difícil saber el número de personas migrantes que se han beneficiado de la labor de la DDM. En la base de datos de la sede de Tánger son más de 7.000 las personas registradas, pero con toda seguridad esas cifras se quedan cortas.
MUNDO NEGRO felicita a todas las personas que muestran hospitalidad y misericordia a través de las iniciativas concretas de la DDM y la concesión del Premio MUNDO NEGRO a la Fraternidad quiere ser prueba de nuestro reconocimiento.
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