8 de marzo, Día Internacional de la Mujer

Por Javier Fariñas Martín

La leyenda de la imagen nos cuenta que la mujer que aparece en el centro está en Thonyor, una localidad de Sudán del Sur.

Está tomada el pasado 3 de febrero, en el momento en el que la protagonista de la instantánea está intentando localizar a sus familiares a través de un teléfono vía satélite proporcionado por Cruz Roja. Perdió el contacto con ellos en octubre de 2015, hace casi medio año, cuando los enfrentamientos entre las tropas del Ejército fiel al presidente, Salva Kiir, y los rebeldes, adeptos a Rieck Machar, provocaron la desbandada de familias enteras que, meses después, todavía no se han logrado reencontrar. Esta llamada, que deseamos que fuera exitosa, culmina un proceso de identificación de los desplazados internos a través de sus fotografías, que han ido recorriendo el país y que han permitido, después del reconocimiento por parte de algún familiar, que padres, madres, hermanos y abuelos se hayan podido abrazar de nuevo en medio de un país que ahora podría empezar a dejar atrás la guerra.

Esto es lo que explicita la imagen, aunque no es menos significativa la composición de la misma, lo que cuenta en primer y en segundo plano. Aquí, delante, la mujer, joven, activa, nexo de unión con el interlocutor que se encuentra al otro lado de la línea telefónica. Detrás, el mundo más o menos parado, pasivo, a la espera. Es la mujer la que asume el protagonismo, la que hace, la que promueve, la que llama para encontrar a la familia. Una mujer, una más, pero tan imprescindible como el resto. Está hablando con su familia, pero también podría estar comunicándose con el mundo entero para dar cuenta de que su empuje no tiene límites.