Desilusión

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Su ilusión era montar una librería en su propio país. Regresó a él tras terminar sus estudios en Lisboa. Encontró trabajo. Ahorró. Pudo hacer realidad su anhelo. En un centro comercial consiguió un local. Era pequeño, casi minúsculo. Pero suficiente para empezar su proyecto.

Por fin inauguró el primer negocio dedicado a la venta de literatura en Santo Tomé y Príncipe. Llenó de libros de autores africanos y occidentales sus estanterías. Dio una posición privilegiada a los escritores locales. Audaces poetas y novelistas que comenzaban. Otros más consagrados que, por lo general, residen fuera del archipiélago. Organizó veladas donde los literatos podían presentar sus obras, recitar sus versos, discutir sobre literatura autóctona e internacional. 

La iniciativa fue bien acogida por el mundo de la cultura santotomense. Es verdad que no se necesitaba mucho público para llenar el espacio de la librería. Pero la respuesta a cualquier iniciativa siempre fue buena. 

Ya sabía António que en un primer momento no podría vivir de la librería. Siguió con su trabajo. Contrató un encargado. Parecía que iría bien. Pero pronto se chocó con una evidencia. Pocos leían. Los libros no se vendían. La mayoría venían de fuera, de la antigua metrópolis. En el país prácticamente no se publica nada. Y son caros. 

El negocio no arrancaba. Los ingresos no llegaban para pagar el alquiler y la electricidad. António tuvo que finiquitar su sueño. Quedó cargado de deudas. Le resta liquidar la inversión hecha para comprar y transportar los libros, que duermen ahora en un almacén. 

António ha emigrado a Portugal. Aprovechó el cambio de legislación que entró en vigor en marzo de 2023 en el país luso. Esta favorece la concesión de permisos de residencia y trabajo a personas procedentes de naciones de habla portuguesa. Una vía rápida y barata. Pero no ha encontrado un empleo adecuado a su formación universitaria. Trabaja como obrero en la construcción. En agosto regresó por unos días a su país. Pequeñas vacaciones. También tiempo para intentar liquidar el negocio y hacer algo de dinero. No lo consiguió. 

Se lamenta de que todo el que puede sale de la isla y viaja a Europa en busca de una nueva vida. «Y allí las cosas no son tan bonitas como nos las cuentan. Es duro sobrevivir en Lisboa». Señala las calles y los bares vacíos de Santo Tomé un sábado por la tarde. «Esto no era antes así. Hace solo algunos meses, en una noche como esta, habría multitudes caminando, bebiendo, comiendo. Ahora todo está silencioso. La crisis económica y los muchos jóvenes que han migrado han vaciado la ciudad. Los que quedan no salen. Ahorran todo lo que pueden para pagarse el visado y el billete que les lleve a suelo europeo». 

Dentro de pocos días regresa a Portugal. Volverá a coger el pico y la pala, a cargar sacos de cemento. Y sueña que un día abrirá una librería en su nueva ciudad.



En la imagen superior, fachada de una librería en Lisboa (Portugal). Fotografía: Ken Welsh/MN

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