La basura de Occidente es un problema medioambiental para África

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Muchos países africanos son receptores de gran parte de los artículos que en Europa se rechazan por haber llegado casi al final de su ciclo vital. Inútiles para los estándares occidentales. Pero se envían a África con la excusa de que todavía pueden ser útiles a la gente de allí.

Contenedores repletos de dispositivos electrónicos usados desembarcan en los puertos de Ghana, Nigeria o Benín, entre otros muchos. De ellos salen teléfonos, electrodomésticos o automóviles que ya no son aptos para circular por las calles y carreteras europeas.

Desde el año 2000, los desechos electrónicos han aumentado de 20 a 50 millones de toneladas por año. Así lo indica el informe Future E-Waste Scenarios, elaborado por la Iniciativa para Resolver el Problema de los Residuos Electrónicos (StEP), patrocinado por la Universidad de las Naciones Unidas y publicado junto a ONU Medioambiente. Según el mismo, la cantidad de desechos electrónicos se duplicará con creces para 2050, hasta alcanzar aproximadamente 111 millones de toneladas por año. Y gran cantidad de ellos terminarán en los países africanos.

La eliminación adecuada y el reciclaje de estos productos son procesos muy costosos. Por eso existe una amplia variedad de empresas que eluden las leyes. Por ejemplo, disfrazan los desechos tóxicos de inofensivos y los electrónicos como productos reutilizables. Bajo estas nuevas etiquetas los exportan a África, donde terminan en basureros que carecen de todo tipo de medidas para prevenir la contaminación.

El gran vertedero de Agbogbloshie, uno de los barrios de Accra, capital de Ghana, se convirtió hace tiempo en un lugar donde terminaban muchos de estos productos. Jóvenes ghaneses arriesgan su salud para extraer cobre, mercurio o aluminio, entre otros elementos, de los desechos electrónicos. En 2021, el Gobierno ghanés lo desalojó por la fuerza expulsando a los cientos de personas, muchas de ellas niños, que trabajaban allí sin ninguna protección para la salud. Pero, poco a poco, los desalojados regresaron y volvieron a sus actividades, ante la pasividad de las autoridades y la falta de opciones que les ofrecían. Es su única forma de vida, por ahora.

África ya tiene un fuerte problema con el cambio climático. La subida del mar, las sequías o las inundaciones, la expansión de los desiertos o la reducción de su masa forestal son fenómenos que se suceden con gran rapidez. Como resultado de todo eso, está en peligro la seguridad alimentaria de muchos de sus ciudadanos y han aumentado las enfermedades contagiosas. Además, hay miles de personas que se ven obligadas a desplazarse como consecuencia del calentamiento global. Todo ello repercute en una mayor posibilidad de conflictos.

Este escenario se ve agravado por la contaminación proveniente de estos residuos. Evidentemente, no se puede tener un medioambiente limpio cuando se acepta que estas basuras se depositen en vertederos que no tienen ningún control.

En los contenedores procedentes de Occidente, además de productos electrónicos, llega mucha ropa y zapatos usados. Por todo el continente florecen mercados atestados con estos elementos que ya tuvieron una primera, e incluso segunda, vida en otras partes del mundo. Son muchas las familias que viven gracias a este negocio. La buena voluntad de tantos ciudadanos europeos les lleva a donar sus prendas. Pero estas también se han convertido en un problema medioambiental en muchas partes de África.

El 40% de esa ropa acaba desechado por mala calidad o el mal estado en que se encuentra. Sin que se les halle uso, estos artículos rechazados terminan en los vertederos y, en múltiples ocasiones, viajan hacia el mar. Productos que deberían haber sido destruidos y que, sin embargo, se envían a África. Así lo afirma en algunos de sus informes Or Fundation, especialmente en el de 2022: Waste makes visible our separation from nature.

Hace años la Comunidad de Estados de África del Este propuso prohibir la importación de ropa y calzado de segunda mano. Solo Ruanda ha implementado la medida. El resto de los países sucumbieron a las presiones de Estados Unidos que amenazó con sanciones si se implementaba la iniciativa. Lo que demuestra que se trata de un negocio que mueve grandes cantidades de dinero.

Son muchas las personas en África que, a falta de otra opción, viven del mercado que facilitan los desechos de los países del Norte. Además, el uso del continente como basurero de Occidente genera grandes beneficios para mucha gente y empresas tanto en el continente como en Europa y Estados Unidos. Estas son razones poderosas que dificultan la erradicación de este tránsito. Una vez más, el negocio está por encima de la salud y el bienestar de los africanos.



Fotografía: Rwanda Green Fund

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