Publicado por Javier Sánchez Salcedo en |
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En el 99 fui con Intermon Oxfam a documentar unos proyectos suyos en Etiopía. Yo ya había viajado bastante y había estado en Marruecos, pero no conocía África subsahariana. Estuve 10 días documentando proyectos en distintas áreas del país y me quedé fascinado. Después he mantenido relación con diferentes países africanos, por ejemplo en Congo Brazzaville haciendo un trabajo sobre los Sapeurs.
Fue todo un desafío. La AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo) buscaba a un profesional de mi estilo para realizar tres talleres consecutivos ACERCA en noviembre de 2017: una semana en Dakar (Senegal) otra semana en Niamey (Níger) y la siguiente en Bamako (Malí). El título del proyecto era Afrotopía, título también de la 11 edición de los Encuentros de Bamako, la bienal de fotografía con más prestigio y tradición africana. En los tres países trabajé con un coordinador local. En Senegal vimos porfolios de distintas personas y seleccionamos a nueve. En el caso de Níger fue Apsatou Bagaya, una gran fotógrafa nigerina, quien realizó la selección. La idea de estos talleres era profundizar en lo que es una visión de autor, una narrativa propia, y que cada uno de los alumnos encontrase un tema dentro de este gran paraguas que es Afrotopía, del que luego hablaremos, y realizara una serie fotográfica en un plazo de unas tres semanas, que después iría a la bienal de Bamako. En Níger me sorprendió que el nivel era muy bajo, había muchas carencias técnicas básicas de fotografía sobre la velocidad, el diafragma, el ISO… Así que me centré en dar contenidos que fuesen útiles para ellos, al mismo tiempo que trabajábamos para que cada cual encontrase su serie. Por las mañanas daba una base teórica de reflexión, por la tarde iban a fotografiar y al día siguiente, en grupo, visionábamos la producción de todos ellos y discutíamos. Era muy enriquecedor para todos. En el caso de Malí eran alumnos del Conservatorio de las Artes y Oficios Multimedia que estudiaban distintos ámbitos de la comunicación audiovisual, el vídeo, la ilustración… Todos jóvenes, entre 19 y 24 años, que abordaron los temas de una manera muy fresca, sin miedo al error.
Lo que puedo decir es que sí tenían claro, más que su mirada, su mensaje. Sabían de qué querían hablar. En los tres talleres hubo una reivindicación del papel de la mujer en la sociedad africana, los cambios que se han producido, lo que una mujer africana puede hacer hoy que hace unas décadas no podía. El tema lo abordaban tanto mujeres como hombres. El trabajo de Fatoumata Traoré sobre los sueños también me pareció muy interesante por esa reivindicación de que los africanos también tienen sueños, como cualquier otra persona. Sueños de estar con sus seres queridos, de viajar… cualquier tipo de sueño. Todos hablaban de una realidad muy cercana y cada uno decidía dónde poner el foco. Un trabajo que me encanta es el de Ina Thiam, El reverso del decorado con sus fotografías de modelos en un entorno de basura. Es un trabajo que me parece muy afinado, una manera de activismo, de despertar conciencias en su entorno sobre la idea de que no se pueden crear basureros informales de cualquier manera. Mientras realizaba su sesión de fotos en el barrio de Pikine, en Dakar, la gente le decía «¡Oye, aquí no se pueden hacer las fotos! ¡Esto es terrible! ¿Qué imagen vamos a dar?». Su proceso fotográfico provocaba una transformación en cuanto a la ecología y la cuestión de residuos.
Otro que también me gusta es el de Mariam Tapily. Tenía muy claro que hay situaciones que no se pueden permitir, como que haya niños en la calle. Su manera de abordarlo es incluir una viñeta con el sueño del niño que aparece en la fotografía. Es un tipo de lenguaje que me parece muy interesante. En Níger encontré una defensa de los elementos tradicionales, como pueden ser las trenzas o los trajes, y me llamó la atención cómo se da valor a la alimentación. Ya sabemos que Níger suele estar en la última o en la penúltima posición en el Índice de Desarrollo Humano. Ver estos temas, hechos desde su perspectiva y su vivencia en su contexto, es muy importante.
Sí, pero es un trabajo en el tampoco niegan sus problemas. Abdoulaye Touré con su trabajo de Senegal sobre el avance del océano, Erosión, plantea el problema de que en el lugar donde siempre han vivido en una cierta comunión con el mar —la mayor parte de ellos son pescadores—, ahora, con el cambio climático y algunas intervenciones humanas, está habiendo un avance del océano importante que pone en cuestionamiento poder seguir viviendo allí. O el trabajo de Bey-a, también en Senegal, sobre los niños talibé, que señala una práctica a erradicar con una visualización que me gusta mucho. Empezó empezó haciendo fotografías de los niños que pedían a través del retrovisor de su coche. Veías a los niños de cara y el mensaje era «es algo que tenemos que dejar atrás», lo cual era conceptualmente adecuado. Pero después lo llevó un poco más lejos con unas fotografías en las que no ves los rostros de los niños, con lo cual no estás victimizando, pero sí les estás mostrando de una manera más sutil. Estás denunciando, pero de una manera que no es la habitual, la que haría tal vez un fotoperiodista europeo del norte.
Es un concepto que acuña en 2016 Felwine Sarr, economista y músico senegalés, y que a mí me parece muy relevante. No es el primero que tiene este tipo de visión, pero de alguna manera le da un nombre y lo reivindica con mucha claridad. Afrotopía es la utopía africana, y yo creo que, sobre todo, lo que propone es una emancipación de pensamientos y de referentes. Habla de una descolonización mental del pensamiento. África tiene unas características singulares de gran riqueza, como pueden ser la tradición, el tipo de economía más relacional e informal, el respeto hacia la gente mayor… ¿Vamos a imponer un sistema como el nuestro en el que sabemos que se ha conseguido mucho a lo largo de décadas, pero cometiendo grandes errores en el camino, como que la sociedad se atomiza, que cada vez estamos más solos o con nuestros abuelos abandonados? Con Afrotopía se pretende poner la discusión sobre la mesa. No hay respuestas definitivas. Lo que dicen es «reflexionemos, encontremos las vías y construyamos nuestro futuro. Sin negar la globalización, pero reivindicando nuestras características propias». Es muy importante en la descolonización del pensamiento que ellos se apropien de su historia. Hasta ahora el relato solo ha venido del norte y no se da mucha importancia a toda la tradición oral africana, su historia antes de las colonias, motivo de orgullo y de identidad. Todavía la gente se piensa que en África la música es solo tocar los tambores o la cora, pero hay música electrónica interesantísima en África y en la África que está fuera, en la diáspora. Ya existe, como dice Felwine Sarr, una modernidad africana. Lo que pasa es que a nosotros a veces nos gusta mirar más hacia esa tradición, porque aquí tal vez se ha perdido.
Efectivamente suena contradictorio. Es una pregunta muy interesante y de difícil respuesta. Intento compartir lo que sé, mi experiencia, de un modo no impositivo del mismo que lo haría aquí con unos alumnos fotógrafos que en principio tienen una carrera menos desarrollada que la mía, menos experiencia. Creo que eso es válido independientemente de la cultura que vengas. Cómo editar, cómo encontrar una línea… Pero es cierto que tienes que estar siempre muy atento para deconstruirte. Para mí siempre es básico en todos los talleres que he hecho en África, o en otros lugares, potenciar la voz de cada persona. Yo no impongo un tipo de mirada ni les digo que hay que hacer retratos o hay que hablar de un tema concreto. Que cada cual hable de lo que quiera y yo voy a intentar, como técnico que soy de la comunicación audiovisual, afinar ese deseo, ese impulso que tiene la persona para hablar de algo que para ella es relevante. Teníamos esa gran palabra, Afrotopía, que en realidad es una declaración de intenciones, una reflexión sobre de dónde venimos, dónde estamos y a dónde queremos ir. Se trataba de un trabajo colectivo. Yo no era un líder que imponía, sino que reflexionábamos entre todos.
Se hizo una exposición en Níger, en Senegal también y en Malí creo que no. Es muy importante que muestren allí sus trabajos. Y luego estaba la posibilidad de mostrar fuera su visión, con mi participación. Yo intento hacer de puente y, como comisario, dar un cierto sentido y una coherencia a ese trabajo de todos para que sea comprensible aquí y tenga una lógica. Ellos quieren mandar su mensaje no solo en su sociedad, sino también fuera. Y los canales son los que son.
Efectivamente. Y hay otra cosa importante. En este tipo de talleres se crean redes locales entre los propios fotógrafos. La mayoría de estos fotógrafos no eran amigos ni colegas habituales de trabajo. Gracias a estos talleres se acaban reforzando vínculos entre ellos y se apoyan unos a otros.
Sí. Prácticamente con todos los trabajos que he hecho, no solo de formación sino también con mis ensayos, con mis reportajes, acabo teniendo relación con muchos de ellos. Para la exposición en Pamplona les he pedido a un chico y a una chica dos vídeos a cámara contando su experiencia. Ya que no han podido venir a la exposición, al menos es una forma de acercar su voz, que es más importante que la mía.
¿Qué te gustaría provocar en la gente que ve la exposición?
Espero que contribuya a cambiar la imagen de África, que se entienda que los propios africanos tienen mucho que decir de su continente, de lo que desean y hacia donde quieren ir. Hay que escuchar más su narrativa, sus deseos, sus expectativas, su proyecto de futuro. Esto por una parte. Por otra, que hay unos jóvenes creativos con bonitas miradas que tienen mucho que contar. Para mí ha sido una inmensa alegría y un orgullo poder haber llevado a cabo los tres talleres y que tenga este recorrido. La exposición estuvo en el off de la bienal de Bamako, ha estado en Casa África, ahora en Pamplona, va a ir al Festival de Cine Africano de Tarifa… Tenemos que ponernos un poco al un lado los que hemos hablado mucho de África y dejar espacio para que ellos hablen. O por lo menos poder complementarnos y entre todos ofrecer un discurso interesante, coherente, razonable, real y respetuoso.
La exposición Afrotopía es una de las novedades de la edición de este año del festival África Imprescindible en Navarra, una cita que se celebra desde 2001 de forma ininterrumpida en la que se ofrece un amplio programa de actividades, manifestaciones artísticas y culturales, cursos y seminarios con el objetivo de sensibilizar y formar acerca de la realidad africana. «Nuestra intención ha sido romper el desconocimiento, los estereotipos, la marginación que se imponen sobre África. Sin olvidar los problemas y sinsabores de las poblaciones africanas y, al mismo tiempo, en contrapartida, resaltando sus energías y soluciones propias», resalta la organización con motivo del 20 aniversario.
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