Vanessa Nakate

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Activista climática



Es mucho más que la Greta Thunberg africana, porque la realidad del continente es más compleja que la europea al reflexionar sobre los efectos del cambio climático. Pero la activista sueca sí fue una inspiración para pasar a la acción cuando las temperaturas empezaron a subir en Kampala (Uganda) en 2018 y decidió hacer una huelga de hambre ante el Parlamento para criticar la inacción de los Gobiernos africanos.

A pesar de que aún no ha cumplido las tres décadas de vida, Vanessa Nakate ya es una referencia en los foros internacionales. Fundó la Juventud para el África del Futuro y el Movimiento Rise Up (Levántate), es la portavoz de Fridays for Future (Viernes por el futuro, fundado por Thunberg) y ha participado en las últimas conferencias sobre cambio climático de la ONU, donde ha protestado porque los países más contaminantes del planeta, con EE. UU. a la cabeza, no están cumpliendo las promesas económicas con los que más las padecen –solo el 4 % de la contaminación global se atribuye al continente africano–.

«Mi país depende en gran medida de la agricultura, la mayoría de las personas que viven en pueblos y comunidades rurales tienen problemas para obtener alimentos por los altos precios. La falta de lluvias significa hambre y muerte para los menos privilegiados», explicó en una entrevista a la periodista Amy Goodman.

Apoyándose en datos, como que el cambio climático amenaza con exponer a 118 millones de los africanos más pobres a sequías, inundaciones y calor extremo antes de llegar a 2030, Nakate forma parte de una red de activistas que, desde lo local, exigen una acción que no puede esperar. «En vez de preguntarnos hasta dónde debe llegar el activismo climático, tenemos que preguntarnos hasta dónde debe llegar la destrucción del medio ambiente para que nuestros líderes despierten y hagan lo necesario para combatir el problema», explicó el año pasado a Planeta Futuro.

En 2021 publicó el libro A Bigger Picture: My Fight to Bring a New African Voice to the Climate Crisis, en el que recoge lo aprendido en sus años de activismo: la certeza del aumento de la pobreza y desigualdad generada por el cambio climático, como en la selva tropical del río Congo, que para 2100 podría perder miles de especies animales y vegetales de las que dependen 70 millones de personas. En el Foro Económico Mundial de Davos de 2020 denunció un trato racista por parte de los medios al recortarla de una fotografía en la que aparecía con otras jóvenes activistas climáticas.

Embajadora de Buena Voluntad de UNICEF desde 2022 y reconocida en 2021 por la revista Time como una de las 100 líderes globales, Nakate ha logrado en cinco años, a través de su proyecto Vash Green Schools, poner en marcha 39 instalaciones de paneles solares en escuelas de Uganda. «Soy una persona terriblemente tímida, pero encontré la fuerza y el coraje para hacer una pancarta y plantarme delante del Parlamento en 2019. Ninguna voz es demasiado pequeña para marcar la diferencia y ninguna acción es demasiado pequeña para transformar el mundo», confesó en un foro después de recordar que su amiga activista Evelyn siempre dice que «no podemos comer carbón y beber petróleo, y que el dinero será inútil en un planeta muerto».  



Ilustración: Tina Ramos Ekongo

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