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Misioneros Combonianos en República Centroafricana
Por Enrique Bayo

 

La llegada de los Misioneros Combonianos a RCA está relacionada con los acontecimientos que se sucedieron en Sudán entre 1955 y 1965. La espiral de violencia entre los árabes del norte, musulmanes, y la población negra del sur, cristianos y animistas, provocó durante los años 60 la huida de muchos sursudaneses hacia los países vecinos. El 27 de febrero de 1964 todos los misioneros católicos y protestantes fueron expulsados de Sudán, entre los cuales se encontraban 104 combonianos y 154 combonianas. Muchos sursudaneses que encontraban apoyo moral y habían puesto su confianza en los misioneros, decidieron también seguir el camino del exilio.

La mayoría de los que eligieron salir hacia RCA pertenecían a la etnia zande y se agruparon en el territorio de la recién creada diócesis de Bangassou. Por esta razón, su obispo, Mons. ­Antoine-Marie Maanicus, pensó en los Misioneros Combonianos, que conocían la lengua zande y eran conocidos por los refugiados sudaneses, para venir a asistirlos.
El ­P. Paolo Busnelli y los hermanos Nicola Schiavone y ­Vittorio Montolli llegaron a Bangui el 15 de agosto de 1966 con este objetivo, y ya el 19 de agosto comenzaron su trabajo en Bangassou. El 2 de septiembre se incorporó también el P. Luigi Gusmeroli que había sido misionero entre los zande hasta 1964. Quince días más tarde, los cuatro misioneros se instalaron en Agbosi, la primera misión comboniana en tierras centroafricanas.

 

La primera comunidad comboniana en Agbosi (RCA) en 1967, formada por el P. Luigi Gusmeroli, el P. Paolo Busnelli y los hermanos Vittorio Montolli y Nicola Schiavone / Fotografía: archivo Mundo Negro

La primera comunidad comboniana en Agbosi (RCA) en 1967, formada por el P. Luigi Gusmeroli, el P. Paolo Busnelli y los hermanos Vittorio Montolli y Nicola Schiavone / Fotografía: Archivo Mundo Negro

 

El trabajo comenzó, los refugiados se organizaron, cultivaban los campos, se abrieron diferentes centros de oración y los misioneros pusieron las bases del catecumenado. Sin embargo, pronto llegaron las presiones del Gobierno centroafricano para obligar a los refugiados a volver a su país. De los 27.000 que estaban registrados a finales de 1966, dos años más tarde apenas quedaban 5.000. Los trabajos en la misión de ­Agbosi continuaron hasta su cierre en 1971, pero la presencia de los Misioneros Combonianos en RCA continuó en muchos otros lugares y en otros campos pastorales. Ya en marzo de 1967, el arzobispo de Bangui, Mons. ­Joseph ­Cucherousset, confió la parroquia de Nuestra Señora de Fátima a los Combonianos. Esta nueva comunidad sirvió como punto de referencia para las nuevas presencias en el país: Mboki, Obo, Zemio, Tokoyo, Grimari, Boda, Mongoumba, ­Mbata, Dekoa… En 1967 llegaron también las dos primeras Misioneras Combonianas: las hermanas Flora Rebellato y Mélanie Morelli.

Los Misioneros Combonianos en RCA no han sido los fundadores de la Iglesia en el país, como sí lo fueron en Sudán o en Uganda. Tal vez por eso, la misión comboniana en estas tierras se vivió –y se vive– de una manera más sencilla, haciendo causa común con la gente, compartiendo las penas, las alegrías, las dificultades y las esperanzas y dando protagonismo a los propios africanos, según la máxima de San Daniel Comboni: ‘Salvar África con África’. Siempre a la escucha de la Iglesia local y de las indicaciones de los obispos, los misioneros combonianos han desarrollado un trabajo pastoral y de promoción humana destacable. En colaboración con las combonianas han puesto en marcha numerosos centros de salud y escuelas, han trabajado en emisoras de radio, centros de formación y su esfuerzo de animación misionera ha abierto la Iglesia local a la Misión universal.

Entrada de la iglesia de Santa Ana, en Dékoa / Fotografía: Archivo Mundo Negro

Entrada de la iglesia de Santa Ana, en Dékoa / Fotografía: Archivo Mundo Negro

 

Iglesia centroafricana

Cuando los Misioneros Combonianos llegaron al país, la Iglesia centroafricana contaba ya con más de 70 años de evangelización. En 1890, el actual territorio de RCA formaba parte del vicariato apostólico del Congo Francés Superior, con sede en Brazzaville, y confiado a Mons. Philippe Proper Augouard. Este obispo francés, de la congregación del Espíritu Santo, llegó a ­Bangui remontando los ríos del sur en canoa, el 13 de junio de 1893. Al año siguiente fundó la misión de San Pablo de los Rápidos en ­Bangui, la primera misión católica centroafricana y, en 1895, la de la Santa Familia de Bessou, 220 kilómetros al norte de Bangui. Le seguirán otras fundaciones que se enriquecerán con la llegada de nuevos misioneros. El 8 de mayo de 1909 se erigió el vicariato apostólico de l’Oubangi-Chari, que englobaba más o menos el territorio actual del país.

Habría que esperar hasta 1938 para que fuera ordenado el primer sacerdote centroafricano, ­Barthélemy Boganda, y otros 30 años más para que llegara el primer obispo centroafricano, Mons. Joachim N’Dayen, consagrado en 1968. Boganda habría sido también el primer presidente si un misterioso accidente de avión no hubiera acabado con su vida el 29 de marzo de 1959.
El 10 de junio de 1995 se creó la diócesis de Mbaïki teniendo como primer obispo al comboniano italiano Rino Perin. El 3 de enero de 1998, otro comboniano, el español Juan José Aguirre es nombrado obispo de Bangassou en sustitución de Mons. Antoine-Marie Maanicus, el mismo que en 1966 había invitado a los Combonianos a venir a trabajar a RCA. Hoy los cristianos centroafricanos son más del 80 por ciento de la población, aunque solamente el 36 por ciento son católicos.

Desde 2012 la Iglesia ha conocido una dura prueba durante la rebelión de la Seleka, integrada fundamentalmente por musulmanes. Numerosas estructuras de la Iglesia fueron saqueadas y destruidas y la espiral de la venganza y del odio hizo su aparición. Muchos cristianos integraron las milicias antiBalaka para oponerse a la Seleka con las mismas armas, la violencia. El resultado es un país siniestro después de tres años de pseudo guerra civil. La esperanza de vida ha caído por debajo de los 40 años y un 11,5 por ciento de los niños muere antes de cumplir cinco años. La violencia de algunos señores de la guerra, sin fe y sin ley, se hace sentir aún en algunos lugares, mientras que las heridas en el corazón de los centroafricanos después de los enfrentamientos entre selekas y antiBalakas todavía no se han curado. Por fortuna, la visita del Papa Francisco abrió las puertas a la esperanza. Su mensaje fue muy claro: “Cristianos centroafricanos, cada uno de vosotros está llamado a ser artífice de la renovación humana y espiritual de vuestro país”. En este empeño siguen trabajando hoy los combonianos.

 

Varios participantes en el Fórum Diocesano de Jóvenes por la Paz, organizado por los Misioneros Combonianos en Bangui / Fotografía: Archivo Mundo Negro

Varios participantes en el Fórum Diocesano de Jóvenes por la Paz, organizado por los Misioneros Combonianos en Bangui / Fotografía: Archivo Mundo Negro

 

Los seguidores de Comboni

Los 35 misioneros de la congregación que trabajan hoy en RCA son de ocho nacionalidades, viven en siete comunidades diseminadas por cinco de las nueve diócesis del país y son responsables de cinco parroquias y varios centros de formación y animación misionera. La familia comboniana se completa con 12 hermanas combonianas y una comunidad de 3 laicos misioneros combonianos (LMC).

La primera evangelización, el anuncio del Evangelio a quienes no lo conocen o lo conocen de manera insuficiente, sigue siendo, como hace 50 años, una de las principales prioridades de los Misioneros Combonianos. En este sentido, se mantiene el compromiso a favor de los pigmeos del pueblo aka en la misión de ­Mongoumba. Otra prioridad marcada por las circunstancias actuales del país es la promoción de la justicia y la paz, sobre todo favoreciendo el diálogo interreligioso. Los misioneros presentes en RCA apoyan la Plataforma de Líderes Religiosos presidida por el arzobispo de Bangui, Mons. Dieudonné ­Nzapalainga, pero también organizan mesas redondas y fórums con el fin de crear espacios de entendimiento y comunión.

La formación de agentes pastorales sería la tercera prioridad. Además del centro catequético de la misión de Grimari, especializado en la formación de catequistas venidos de todos los rincones del país, en cada parroquia comboniana existen programas específicos en el mismo sentido.

Uno de los frutos visibles de este medio siglo de presencia en RCA son los 12 centroafricanos que viven ya la invitación de dar testimonio con humildad de la vocación comboniana.

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