19 años después del final de la guerra, Sierra Leona sigue sin encontrar la paz

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Las guerras no se terminan cuando se firman los tratados de paz o de alto el fuego, por mucho que los libros de historia y las enciclopedias online nos lo quieran hacer creer así. Para que haya paz verdadera es necesario, entre otras cosas, que las víctimas encuentren justicia. En Sierra Leona, 19 años después del fin del conflicto (1991-2002) las víctimas siguen olvidadas. Así lo pone de manifiesto un nuevo informe de Amnistía Internacional (AI): They are forgetting about us. The long-term mental health impact of war and ebola in Sierra Leone.

La organización internacional afirma que a la población de Sierra Leona le está fallando la falta de servicios de salud mental que tanto necesita frente a los efectos devastadores y duraderos de la guerra civil y la epidemia de ébola que padeció años después.

Entre 1991 y 2002 la guerra de “los diamantes de sangre”, mató en Sierra Leona a decenas de miles de civiles y obligó a desplazarse de sus hogares a más de dos millones de personas. Cientos de sierraleoneses sufrieron amputaciones de manos y piernas, miles de niñas y niños fueron secuestrados para ser utilizados como soldados y esclavas sexuales, y muchas mujeres fueron víctimas de violencia sexual. Cuando el país comenzaba a recuperarse, una epidemia de ébola le golpeó (y a sus vecinos Guinea Conakry y Liberia) entre 2014 y 2016. Las cifras oficiales hablan de 11.300 fallecidos a causa de la enfermedad. Muchos fueron también los que la sufrieron y la superaron, pero hasta el día de hoy tienen que vivir con sus secuelas.

Sobrevivientes de la guerra y de la pandemia revelan en el informe cómo continúan luchando contra una variedad de síntomas de angustia, incluido el dolor duradero, pero no encuentran apoyo que les ayude a desterrar su sufrimiento. El informe de AI explica que los escasos recursos de salud mental existentes en Sierra Leona no son suficientes para atender a todas estas personas. ¿Por qué no hay más servicios de salud mental? Por la falta de inversión del gobierno, el insuficiente apoyo de los donantes y la escasez de profesionales de salud mental. Además, los pocos servicios que existen están concentrados en las ciudades, principalmente en la capital, Freetown. Finalmente, la única legislación vigente sobre el tema en el país proviene de la época colonial y es discriminatoria contra las personas que sufren este tipo de enfermedades. Se trata de la Lunacy Act de 1902. AI pide al gobierno sierraleonés un esfuerzo para adaptar esta ley a las exigencias internacionales y de derechos humanos.

El documento de AI deja claro que la exposición repetida al trauma en los conflictos hace que las personas sean más propensas a desarrollar afecciones de salud mental. Muchos supervivientes de la guerra civil vieron cómo los grupos armados arrasaban sus casas y pueblos. Muchos también vieron a sus seres queridos muertos a tiros o descubrieron sus cuerpos mientras corrían por sus vidas. Otras personas quedaron con lesiones físicas permanente y discapacidades debidas a disparos, a impactos de metralla o a las amputaciones que sufrieron.

Igualmente, el estudio documenta cómo los supervivientes del ébola mantienen grandes traumas y afecciones a causa de la enfermedad que padecieron y sus secuelas. Muchos afirman que estuvieron tan enfermos que pensaron que no sobrevivirían. Además, la confusión, la falta de información y el mal manejo general de la crisis por parte del gobierno contribuyeron a su angustia. Luego, una vez superada la enfermedad, estas personas se vieron profundamente afectadas por el estigma y la discriminación a los que tuvieron que enfrentarse.

Normalmente, en Sierra Leona, las personas con afecciones de salud mental son estigmatizadas. Es normal atribuir su estado a la posesión de algún espíritu. Curanderos y herboristas tradicionales suelen ser los encargados de expulsar los malos espíritus. Llegando incluso a encadenar a los enfermos a árboles como parte del tratamiento. Faltan campañas gubernamentales de información y concienciación que rompan esos mitos y convenzan a los ciudadanos de la necesidad buscar ayuda profesional. Claro, que el país también carece de suficientes profesionales en este campo: solo cuenta con tres psiquiatras y unas veinte enfermeras de salud mental.

No habrá verdadera paz en Sierra Leona, hasta que las víctimas de la guerra y el ébola reciban la atención que necesitan. Y por ahora, parece que no se está haciendo ningún esfuerzo para ello.



En la imagen, un equipo de Médicos Sin Fronteras atienden en Kailahun a una joven infectada de ébola. Fotografía: Sylvain Cherkaoui / Médicos Sin Fronteras

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