Referéndum en Darfur: la vida sigue igual

DARFUR, SUDAN - APRIL 19: A woman works as a brick layer at a brick factory after fleeing from civil war and take shelter at Abu Shouk refugee camp in El Fasher, Northern Darfur on April 19, 2016. Civil war caused to lost their jobs and houses and they had to work under bad conditions to take care of their children or members of family. (Photo by Mohammed Elshamy/Anadolu Agency/Getty Images)

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Por Mohammed Al-Sennary Ahmed

 

El pasado mes de abril se celebró un referéndum en Darfur que debía determinar su división administrativa, así como sus relaciones futuras con Jartum. El resultado, que ha coincidido con lo que esperaban la mayoría de los analistas, tiene diferentes claves interpretativas. Lo que sí está claro es que, de momento, la población no ha experimentado ningún cambio.

 

La comisión para el referéndum administrativo de Darfur anunció lo que todos esperaban, es decir, que la actual división de la región en cinco estados continúa vigente (opción respaldada con el 97,72 por ciento de los votos) y que, por tanto, no gozará de una mayor autonomía.

El pasado 23 de abril el presidente de la comisión anunció los resultados de la consulta: 3.081.976 personas votaron a favor de la opción que mantiene la actual división en cinco estados, mientras que 71.920 (2,28 por ciento) reclamaron la transformación de Darfur en una unidad territorial. Conviene señalar que Naciones Unidas ha estimado en 6,2 millones la población de Darfur.

Portavoces del Gobierno mostraron su satisfacción con el resultado y defendieron su legitimidad, alegando que la participación ha sido incluso más alta que la de las elecciones presidenciales y han justificado su necesidad, pues representa el cumplimiento del compromiso asumido en Doha. Rabie Abdul Atti, asesor del ministro de Información, fue categórico en una entrevista en Al-Jazeera al afirmar que el Gobierno sudanés es un gobierno que cumple sus compromisos. Lo hizo con el referéndum que dio lugar a la separación de Sudán del Sur y lo ha hecho ahora con el referéndum de Darfur.

 

Sudanese election staff close the door of a polling station in North Darfur's state capital El Fasher as the polls closed across Sudan's Darfur on April 13, 2016 in a referendum on the restive region's status with officials hailing the vote as a success despite international criticism and a rebel boycott. Polling centres closed at 6.00 pm (1500 GMT) in the three-day referendum to decide whether to unite Darfur's five states into a single, autonomous region, with a handful of voters coming to cast their votes late. / AFP / ASHRAF SHAZLY (Photo credit should read ASHRAF SHAZLY/AFP/Getty Images)

Cierre de un colegio electoral en El Fasher, el pasado 13 de abril. Foto: Getty Images.

 

Y ahora, ¿qué?

Días antes de su celebración, el presidente sudanés, el mariscal Omar Hassan El-Beshir anunció que no habría más negociaciones sobre la distribución de poder con los grupos que continuaran con la lucha armada tras el referéndum. Se refería al Movimiento de Liberación de Sudán (MLS–MM) de Minni Arko Minawi, y al Movimiento Justicia e Igualdad (MJI) de Jibril Ibrahim. Por su parte, los detractores del referéndum alegan que el resultado no representa la voluntad del pueblo darfurí, por lo que su celebración ha bloqueado futuras iniciativas de diálogo y ha servido simplemente para oficializar un sistema administrativo que facilita al poder central el control de la región. Además, la división en cinco regiones busca contentar a las diferentes tribus otorgándoles un pedazo del pastel. Por tanto, se puede afirmar que en Darfur la vida sigue igual tras el referéndum.

Tanto los Estados Unidos como diversos partidos de la oposición, activistas y grupos de la sociedad civil se han expresado en contra de la celebración de este referéndum, alegando que no podía ser considerado “una expresión creíble de la voluntad del pueblo darfurí” pues no incluye a todas las partes contendientes y excluye de una decisión tan importante para su futuro a los miles de desplazados darfuríes. El portavoz del Departamento de Estado de los Estados Unidos, Mark Toner, añadió que una “paz duradera en Sudán solo puede ser alcanzada a través de un proceso que afronte las causas subyacentes al conflicto de Darfur” y que resulte de un proceso participativo que incluya a todas las partes interesadas.

El líder de una de las dos facciones en que se ha dividido el MLS, Minni Arko Minawi (MLS-MM), calificó a los posibles votantes del referéndum de corresponsables de la “limpieza étnica y el genocidio” del que acusa al Gobierno central.

Además de la llamada al boicot, otro factor que ha dificultado la participación en el referéndum ha sido la inseguridad de la zona fuera de las grandes ciudades, en particular en la zona de Jebel Marra, donde se suceden los enfrentamientos armados entre el Ejército regular sudanés y la segunda facción del SLM, la liderada por An-Nour (MLS-AW).

Mientras la oposición hacía todo lo posible por desvirtuar el referéndum, el Gobierno se esforzaba por animar la participación con el cierre de diversos mercados y el envío de funcionarios que iban puerta por puerta invitando a los ciudadanos a depositar su voto.

El referéndum contó con la presencia de 1.500 observadores locales y 102 observadores internacionales, que representaban a Rusia, China, Kenia, Libia, Mozambique, Turquía, la Liga Árabe, la Unión Africana, la Agencia de Ayuda Islámica y la Unión de Periodistas Africanos. No había por tanto observadores de los países llamados occidentales. Estos interpretarán el resultado como una mera operación estética del Gobierno sudanés para dar legitimidad a su política en la región. Pero no se debe descartar la posibilidad de que, efectivamente, los darfuríes, tras el sufrimiento que la separación ha traído a su vecino meridional, la República de Sudán del Sur, prefieran quedarse como están y tengan miedo de una fórmula administrativa que pudiera aumentar el caos.

El referéndum que debía condicionar el futuro de Darfur ha ofrecido el resultado esperado. Los darfuríes, que debían elegir entre una nueva división administrativa, con mayor autonomía respecto al Gobierno de Jartum, o el mantenimiento del estatus actual, se han decantado por el resultado previsto: aquel que garantiza un mayor control del gobierno central.

 

El 14 de abril un sudanés graba un vídeo en su teléfono móvil con el recuento de los votos en el campo de Abu Shouk / Fotografía: Getty Images

El 14 de abril un sudanés graba un vídeo en su teléfono móvil con el recuento de los votos en el campo de Abu Shouk / Fotografía: Getty Images

 

El acuerdo de Doha

El referéndum celebrado entre el 11 y el 13 de abril es el resultado de un acuerdo firmado en Doha en julio del 2011 entre el Gobierno sudanés y el Movimiento para la Liberación y la Justicia (MLJ), una coalición de 19 grupos armados que se había constituido en 2010 bajo la guía de Tijani Sese.

Según este acuerdo, los ciudadanos darfuríes podían escoger entre el actual sistema administrativo que divide la región en cinco estados o una nueva posibilidad que consistía en la formación de una unidad territorial con un mayor grado de autonomía en relación al Gobierno central de Jartum y comportaba la creación de un Gobierno regional semejante al existente antes de 1994.

La primera opción significaba, además, la abolición de la Autoridad Regional Interina de Darfur (ARID), instrumento creado en 2007 para aplicar otro acuerdo de paz firmado un año antes y donde estaban representados los dos principales grupos armados de oposición al Gobierno: el Movimiento de Liberación de Sudán (MLS) y el Movimiento Justicia e Igualdad (MJI).

Estos dos movimientos, cuyo origen se remonta a la última década del siglo pasado, no habían firmado el acuerdo de Doha. En los años 70, el Gobierno sudanés llevó a cabo una fuerte política de arabización de la zona que produjo una reacción contraria en algunas tribus locales que se sentían más identificadas con sus raíces africanas. En ese contexto surgen el MLS y el MJI, que plasmaron su motivación ideológica en el llamado Libro Negro: Desequilibrio de Poder y Riqueza en Sudán, publicado en el  año 2000. En esta obra acusaban a tres tribus árabes que ocupan el valle del Nilo (los ja’li, los danagla y los shayqya) de haber acaparado el poder de Sudán y marginado a las regiones periféricas, en particular a las tribus de raíces africanas. Se va más allá, y se denuncia una estrategia sistemática para eliminar el elemento negroafricano de Sudán.

El conflicto se recrudeció en 2003 y la ARID no fue capaz de llevar la paz a la región. De hecho el MLS y el MJI han continuado luchando contra el Gobierno y desde el 2011 se han asociado con el Movimiento para la Liberación del Pueblo Sudanés-Norte (MLPS-N).

El hecho de que ninguno de estos grupos firmara el acuerdo de Doha ha rebajado las expectativas existentes sobre este referéndum, que debía haberse celebrado en 2012. Incluso algunos miembros del MLJ, único grupo armado firmante del acuerdo, discreparon con la decisión de sus líderes y se unieron al JEM para continuar la lucha armada contra el Gobierno de El-Beshir.

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