Koyo Kouoh

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Comisaria y productora cultural



Vivió hasta los 13 años en su Camerún natal, luego emigró con su familia a Zúrich (Suiza), donde estudió Economía. En 1995 viajó a Dakar (Senegal) para entrevistar al director de cine Ousmane Sembène y descubrió que se quería dedicar a la cultura. Empezó por la literatura y el cine, luego la fotografía, para en 2008 lanzarse al proyecto RAW Material Company –centro de arte, sala de exposiciones, residencia de artistas y espacio de debate– en Dakar.

En 2019 llegó a Sudáfrica. Tras 20 años participando en bienales, comisariando y emprendiendo proyectos culturales, el Zeitz Museum of Contemporary Arts Africa, conocido como Zeitz Mocaa, de Ciudad del Cabo, es el lugar donde Kouoh está volcando todo su conocimiento como directora general y conservadora jefa.

Al tomar posesión del cargo recordó que sus obsesiones como comisaria, «las mujeres, la política, los artistas que crean universos, la diáspora, la idea de modernidad, y por supuesto, la digestión del colonialismo situando el acento en África del Sur», centrarían sus elecciones. De hecho, no ha dejado de batallar para que la representación de África quede lejos de las connotaciones negativas y peyorativas habituales. «Me interesan las historias y paradigmas que ofrecemos sobre nosotros mismos», explicó en agosto al New York Times al referirse a artistas del continente y la diáspora que representan una «cultura expansiva».

El Mocaa se inauguró en 2017. Poco después dimitió su primer director, Mark ­Coetzee. El curador nigeriano Azu Nwagbogu ocupó el cargo de director interino hasta que la vitalidad de Koyo llegó como un torbellino para solventar la falta de casi todo: de un sistema de trabajo, de empleados, de fondos… Luego llegó la pandemia y el museo cerró siete meses. «Había una urgencia de que volviera a la vida», sentenció Koyo, convencida de que lograría hacerlo. Para asegurarse de que desde el inicio de su mandato una media de 2.000 personas visitaran a diario el Mocaa, postergó la exhibición de obras de autores destacados como Tracey Rose u Otobong Nkanga y empezó con una convocatoria abierta a cualquier artista, amateur o profesional, de Ciudad del Cabo que quisiera compartir su trabajo. «Muchos sudafricanos tienen una barrera psicológica respecto a estos espacios de arte, pero nuestra propuesta los trajo hasta aquí, vinieron para contemplar sus propias obras en el museo». Luego abrió el espacio a residencias de artistas, debates y encuentros y creó un consejo global de asesores del Mocaa.

Su experiencia personal, social y educativa en África y Europa le permitió tomar la decisión de regresar al continente africano cuando tuvo a su primer hijo como madre soltera. «No me podía quedar en Europa, ese espacio tan saturado. Me había convertido en madre y no me podía imaginar criando a un niño negro allí», explicó sobre un momento decisivo de su vida. Después adoptó a tres niños más.

Se declara una «adicta consciente» a los zapatos, la ropa y la comida, aunque lo que la obsesiona es mostrar que en el continente africano hay un enorme «apoyo mutuo, generosidad y cuidado». Ella forma parte de una generación profesional que se declara «orgullosa de la belleza de la cultura africana».



Ilustración: Tina Ramos Ekongo

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