13 de junio: Día Internacional de Sensibilización sobre el Albinismo

TO GO WITH AFP STORY BY JEAN-MARC MOJON Nine-year-old Amani sits on January 25, 2009 in a recreational hall at the Mitindo Primary School for the blind, where he enrolled following the murder of a sibling, five-year-old Mariam Emmanuel, an albino who was murdered and mutilated in February 2008. Mariam was the youngest victim of a string of murders which has left 43 albinos dead in a year, not counting the newborns killed by their own parents. According to local residents, witch doctors use albino organs and bones in concoctions to divine for diamonds in the soil, while fishermen have been known to weave albino hair into their nets hoping for a big catch on Lake Victoria. AFP PHOTO/Tony KARUMBA (Photo credit should read TONY KARUMBA/AFP/Getty Images)

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Javier F    Por Javier Fariñas
El 18 de mayo de 2015 BBC, en su portal en Internet, se refería a una nueva variedad vegetal que había sido identificada por aquellas fechas en Liberia: la Pandanus candelabrum. La singularidad de este nuevo miembro de la familia de las pandanus venía determinada por el lugar donde crece: “en zonas donde hay chimeneas de kimberlita, las formaciones rocosas de origen volcánico que suelen albergar grandes cantidades de diamantes”, decía entonces la prestigiosa fuente informativa. ‘¿Eso significa que donde florezca la candelabrum hay diamantes?’, se preguntaban con los ojos babeantes los interesados en el negocio.

La respuesta no podía –ni puede– ser categórica. Como tampoco puede ser científica ni real la expectativa de aquellos que en lugar de buscar pandanus como paso intermedio para localizar la mina, utilizan los órganos de los albinos para elaborar unas pócimas que, en teoría, actúan como un GPS en busca de la versión rutilante del carbono. O esos que sustituyen el nylon por el pelo de los albinos para coser redes de pesca que, en teoría, anticipan una pesca fructífera en el lago Victoria.

Albinos. Sus órganos. Su pelo. Diamantes. Pesca.

Amani es tanzano y tenía nueve años cuando fue tomada esta fotografía en la escuela primaria Mitindo para ciegos, donde se matriculó poco después de que su hermano, Mariam Emmanuel, de cinco años, engrosara el listado de las víctimas de asesinatos rituales en este país del Índico, uno de los de mayor población albina del continente.

Aquí, en Mitindo, el bueno de Amani ha encontrado la esperanza en un futuro que, para él, tiene color azul, el que se intuye y refleja por el pedazo de ventana que se ve en la instantánea. Cuestión de colores. El de la ventana. O el de la piel.

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