Un «déjà vu» amargo

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El Gobierno español reconoce la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental tras 47 años de neutralidad

La sorpresa y la incomprensión marcan la historia de Sáhara Occidental y del pueblo saharaui. Ocurrió con la jugada estratégica del rey Hasán II, padre del actual monarca, cuando armó con el Corán a 300.000 marroquíes que protagonizaron la Marcha Verde con la que el reino alauí aprovechó la enfermedad del dictador español para dar un golpe de gracia a la ocupación del territorio. Durante las siguientes décadas se sucederían golpes de efecto, viajes oficiales, elecciones locales y legislativas, acuerdos con la Unión Europea para explotar los recursos naturales del territorio, represión justificada con la lucha contra el terrorismo… pasos en los que Marruecos siempre tomó la iniciativa e impuso su determinación a anexionarse el territorio dispuesto a pagar incluso el precio de autoexcluirse de la Unión Africana (cuando reconoció a la República Árabe Saharaui Democrática, y al Frente Polisario como su máximo representante).

La negociación entre Madrid y Rabat para poner fin a 10 meses de una de las crisis diplomáticas más duras vividas entre ambos vecinos debió ser ardua. En las primeras declaraciones ­–porque no se ha hecho público un documento en el que se especifiquen concesiones mutuas, como un control migratorio no sometido al chantaje por parte de Marruecos o el compromiso de no ejecutar su histórica demanda territorial sobre la soberanía de Ceuta y Melilla­– se vislumbra una satisfacción contenida por haber desbloqueado una situación que no era nueva en las relaciones hispano-marroquíes.

Los expertos a ambos lados del Estrecho que llevan décadas siguiendo la evolución de la compleja relación entre España y Marruecos hablaban a principios de siglo del necesario «colchón de intereses» para evitar crisis y malentendidos, y de que ambos países debían situarse al mismo nivel. Pero lo cierto es que, con la autorización que el pasado viernes dio Mohamed VI, desde sus vacaciones en un complejo de lujo de Gabón, a que se hiciera pública la misiva en la que Pedro Sánchez daba un vuelco radical a la postura de España, apoyando el plan de autonomía marroquí –lanzado por el monarca alauí en 2007–, se puso de manifiesto que Marruecos es quien decide los tiempos y sostiene la batuta.

Y sin grandes aspavientos, en un aséptico comunicado oficial Marruecos asegura que «aprecia altamente las posiciones positivas y los compromisos constructivos de España sobre la cuestión del Sáhara marroquí, contenidos en el mensaje dirigido a Su Majestad el Rey Mohammed VI por el presidente del Gobierno español, S.E. Pedro Sánchez».

Histeria en las redes sociales

Entre la tristeza, la rabia, y la incomprensión, las reacciones se multiplicaron durante el fin de semana. Es interesante el hilo que lanzó Eduard Soler recogiendo las reacciones de los partidos políticos españoles, incluidos los dirigentes del socio del PSOE en el Gobierno, Unidas Podemos, con los que no se compartió el cambio de postura español ante el contencioso.

También la tranquilidad y paciencia que caracteriza al Frente Polisario. Su secretario general, Brahim Ghali, se limitó a recordar que «la declaración de Sánchez no afecta a la firme voluntad del pueblo saharaui» para continuar con una lucha reconocida por la comunidad internacional. Y desde la ONU aseguraron que «el conflicto del Sáhara Occidental debe resolverse con un compromiso pleno (de las partes) con el proceso político facilitado por la ONU», sin hacer referencia a que más de 30 años después de crearse la MINURSO, no se ha logrado avanzar en la organización del referéndum de autodeterminación para la que fue creada.

«Es lamentable que Madrid opte, una vez más, por someterse al chantaje marroquí y acabar con la esperanza que existía, alimentando la tensión y la escalada en el Sahara Occidental y la región. Solo el pueblo saharaui decide su futuro », declaró Abdullah Arabi, delegado del FP en España.

En el cruce de reacciones, la pregunta más repetida fue «¿Por qué ahora?». Moncloa ofreció sus explicaciones institucionales en un comunicado en el que además de congratularse por haber puesto fin a la crisis diplomática, se asegura que con esta cesión oficial «se garantiza la estabilidad , la soberanía, la integridad territorial y la prosperidad de nuestros dos países», sin hacer referencia a Ceuta y Melilla, no vaya a ser que moleste a Marruecos. Y entre los exmandatarios más satisfechos con la estrategia de Sánchez apareció el exministro Moratinos y el expresidente Zapatero, junto con el exembajador en Marruecos y actual ministro Luis Planas, cuya actuación en el reino alauí destacó por su inoperancia en la creación del famoso «colchón de intereses comunes». Todos ellos están convencidos de que «no habrá contrapartidas», y que «las relaciones con Argelia no están en peligro».

En cambio, pocas horas después de que el rey marroquí anunciase la decisión del Gobierno español, Argelia aseguró no haber sido informada (desde el Gobierno español desmienten este punto), mostró su sorpresa y llamó a consultas a su embajador en Madrid, Saïd Moussi –que se cruzó con su homóloga marroquí Karima Benyaich, quien regresó oficialmente a la capital española– y junto a China emitió un comunicado reafirmando «el estricto respeto a la legalidad internacional en el Sahara Occidental».

La decisión del Gobierno español de respaldar al «Sahara marroquí» es la más simbólica y contundente que ha obtenido el reino alauí hasta el momento. Ni EE.UU. con el último embajador de Trump en Rabat firmando sobre el mapa el reconocimiento del territorio como parte de Marruecos, o la «neutralidad» siempre cercana a Marruecos de Francia, han situado al país magrebí tan cerca de dar carpetazo en el plano internacional al contencioso. El presidente del Senado de EE.UU. Patrick Leahy, aseguro este fin de semana que «la solución en el Sahara Occidental debe ser de conformidad con las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Al igual que la ONU, EE.UU. no reconoce al Sahara Occidental como parte de Marruecos».

El analista Rafael Bustos se sumaba a las reacciones en las redes haciendo y respondiendo a una pregunta determinante: «¿Por qué el acuerdo hispano-marroquí sobre el Sahara Occidental es papel mojado? Porque dos partes no pueden desposeer de sus derechos a un tercero».

Lo que Argelia ha denominado este fin de semana la «doble traición» de España al pueblo saharaui, es quizás más hiriente porque, 47 años después, la decisión política del Gobierno español vuelve a ser concentrarse únicamente en sus intereses, sin que la responsabilidad de haber ocupado un territorio al que se reconoció como la provincia 53, de haber entregado DNIs y registrado en la Seguridad Social a sus trabajadores, tenga ningún valor político ni humano.


En la imagen superior, el Rey de Marruecos Mohammed VI saluda a los residentes el 2 de noviembre de 2001 después de la oración del viernes en la mezquita de El Moulay Abdelaziz en El Aaiún, durante su primera visita al Sahara Occidental. Fotografía: Abdelhak Senna / Getty.

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