Un debate sobre el franco CFA

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Un debate sobre el franco CFA

En los últimos años se ha hecho recurrente el debate sobre la pertinencia del franco CFA, que algunos consideran como una eficiente herramienta de crecimiento, mientras que para otros es un instrumento de dominación y antidesarrollo. 

Las iniciales CFA que acompañan al nombre genérico de la moneda han significado, sucesivamente, «Colonias Francesas de África» (1945), «Comunidad Francesa de África» (1959), «Comunidad Financiera de África» (1972-73) para los países miembros de la Unión Económica y Monetaria de África Occidental (UEMOA), y «Cooperación Financiera en África Central» para los países miembros de la Comunidad Económica y Monetaria de África Central (CEMAC).

El franco CFA, cuyo principio de funcionamiento se basa en la paridad con el franco francés –y con el euro desde enero de 1999–, es una moneda de origen colonial,  impuesta por Francia, y aceptada por las antiguas colonias francesas. 

Según el profesor Pierre Jacquemot, esta divisa presenta ventajas: la estabilidad de los precios; la política monetaria definida por un banco central común; la libertad de transferencia, asegurada tanto dentro de la zona monetaria como en las relaciones con el exterior; la libre circulación de capitales; la garantía de cambio por su vinculación con el Tesoro francés; la convergencia de políticas macroeconómicas; su convertibilidad total; la estabilidad de tasa de cambio con divisas extranjeras; o la posibilidad de favorecer los intercambios regionales y de reducir los choques externos.

También se considera positivo que el CFA haya permitido a los Estados miembros conseguir tres resultados que los distinguen de los países africanos con monedas nacionales: altas tasas de crecimiento, débiles tasas de inflación y bajas tasas de deuda pública.

Sus detractores, entre ellos el profesor togolés Kako Nabukpo y el economista altermundista senegalés Demba Moussa Dembélé, advierten de que el CFA favorece las importaciones en detrimento de los productores locales –los intercambios dentro de la zona CFA representan, como promedio, el 17 % del comercio entre sus miembros–, y genera la fuga de capitales, por ser la única divisa en África, junto al rand sudafricano.

La persistencia en la zona francófona de una moneda controlada desde el exterior impide la puesta en circulación de la moneda común, el eco (ver MN 662, p. 23), acordada por los países miembros de la CEDEAO y cuya concreción se aplaza constantemente, impidiendo el uso de la moneda como instrumento de integración y desarrollo, porque la dependencia monetaria, además de la pérdida de la soberanía, genera otras formas de relación subalternas como la comercial, la financiera y la política. Al depender del Tesoro francés, el franco CFA es un instrumento de control de las economías africanas en manos de Francia.

Frente al problema monetario y para fomentar el comercio intracomunitario se hace necesaria la creación de una moneda común –o una unión monetaria– que se extienda por todo el continente sin tutela externa. El CFA forma parte de la Françafrique, este entramado opaco de dominación política, económica, financiera, militar y cultural de Francia que le permite mantener su estatus de potencia mundial.

La idea de la desaparición del franco CFA se explica por el hecho de que la situación de los países pertenecientes a esta zona monetaria no es mejor, en los aspectos macroeconómicos, que la de los que no forman parte de ella, además de favorecer la extroversión económica de los Estados africanos, en detrimento del desarrollo endógeno. Es un freno, y no un acelerador del desarrollo, pues ningún país o región puede desarrollarse con una moneda que no es suya.

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