Comfort Ero

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Presidenta de International Crisis Group


En febrero de 2022, dos meses después de su nombramiento como presidenta y CEO de International Crisis Group (ICG), Rusia comenzó la guerra en Ucrania. Para la anglonigeriana Comfort Ero no fue algo inesperado. «No me sorprendió», dijo. «Me puso triste».

Dos décadas de trabajo en ICG –organización dedicada a la prevención, mediación y resolución de conflictos–, donde comenzó como directora de proyectos de África occidental, la llevaron a la cumbre de la institución. Antes, en 2003, se había plantado frente al presidente liberiano, Charles Taylor, al que la comunidad internacional buscaba para juzgarle por crímenes de guerra y de lesa humanidad. La guerra en el país acababa de terminar. El mandatario se dirigió a Ero en tercera persona, como si aquello no fuera con él: «¿Usted cree que el presidente debería ir al Tribunal y enfrentarse a esos cargos?». La respuesta de Comfort Ero no dejó lugar a dudas: «Sí».

La comparecencia de Taylor ante la Justicia tardaría en llegar –fue condenado a 50 años de cárcel en 2012–, porque a veces la resolución de los conflictos es laboriosa, lenta y, en ocasiones, difícil de explicar. Para facilitar que la paz llegara a Liberia, Ero cedió a que Taylor se exiliara en Nigeria. Esta búsqueda firme pero serena de la paz le ha generado críticas de aquellos que priorizan una justicia rápida. «Tenía muy claro que un día (Taylor) se enfrentaría a un tribunal. Incluso aunque el camino estuviera lleno de obstáculos».

La Guerra Fría y figuras como Margaret Thatcher, Mijaíl Gorvachov o Ronald Reagan marcaron el itinerario de Ero, quien, a pesar de un incipiente deseo por el interiorismo –vocación que desmonta con sentido del humor: «Nada de la forma de organizar mi casa sugiere que me lo tomé en serio»–, pronto se decidió a estudiar política internacional y las normas que rigen las relaciones entre los Estados.

La primera mujer negra que dirige los destinos del ICG –«Muchas personas celebran lo que he logrado, pero también me transmiten un mensaje muy claro: “Esperamos un cambio, transformación. Esperamos que hagas las cosas de manera -diferente”»– nació en Londres a causa de la guerra de Biafra. Sus padres tuvieron que salir del país por aquel conflicto, y solo pudo ir a Nigeria cuando la situación se calmó. «Leí las cartas que se intercambiaban mi padre y mi abuelo. Y el mensaje era: “Este no es un buen momento para volver, la gente está sufriendo… Llegará el momento de vuestro regreso”». Ese momento llegó cuando Ero tenía dos años. Su hermano mayor y ella fueron enviados a Lagos. «Mis padres querían que conociera, experimentara y entendiera Nigeria cuando era niña y que me inculcaran sus valores culturales desde muy temprano», contó en una entrevista a Passblue.com.

Volvió a la City donde, sin embargo, no se sintió ajena a su cultura. «Pienso que nunca salí de Nigeria porque mi familia entraba y salía constantemente de Reino Unido y me traían historias nigerianas». 

Ahora, con residencia en Bruselas, dirige una organización prestigiosa y forma parte de esa minoría de mujeres –a pesar de que el trabajo de consolidación de la paz en cualquier parte del mundo es eminentemente femenino– que se dedican a la negociación, a la mediación o a la rúbrica de tratados de paz. Tarea, desde luego, no le falta.   



Ilustración: Tina Ramos Ekongo

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