Publicado por Javier Fariñas Martín en |
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El inicio de la presidencia de Umaro Sissoko Embalo ha sumido a Guinea-Bissau en un embrollo legal, político y social que no augura buenas noticias para este pequeño país del occidente africano. Mientras que Senegal, Níger y Nigeria ya han recibido a Embalo, los bissauguineanos no tienen claro si el General del pueblo, como así se le conoce, es el presidente legítimo, o si se va a mantener al frente del Ejecutivo durante mucho tiempo.
A pesar de que la Comisión Electoral validó los resultados de las presidenciales en cuatro ocasiones, su rival, Domingos Simões Pereira, del Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC), denunció las irregularidades del proceso –el digital portugués ASemana denunció que piratas informáticos habían adulterado los resultados–, una reclamación que al cierre de esta edición todavía no había sido resuelta por el Supremo. Por su parte, el Parlamento, con mayoría del PAIGC, nombró al propio presidente de la Cámara, Cipriano Cassamá, como presidente interino del país. Pero la duplicidad de cargos duró solo un día. «No tengo seguridad. Mi vida y la de mi familia están en peligro», dijo después de anunciar su dimisión.
La primera medida de Embalo abrió el baúl de los truenos. Cesó al primer ministro, Arístides Gomes, y nombró a Nuno Nabian, de la Asamblea Popular Unida-Partido Demócrata de Guinea, como su sucesor. En medio de toda esta confusión, la influencia del Ejército es evidente. Arístides Gomes denunció que, antes de su cese, varios militares irrumpieron en su casa y le conminaron bajo amenaza a renunciar al puesto. Además, el portal África 21 Digital ha señalado que «después de estas decisiones, se llevaron a cabo movimientos militares, en los que ocuparon varias instituciones estatales, incluidas la radio y la televisión públicas». La Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) –cuya presidencia ostenta, paradójicamente, Níger, uno de los países de la primera gira internacional de Embalo–, ha pedido al Ejército bissauguineano «que mantenga una posición de neutralidad». Para añadir un ingrediente más al guiso, la ECOMIB –la Misión de la CEDEAO desplegada en el país desde 2012– finalizaba el 30 de marzo su mandato, por lo que la seguridad del país queda en manos de las Fuerzas Armadas, lo que aumenta el temor de no pocos.
Jeune Afrique calificaba lo que ocurre en Guinea-Bissau como una mezcla de «telenovela brasileña y la crisis electoral de Costa de Marfil». En el primero de los ejemplos, estaríamos ante un proceso interminable y farragoso; en el segundo, ante un desenlace con dramáticas consecuencias para el país. La Unión Europea ha pedido que no se tomen acciones unilaterales que puedan complicar aún más la situación. Francia ha insistido en la necesidad de «respeto y moderación por el marco legal y el orden institucional». A todos ellos ha respondido, entre enigmatico y socarrón, Sissoko Embalo: «Estamos en África».
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